Noche de “Sold Out” en el Great Hall de la universidad de Cardiff. La capital galesa presentaba un aspecto inmejorable, no solamente por esta pedazo de gira, sino por el partido de Rugby entre Gales y Sudáfrica. En la larga cola de entrada y como no podía ser de otra manera, el negro de las camisetas se mezclaba con las bufandas del dragón rojo.

Crónica por Héctor Urdin Bergara.

Regresábamos a esta sala encuadrada en el campus universitario recordándome aquellos años cuando en el Reino Unido se giraba por las universidades. La última vez disfrutamos del conciertazo de Machine head en la gira de 2016 y la sala no nos dejo un buen sabor de boca. Dos techos a diferentes niveles convierten la parte trasera de la sala en una ratonera, y si le sumas una barra de bar restando espacio, la sensación era agobiante. Esta noche, y para nuestra sorpresa, la gigantesca barra había desaparecido, quizás para aumentar aforo o por las quejas de los parroquianos.

La pista presentaba una gran entrada para dar la bienvenida a RUSSIAN CIRCLES.  Instrumentales, progresivos y minimalistas son los adjetivos que mejor les definen. Grandes focos en el suelo detrás de cada músico conseguían el efecto deseado, envolviéndonos con su  marea sonora. Harper Lewis es un cañonazo que despertó la primera gran ovación, pero si tuviera que destacar un canción seria Deficit de su disco Memorial. Uno de los mejores momentos de la noche. Si no conocéis a estos alienígenas, tenéis que escuchar su disco Station.

RED FANG fueron mucho más interactivos, y es que tener cantante facilita las cosas, pero mi sensación fue que pasaron sin pena ni gloria. El público aprovechó su set para acudir a las barras y echarse el cigarrico de la risa, como buenos stoners. Con la sala hasta la bandera finalizaron con Prehistoric Dog arrancando unos bailables al personal.

The last Baron, si hay una canción con la que no pensaba que empezarían MASTODON sería esta. Opus nº7 del afamado Crack the Skye, 13 minutos de psicodelia absoluta. Sultans Curse despertó las pantallas y los videos diseñados específicamente para cada canción, y con Divinations la gente empezó a disfrutar de lo lindo. Parece que Blade Catcher les debe gustar mucho, ya que la tocan siempre, o quizás sea el descanso necesario para esas maltrechas voces; Brent Hinds sufrió todo el concierto, pero no desentonó. Brann cada vez está más cómodo en sus épicos estribillos, y Sanders imprime fuerza sin fallo. Black Tongue sonó bestial pero Colony of Birchmen gusto especialmente al público. El sonido estaba perfectamente equilibrado para los últimos discos, y las canciones pre-Blood Mountain se escucharon un poco embarulladas, como por ejemplo Megalodon. Otro gran momento de la noche llegó con la rápida Andromeda, que recuerda a el sonido de la banda en aquel discazo lejano, Leviathan.

Este año he podido ver a Mastodon tres veces, y si he sacado algo en claro es que Show Yourself gusta… y mucho. Gigantescos coros por parte del concurrente. Emperor of Sand fue el álbum triunfante de la noche con 7 canciones, entre ellas pudimos dejarnos llevar con Brann y su Steambreather, una obra maestra que deberían enseñar en los colegios. Blood & Thunder cerró la noche en una explosión de aplausos y cánticos hooligans. Dailor permaneció solo en el escenario vacilando al personal en un monólogo interactivo de 5 minutos, repartiendo “trozos de madera” porque como bien dijo, “es tradición”. El público por su parte le obsequió con un bufanda de Rugby. Mastodon llena, pero debería llenar más. Serán los próximos cabezas de cartel de todos los festivales cuando los padrinos del género abandonen las tablas. Siguen gustando, triunfando y evolucionando sin perder su esencia… y por eso son tan respetados.