Sólo puedes confiar en ti mismo y en los seis primeros discos de Black Sabbath


Creo que esta cita de Henry Rollins es muy adecuada para abrir fuego hoy. Es el turno de una de las más grandes bandas de la historia del heavy metal en particular, y de la música en general. Damas y caballeros, hoy cumple cuarenta y cinco años nada más y nada menos que Black Sabbath Vol.4. Volviendo a la cita de Rollins, a mi me resulta imposible escoger uno sólo entre esos seis álbumes. Pero estoy de acuerdo en que son básicos para entender la evolución del rock y que, de no haber existido, la historia del metal hubiera sido muy diferente. Pero ojo, aunque próximos en el tiempo no podemos englobarlos en un único y monolítico bloque, ya que presentan muchas similitudes pero también diferencias debido a las circunstancias de los periodos de grabación, el contexto, etc. Ninguno es, desde luego, melódico, pop o comercial. Vamos, que no eran de fácil asimilación. Pero si que creo que nunca llevaron tan lejos su sonido como en el caso concreto que hoy nos ocupa. Por supuesto, no desaprovecharemos la oportunidad de reivindicarlo como una obra adelantada a su tiempo, compleja, memorable y que impulsó a la banda a dar un paso adelante y explorar terrenos musicales que poco o nada habían transitado hasta entonces. De todo esto se puede deducir que los miembros del grupo atravesaban en aquel momento una fase de introspección personal, que su curiosidad les había llevado a experimentar con nuevos sonidos o que su progresión como músicos y compositores les había hecho alcanzar la madurez como artistas. Y es posible que algo de eso hubiera, no digo que no. Pero la realidad es que este disco fue fruto de cuatro personalidades con marcada tendencia al exceso, cuyas vidas durante el proceso de grabación giraron en torno a ingestas de drogas y alcohol en cantidades industriales.

El día a día durante dicho proceso fue un caos puro y duro. Y en la actualidad los propios miembros del grupo confiesan tener problemas para recordar ciertas etapas de aquella época. Pero tanto Ozzy como Iommi en sus libros autobiográficos describen la grabación de Vol.4 como caótica. Y en el libro How Black Was Our Sabbath sus autores David Tangye y Graham Wright (que trabajaban en el equipo del grupo en aquellos años) también se refieren a ella como un periodo en el que los miembros del grupo estaban totalmente fuera de control. Ozzy y compañía venían de una zona obrera de Birmingham y en pocos años habían pasado de ser unos completos desconocidos a ostentar la condición de superestrellas, por lo que decidieron beberse la vida y afrontar cada día como si fuera el último. En 1972 los componentes de Black Sabbath vivían en una fiesta continúa, totalmente fuera de la realidad. La fama y la presión del éxito fue demasiada para ellos y no lograron asimilar el cambio sin perder la cabeza. Pese a ello el grupo logró, no solo mantenerse, sino que se sacó de la manga un disco que sigue perdurando en la memoria colectiva como uno de sus mejores trabajos. En la edición original en vinilo (puedes verlo en las fotos bajo este texto) la banda no olvida mencionar en los agradecimientos la estupenda COKE-cola de la ciudad de Los Angeles, clara referencia a la cocaína.

Iommi y los suyos estaban en la cima del mundo en aquel instante. El año anterior habían publicado el inmenso Master Of Reality, añadiendo a su repertorio temazos como Sweet Leaf, After Forever, Into The Void o Children Of The Grave. Ese disco consiguió auparlos al Top-10 estadounidense, además de aumentar su popularidad en Europa vendiendo más de dos millones de copias. Para tratar de revalidar tamaño éxito los cuatro músicos se encerraban en los estudios Record Plant en Los Angeles. Tras tres discos grabados en Gran Bretaña decidieron cruzar el charco para vivir el glamour norteamericano en persona. Y por ello alquilaron una mansión en Bel Air para vivir mientras la grabación se llevaba a cabo. Como novedad, además, tomaron la decisión de prescindir del que había sido su productor hasta ese momento encargando dicha tarea a Patrick Meeham. Y aunque Vol.4 supuso un paso adelante por parte de Sabbath no se puede decir que se produjera una total ruptura con respecto a su obra anterior. Sería más correcto hablar de una continuación. Porque aunque he mencionado drogas en grandes cantidades no estamos hablando precisamente de hippies, ni de canciones folk pregonando paz y buen rollo. En 1972 Black Sabbath equivalía a heavy metal y este cuarto trabajo no hizo más que reafirmarlo. El brutal inicio con la larga Wheels Of Confusion y Tomorrow´s Dream confirmaba que los cuatro de Birmingham no habían perdido ni un gramo de talento o inspiración. Pese al descontrol que los rodeaba se apañaban para componer enormes canciones con cortantes y memorables riffs. Y Ozzy continuaba cantando con su incomparable estilo e imponiéndose por encima de la suciedad y distorsión de sus compañeros. Estos dos temas definían a la perfección la visión que tenían Black Sabbath del rock. No sólo no buscaban estribillos con gancho o melodías tarareables sino todo lo contrario. Eran temas machacones, con varios cambios de ritmo y una estructura compleja (sobre todo Wheels Of Confusion). Sonaban sucios, secos y áridos. Nada que fuera a triunfar en las emisoras de FM pero que hacía enloquecer a miles de fans.

