Testament .
Madrid, 4 de diciembre de 2017.
Sala La Riviera.
Bandas invitadas: Annihilator, Death Angel.
Promotora: Madness Live.
Fotos: Patch Black / Testament
Crónica por Txiki Kilmister


Con fecha única en la península, se presentaba en Madrid la que sin duda era la gira de thrash metal del año. Tres míticas formaciones que siguen portando la antorcha del verdadero thrash desde finales de los 80. A tenor de lo visto, y pese a que la edad no pasa en balde, parece que todavía les queda cuerda para rato.

Los primeros en abrir fuego eran los californianos Death Angel, la banda comandada por el guitarrista Rob Cavestany y el vocalista Mark Osegueda nos dieron una lección de cómo aprovechar el tiempo sobre un escenario. Disponían de poco más de media hora, y a base de contundencia y pegada se metieron al público en el bolsillo con un inconmensurable frontman, como es el señor Osegueda, el cual no paró de moverse y animar en todo el concierto. Si a eso le sumamos los muchos años que el combo de San Francisco lleva con una formación sólida y estable, el éxito está asegurado. Teniendo en cuenta un excelente sonido, un setlist poderoso con temazos de la talla de “A Dream Call For Blood” o “Claws in so Deep”, y canciones de su clásico Ultra-Violence como “Mistress Of Pain”, no es de extrañar que para muchos de los presentes fuese la mejor actuación de la noche.

No lo tenían fácil Jeff Waters y sus Annihilator para superar la actuación anterior, y pese a que posiblemente no lo consiguieron, si podemos decir que dieron un show digno del nombre que llevan, y bastante mejor que en su última visita a nuestro país (Resurrection Fest). Gozaron de un buen sonido, y no se anduvieron por las ramas a la hora de ejecutar un setlist basado en las piezas más potentes de su reciente “For the Demented”, y así, temas como “One to Kill” y la brutal “Twisted Lobotomy” fueron intercaladas a la perfección con míticos clásicos como “King of The Kill”, “Set The World Of Fire”, y sobre todo “Alison Hell” y “Phantasmagoria”,  recibidas con entusiasmo por un público que a esas horas abarrotaba la sala madrileña.

Teníamos ganas de ver a Testament presentando su último trabajo en una posición digna, acorde con su status. La última vez que vinieron por aquí fue como teloneros de Amon Amarth, y nos dejaron un sabor de boca agridulce por el reducido espacio en el que se movieron, debido al mastodóntico montaje que llevaron los vikingos. Esta vez era su turno, y los de San Francisco no querían desaprovecharlo, salieron directos a matar con “The Brotherhood of Snake”, “Rise Up” o “More Than Meets the Eye”, que sonaron atronadores. Hemos de decir también que la sobre-saturación de sonido que suele acompañar los conciertos de Testament no se produjo en este caso, y aunque la voz de Chuck Billy no sonó tan poderosa como en otras ocasiones, la banda ganó en nitidez. Tras el primer solo a cargo de Alex Skolnick llegaba uno de los momentos sorpresa de la noche: la interpretación de “Electric Crown”, rescatado de su mítico “The Ritual”. Esta no sería la última sorpresa, tras dejarnos las cervicales con la descomunal “Into The Pit” volvían a sorprendernos con “Low”, otro tema rescatado especialmente para la ocasión. Lamentablemente fue aquí cuando empezó a perderse la magia de un show que apuntaba a memorable en su primera mitad; posiblemente Testament sea una de las formaciones de metal (lo decimos así a nivel general) cuyos músicos tengan mayor calidad a la hora de interpretar sus instrumentos, pero lo que no vemos comprensible es que se dedicasen a hacer interminables solos antes de acometer cada canción. Un concierto con cuatro solos no es lo más recomendable para conseguir esa deseada conexión entre público y banda. Afortunadamente supieron reconducir a tiempo el final del show para volver a poner patas arriba la Riviera con una traca final compuesta por clasicazos de la talla de “Souls of Black”, “The New Order”, “Practice What You Preach” y ese monstruo llamado “Over The Wall” como colofón. Supieron reconducir una situación que pudo haber acabado en fiasco, en definitiva es difícil que una banda como Testament decepcione cuando se dedican a lo que mejor saben hacer: thrashear sin piedad.