Sello: Metal Blade.
Texto por Beto Lagarda.


The Black Dahlia Murder regresa con su octavo trabajo, Nightbringers, y en esencia el disco no aporta nada que no vinieran haciendo en todos sus anteriores álbumes. Su propuesta sigue inamovible con el paso de los años, pero ojo, eso no implica menor calidad. Dos años han tardado en traernos al sucesor de Abysmal, y el cambio más significativo ha sido el fichaje del joven guitarrista Brandon Ellis, que compaginando su labor en Cannabis Corpse entra a formar parte de la Dahlia Negra tras la partida de Ryan Knight. También podemos observar que el nivel de brutalidad es mayor del que nos habían traído sus dos predecesores, al fin y al cabo estamos hablando de una de las bandas que transmiten más y mejor la brutalidad en forma de un peculiar y colérico death metal melódico.

Lo primero que constatamos es que siguen disfrutando al crear trabajos cortos pero intensos, pues la mayoría de sus discos duran menos de 35 minutos. La esencia de la banda sigue intacta, ofreciéndonos nueve taladrantes temas interpretados a velocidad de vértigo y con su habitual complejidad instrumental. Los melódicos y virtuosos solos de guitarra siguen siendo increíbles pese al citado cambio de guitarrista, mientras que la batería de Alan Cassidy sustenta el pulso frenético en un sin parar de combos a la máxima velocidad. El trabajo en las voces sigue siendo excelso, con esa mezcla de agudos y guturales tan característica del carismático Trevor Strnad.

Encontramos temas destacados como la deathmetala Matriarch con sus complejas estructuras, o las más pesadas The Lonley Deceased y Kings of the Nightworld; pero es en el conjunto del álbum en bloque donde encontramos una lectura apropiada. Un disco con grandes riffs y brillantes pasajes de pura violencia musical, con un discurso bien definido en nueve piezas con una decidida intención: no defraudar a sus fans.