Pero en este vol.4 no solo había sitio para el metal o la distorsión. Laguna Sunrise era una canción acústica con orquestaciones y que evocaba un ambiente bucólico muy alejado de lo que solían sugerir las canciones del grupo. Y FX era un breve tema instrumental de menos de dos minutos que en realidad sólo reproducía una serie de efectos sonoros. Además también podemos disfrutar de Ozzy cantando esa fabulosa balada con piano que es Changes. Un reto del cual el cantante salió airoso y con nota. La canción fue compuesta por Iommi al piano y tal cual se registró con la única adición de un mellotron. Como curiosidad, decir que en 2016, Charles Bradley grabó una brillantísima versión. De todas maneras, como decía un par de párrafos atrás, hablamos de un disco metálico hasta la médula. Y si el inicio era demoledor, el resto del disco no le iba a la zaga. Supernaut y Snowblind eran dos pedazos de dinamita cuya influencia se extiende hasta nuestros días en las que docenas de bandas tratan de emular su sonido. Snowblind fue además el título inicialmente pensado para el disco, pero el sello discográfico Vertigo vetó la idea debido a sus indisimuladas referencias a la cocaína.

Cornucopia era otra potente y retorcida canción que por algún motivo trajo de cabeza a Bill Ward (que por otra parte hizo una estupenda labor en este Vol.4). El entrañable batería, tras verse obligado a repetir docenas de tomas acabó odiándola con toda su alma. Una pena, pero desde mi óptica imparcial el muro de sonido de Ward, Butler y Iommi funciona en esta canción como una apisonadora. Esa saturación que solo ellos sabían manejar y que posteriormente tanto escucharíamos en docenas de bandas de stoner rock era aquí más evidente que nunca. Una influencia que también era patente en St. Vitus Dance. Para finalizar el álbum, el grupo se reservó otro de esos temas largos y poco accesibles. Al igual que el inicio con Wheels Of Confusion, este cierre con Under The Sun/Every Day Comes And Goes es largo, cambiante y todo un desafío para la audiencia. Seis minutos de despedida magistrales, con dos canciones fusionadas en una sola que sintetizan a la perfección la paleta estilística del grupo mostrándonos su faceta metálica más acelerada para terminar con su cara más doom que tanta huella dejó posteriormente en multitud de canciones y discos.

El disco fue puesto a la venta el 25 de septiembre de 1972, escogiéndose Tomorrow´s Dream como single promocional. Pese a ser una obra difícil con muy poco potencial radiofónico, en menos de un mes este Vol.4 alcanzaba ya el disco de oro mientras la banda estaba embarcada en una gira mundial que les llevaba incluso a lugares como Australia en los que nunca habían tocado. De todos modos, es un disco de largo recorrido que ha ido ganado adeptos con el tiempo, siendo muy apreciado incluso fuera de la comunidad metálica por su atrevimiento, solidez y vanguardismo. Hoy puede no parecerlo, pero cuarenta y cinco años atrás no era nada habitual el sonar como los británicos lo hacían. Superando la etiqueta heavy blues, Vol.4 llevó el metal a otra dimensión y sigue vigente hoy en día como referencia ineludible dentro del género en particular y de la música en general. Al año siguiente publicarían el también histórico Sabbath Bloody Sabbath, pero eso será materia a tratar en otro momento. Hoy nos toca sumergirnos en la oscuridad y dejarnos envolver por el lado oscuro del metal. Un aquelarre sónico con Ozzy como maestro de ceremonias, con sonido oscuro, potente y venenoso, que sigue asombrando cuatro décadas después de ser editado, y lo seguirá haciéndolo dentro de otras tantas. Turn up the volume and… go!!!


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