Invierno de 1997. Un antro infernal. Un frío que pela en el exterior. Un calor casi asfixiante dentro. Y en un escenario cinco tipos se dejan la piel tocando furibundo rock´n´roll como si el mundo se fuese a terminar ese día. Un local minúsculo, un público entregadisimo, decibelios, cerveza, sudor, etc. Puro ROCK en definitiva. Hablo de The Hellacopters, que en aquel momento salían cada noche a matar conscientes de que ese era su momento y no podían desperdiciarlo. Y nada más adecuado para ello que apoyarse en el disco que presentaban por aquel entonces, el soberbio Payin´The Dues.
En 1997 el grunge ya había iniciado su declive y parecía que las bandas que habían dominado el panorama rockero en la primera mitad de la década habían perdido fuelle. En aquel momento Tool, NIN o Marilyn Manson copaban portadas y lideraban festivales. Formaciones como Limp Bizkit o Korn despuntaban. Y por otra parte el brit pop estaba en auge también. Oasis, Blur, Pulp, etc, contaban sus singles por éxitos. El classic rock no vivía su mejor momento. Pero por suerte, a nivel más underground, en los países nórdicos nacía una escena de bandas que rescataba el espíritu mas crudo, puro y salvaje del rock´n´roll. En pocos meses, entre 1997 y 1998, nombres como el que hoy nos ocupa, Gluecifer, Backyard Babies o Turbonegro, pasarían del anonimato a la fama y animarían el cotarro rockero a base de guitarrazos y volumen. The Hellacopters no eran unos recién llegados. En 1996 ya habían debutado con un LP de furibundo punk rock titulado Supershitty To The Max , grabado como cuarteto. Por aquel entonces la banda era un proyecto paralelo de su cantante y guitarrista Nick Royale. Su prioridad eran Entombed, banda en la que era el batería. Y Dregen, el otro guitarrista del grupo, por su parte, militaba en Backyard Babies que anteriormente ya habían publicado otro disco, aunque sin éxito alguno. Tras un modesto éxito en Suecia, Royale y compañía se dispusieron a grabar otro disco. Para ello previamente reclutaron a otro miembro, Bobba Feet, como teclista para darle mas empaque a sus canciones. Ya como quinteto iniciaron la grabación de Payin´The Dues, un disco que significó un punto de inflexión no solo en su carrera, si no en la del rock en general. Y que fue el pistoletazo de salida para poner a los países nórdicos en el mapa rockero, mas allá de ABBA o Europe.
¿Se ha hecho acreedor el disco a la fama que logró en su momento? Pues veinte años después respondo con un rotundo SÍ. Cualquier fan del rock´n´roll en su esencia más primaria ha de disfrutar, casi por fuerza, de semejante exhibición de contundencia y poderío. Desde el primer tema al último no hay tregua, altibajos ni nada remotamente parecido a partes de relleno. Lo que suena es puro high energy , heredero por igual de Motörhead y MC5, estableciendo el puente perfecto entre Londres y Detroit, vía Escandinavia. Payin´The Dues representa a la perfección cómo ha de ser y de sonar un disco de estas características. Diez canciones en el CD (once en el vinilo), poco más de media hora de duración y una sensación de inmediatez que facilita que nunca empalague o se haga largo. El álbum se abría con ese You Are Nothin´ que olía a caballo ganador destilando potencia y distorsión desde el primer riff. De paso marcaba la pauta a seguir todo el disco. Like No Other Man, a continuación, seguía la estela con un inicio bárbaro y solo en el tercer corte, Looking At Me, el grupo bajaba un pelín (muy poco, ojo) de revoluciones. Pero solo era la “calma” que precedía a la tempestad, puesto que Riot On The Rocks, de apenas minuto y medio de duración, bordeaba el hardcore y Hey! era otra de esas canciones que ofrecían el equilibrio perfecto entre melodía, distorsión y contundencia. Por no hablar de ese Soulseller que vale su peso en oro. Un clásico de esos que las bandas componen sólo muy de vez en cuando. Para mi, la JOYA de este Payin´ The Dues. Una de esas canciones que siempre entran bien, sean cuales sean las circunstancias. De día o de noche, estando cabreados o sintiéndonos felices, es el tipo de tema que siempre es bien recibido, al menos por este humilde juntaletras. Entre Hey! y Soulseller, en el vinilo, figuraba City Slang, versión de Sonic´s Rendevouz Band y homenaje de los Copters a su adorada Detroit. Una versión potente y que sirvió de entrañable reivindicación del original y de sus creadores.
El resto del LP era adrenalina pura. Where The Action Is y Twist Action eran dos pildorazos de rock´n´roll, rápidos y certeros como balazos de un francotirador e ideales para ser coreados en directo puño en alto mientras la guitarra de Dregen parecía sonar como la de un Chuck Berry sobrealimentado de esteroides. Colapso Nervioso nos remitía a los Stooges etapa Funhouse y Psyched Out and Furious cerraba el disco, de la misma manera que You Are Nothin´ lo iniciaba, a guitarrazo limpio y sin piedad. Con la salvedad de que a las guitarras de Nicke y Dregen se unía en esta ocasión la del Dictator y ex Manowar, Ross The Boss. Cierre contundente para un disco que nos mostraba que en 1997 el rock mas crudo y salvaje no estaba muerto. Ni siquiera herido. Tan solo agazapado a la espera de que bestias como estos suecos explotaran toda su furia. Ellos fueron los que derribaron el muro. Posteriormente, tendríamos noticias de más y más bandas, algunas de las cuales, a su manera, hicieron historia. Veinte años han pasado tras la publicación de Payin´ The Dues y muchas cosas han cambiado. En el grupo en particular y el rock y el mundo en general. Tras el éxito del disco Dregen abandonaba la nave para centrarse en exclusiva en sus Backyard Babies, en aquel momento también en la cima de su carrera tras el éxito de Total 13. Los Copters suavizarían progresivamente su sonido pero aún guardaban balas en la recámara y publicarían discos tan estimables y disfrutables como Grande Rock o el excelente High Visibility. En el 2009 la banda se separó. Nicke formó Imperial State Electric (banda que sigue liderando en la actualidad) y Hellacopters han vuelto intermitentemente a la actividad. Pero nada cambiará (para bien o para mal) lo que representó este Payin´ The Dues. Una bofetada que nos sacó del letargo y nos hizo despertar a base de high energy rock´n´roll en forma de 11 cañonazos en 34 gloriosos minutos. Pocas veces, tanta energía se concentró en los surcos de un vinilo. Y cada vez que dejamos caer la aguja sobre él y empieza a sonar You Are Nothin´ recordamos porque nos gusta tanto esto. ¿Que todavía no has puesto el vinilo en el plato? Pues deja todo lo que estés haciendo, sube el volumen al máximo y… Go motherfucker, go!!!!!!