Desde esta “última aldea que resiste” podemos aportar pequeños grandes ejemplos de que los vínculos con nuestras camisetas son mucho más que un trozo de trapo de H&M que nos ponemos para hacer likes en Instagram o ir al concierto de turno. Los redactores de Diablorock seguimos compartiendo imágenes y textos de esas camisetas que para nosotros son especiales, que tienen una historia detrás y quizá, aunque sea algo muy personal, os puedan parecer de interés. Aunque parezca mentira, las camisetas, nuestras camisetas, esconden maravillosas historias que nos permiten recordar [no olvidar] momentos relevantes o especiales de nuestras propias existencias.


Mi camiseta especial. Por Manuel J. Gonzalez Florit.


Recuerdo aquel invierno de 2005 como si fuera ayer. Las bellas y grises postales de Berlín se agolpan en mi recuerdo como indelebles imágenes del pasado. Fueron varios los conciertos que presenciamos durante aquellos meses en la gélida Alemania, pero uno que se quedó grabado para siempre en mi memoria.

De entrada, pensábamos que veríamos al gran Deke Dickerson en directo. Pues iba a ser que no. Nada más arribar al club berlinés cuyo nombre no logro recordar, nos topamos con una fauna formada por punks, metalheads y otras especies. Sabíamos que aquello no sería un concierto de rock and roll clásico. En el cartel de la entrada al club lo decía bien claro: ZEKE.

Anyway! Ni que decir tiene que pagamos y entramos a la lúgubre sala. La experiencia fue tan intensa, tan demoledora, que todavía recuerdo a los punks alemanes saltando desde el escenario, y al pobre Donny Paycheck intentando que su batería no saliera disparada. Mi novia estaba acojonada; pero yo me sentía como un gorrino en un lodazal.

Tras la escasa hora de concierto me dirigí al puesto de merch y adquirí una preciosa camiseta de la banda; una de esas camisetas que me ha acompañado hasta la fecha. El diseño no era otro que el que aparece en la portada del maravilloso “Till the livin’ end”. Una de esas camisetas que ha sido piropeada en innumerables ocasiones, ya que en el fondo pocos son poseedores de la misma.

Curiosamente, hace unos años, pude ver a los americanos ASG en el también berlinés Desert Fest, y su simpático cantante, Jason Shi, me señaló sin disimulo cuando se dio cuenta de que [yo] vestía esa misma camiseta comprada en esa misma ciudad casi una década antes. Jason se giró, buscó en su mochila, y extrajo una camiseta idéntica, gastada también por el paso del tiempo.

Aunque parezca mentira, las camisetas, nuestras camisetas, esconden maravillosas historias que nos permiten recordar [no olvidar] momentos relevantes o especiales de nuestras propias existencias.


Manuel J. González


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