«Las arenas del tiempo nunca corren para un hombre muerto inmortal»
Hellhammer/Celtic Frost, ‘Visions Of Mortality’, 1984, letras de Martin Eric Ain.

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Martin Eric Ain. 18. de julio de 1967 – 21. de octubre de 2017
 
He tenido que redactar un número desconcertante de obituarios durante estos años recientes, afligiéndome la pérdida de individuos muy cercanos para mí y distintivamente importantes para mi vida. Pero este obituario es de lejos el más difícil de escribir para mí. Porque Martin Eric Ain era único más allá de cualquier descripción.

Martin era una parte de mi, y yo era una parte de él. Nuestra vidas estaban entrelazadas en una simbiosis que, a veces, casi parecía un matrimonio,y sin embargo nuestra relación era de naturaleza intricada y con frecuencia cargada de desacuerdos. Ambos tuvimos un impacto sustancial en el desarrollo de los caminos de cada uno, y ambos debíamos escapar de las cadenas del medio que definió nuestros años adolescentes para la existencia de cada uno.

Conocí a Martin por primera vez alrededor de cuando Hellhammer grabamos la demo Triumph Of Death en 1983, cuando Steve Warrior y yo pasábamos las noches de los sábados en el popular «Heavy Metal Records». Uno de esos eventos se llamaba Quo Vadis, y sucedió en el pueblo donde Martin vivía, Wallisellen, Suiza. Cuando le entrevisté en 2007 para mi segundo libro Martin recalcó:

 

«La primera vez que vi a Tom y Steve Warrior, eran parte de un grupo de cuatro o cinco fans del metal, haciendo headbanging al unísono mientras que la gente normal que había alrededor estaba en círculo mirándolos. Caminaban como si fuesen una pared toda de cuero y todo aquel que se les cruzada se alejaba de su camino. Radiaban poder y violencia, y yo estaba verdaderamente impresionado. Estábamos maravillados con esos muchachos. Ellos llegaban con sus gafas de sol, y sus chupas llenas de logos y parches de bandas oscuras de las cuales nunca habíamos oído hablar. Llevaban puestas botas, chaquetas de cuero, cinturón de balas, y tachuelas. Todos ellos tenían el pelo largo y eran tres o cuatro años más mayores que nosotros y por lo tanto estaban mucho más adelantados. Estábamos totalmente alucinados. Era como ver a miembros de Motörhead o Judas Priest en frente de nosotros. Parecían la portada de un disco.

Y de repente todo sucedió, había una banda radical en nuestro campo de existencia. Mis padres estaban asustados de que Tom nos sedujese a una vida llena de abusos con el alcohol, drogas y otras actividades ilegales. Ellos nunca reconocieron la amenaza real que emanaba de él. Como mucha otra gente, ellos fallaron en reconocer el poder de su música. Percibieron el heavy metal como una fase necia, como mero ruido; pensaron que nadie se lo podía tomar en serio. Se olvidaron por completo del hecho de que la música radicalizaba dentro de mí en el deseo de definir mi vida con ella.»

Martin y yo pronto empezamos a desarrolar una amistad muy cercana. Pasábamos noches incontables descubriendo música juntos, discutiendo sobre libros, historia, religión, ocultismo o arte, y luego uno de nosotros pillaba la bicicleta o se iba andando a su pueblo, a través de bosques negros a alguna hora inapropiada. La inteligencia de Martin, horizonte, y visión era verdaderamente remarcable. Supongo que era cuestión de tiempo el que empezásemos a crear música juntos, pero inicialmente Martin carecía de confianza y vaciló, adoptó el alias de «Mart Jeckyl» y empezó a apoyar a Hellhammer en un rol directivo, proporcionándonos directrices que detallaban cómo debíamos mejorar nuestro concepto, imagen y letras. ¡Tenía sólo 16 años en esa época!

Por esas fechas Hellhammer produjo la demo final que resultó acabar en nuestro primer contrato discográfico, Martin era co – autor de algunas de nuestras letras y hacía algunas voces. Y luego finalmente se convirtió en nuestro bajista. El desarrollo de la banda empezó feroz, y tan sólo cinco meses más tarde, sentimos que necesitábamos expandir nuestra alianza empezando por crear otro nuevo proyecto. Este fue el nacimiento de Celtic Frost, durante la noche del 31 de mayo hasta el 1 de junio de 1984.

Martin era una de las pocas personas que estaba preparada para embarcarse en este viaje conmigo, sin concesiones y en contra de una oposición significativa, a diferencia de muchos otros que sólo hablaban en vacío y luego se marchitaban. Completamente auto pensador, Martin se convirtió en un bajista enorme y excelente con una gran habilidad a la hora de aprenderse canciones de forma muy rápida. Incluso al principio que le costaba escribir música, sus muchas otras contribuciones a la banda eran siempre importantes. La singularidad de Celtic Frost dependía de nuestra colaboración creativa, como probaría inadvertidamente y tontamente, años más tarde. En el curso de 34 años nos conocimos el uno al otro, tuvimos la experiencia y sobrevivimos sobre cualquier situación que alguien sea capaz de imaginar, sin olvidar la destrucción de Celtic Frost – ¡Dos veces!

La asociación con Martin Eric Ain fue meramente instrumental para cumplir mi ardiente sueño de la adolescencia de convertirme en músico. Determinar la propia motivación de Martin es más complicado. Creo que para él era más el sentimiento de rebelión contra lo que nos rodeaba cuando crecimos juntos, y una vez que esto se cumplió, el camino de lo musical no volvió a tener la misma importancia para él. Posteriormente se convirtió en un emprendedor muy intuitivo y próspero y se embarcó en empresas que normalmente estaban en contraposición con los valores de su juventud.

Fue más de lo mismo después de la reunión de Celtic Frost en 2001, grabar el álbum Monotheist, y girar por el mundo. Mientras que Martin acordó conmigo inicialmente que la reunión duraría, él confesó al final de la gira que sentía que habíamos hecho suficiente y que no veía necesario hacer otro álbum, al menos no en un futuro cercano. Por otra parte estaba cansado de las tensiones de las giras y el mantenimiento de una banda en un paisaje musical cambiado y moderno todo ello en comparación con la vida lucrativa y cómoda que tenía en Zurich con la gestión de clubes y bares. Su atención estaba en otra parte, y me di cuenta de nuevo de que la reunión para él, había sido para un propósito diferente.

Martin tenía una personalidad compleja, coloreada de contradicciones e indulgencia (y estoy seguro de que él me describiría exactamente igual). Con frecuencia me acusaba de exorbitancia (y sin duda tenía un punto), y todavía persiguió la inmoderación, en diferentes niveles. Lo sabía, por supuesto, y una vez etiquetó sus acusaciones en «patológicas». Recurrió a la verbosidad para ocultar las inseguridades y su incomodidad por revelar demasiado sobre sus emociones. Él era el mejor y más generoso amigo que cualquiera pudiera desear, y fui lo suficientemente afortunado como para conocerle de forma cercana. Y todavía, en una entrevista publicada en Suiza de enero de 2010, él dijo: «No me gusta la gente que se embarca en viajes de ego y que acaban hiriendo a otros, aunque no puedo negar que soy culpable de ese comportamiento.»

Él normalmente elegiría el camino de menor resistencia o se abstendría de tomar partido en vez de actuar de manera decisiva para calmar los conflictos internos de la banda. Él vio la autodestrucción prolongada y dolorosa de Celtic Frost, sólo para decirme, un mes después de que me fuese de la banda, que si hubiera hablado, la banda podría haberse salvado. Pero en esos tiempos, Martin se había cansado tanto del grupo disfuncional que me autoconvencí de que él secretamente sentía alivio de que yo me hubiese ido, porque le evitaba tener que dejarlo. Pero a menudo tuve la sensación de que una parte de él sentía una enorme culpabilidad desde entonces.

No soy ajeno a la muerte de un ser querido, y el concepto de muerte no me intimida. Pero el hecho de que un amigo de profundo significado se haya ido de una forma tan de repente es excepcionalmente doloroso. Estoy muy contento de haber instigado la reunión de Celtic Frost en 2001, y así tener la experiencia de experimentar con Martin como un músico y compositor maduro y asombrosamente capaz. A pesar del extenuante trabajo involucrado, volver a hacer gira por todo el mundo con él fue todo un privilegio, y esto incluye nuestro último encuentro tomando café, poco tiempo antes de su muerte.

La muerte de Martin me afecta profundamente. El mundo nunca será lo mismo sin él. Su muerte significa el final de una era, tanto en lo musical como en el nivel personal más profundo. Yo, el mayor de todos, siempre esperé en el subconsciente que sobreviviera a mí y se convirtiera en el que custodiase el legado que construimos. El shock con su prematura muerte, el dolor y la sensación de soledad y pérdida son insoportables e insuperables.

Martin, te voy a echar de menos hasta que llegue mi día, también, llegará mi hora.

Tom Gabriel Fischer

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La fotografía está sacada en el Westend de Zürich, Suiza, el 26 de marzo de 2017, por Tom Gabriel Fischer.