Septicflesh
Martes 16 de Enero, 19:00 hrs. Sala Caracol (Madrid)
Bandas invitadas: Inquisition, Odious
Promotora: Madness Live

Crónica por Fernando Manano.


Un atractivo paquete de gira configurado por dos de las bandas con más tirón del sello Season of Mist, con el añadido de una banda telonera, chocaba una vez más con un inconveniente martes de mediados de enero como fecha para su concierto en Madrid; solo al final de la noche podríamos comprobar si la velada resultaría satisfactoria. Acudimos a la habitual sala Caracol con el tiempo ajustado para asistir al ritual de Inquisition, tras el show de los black/death egipcios Odious.

Con unos 10 minutos de retraso sobre las programadas 8 de la tarde, comenzaron a oficiar su concierto el dúo Inquisition, una de las mejores bandas actuales en lo que a black metal sin aditivos se refiere. Desgraciadamente, los primeros tres cuartos de su set andaron deslucidos a causa de una batería demasiado alta, acusándose una sonorización aguda de los bombos que ocupaban todo el espacio y a veces llegaban a molestar. No obstante tanto el aporreador Incubus, como Dagon, maestro de ceremonias, estuvieron excelentes; dando una lección de elegancia y contundencia a los asistentes, que ocupábamos aproximadamente la mitad del recinto. Durante los siguientes tres cuartos de su tiempo los problemas mencionados parecieron atenuarse, con lo que pudimos disfrutar de una sólida y gran actuación. Esperemos que para la próxima ocasión tengan más suerte con el sonido, porque esos detalles son los que hacen que el público simplemente disfrute -en el mejor de los casos- o bien regrese a su casa con un gran buen recuerdo.

 


Después de una hora de recital de Inquisition y una pausa bastante corta, Septicflesh arremetieron con el escenario saliendo a por todas; confiados por el blindaje que les proporcionaba un excelente sonido y una espectacular batería interpretada por Kerim »Krimh» Lechner, consiguiendo hacer disfrutar desde la primera canción a un público que casi llenaba la sala, y que cuando no cantaba y alzaba sus brazos, símplemente sonreía. El líder Spiros Antoniou no paró de arengar a la masa, como si de un espartano metal-gótico vestido por HR Giger se tratase, dirigiendo a una banda que funcionaba y transmitía a tope de potencia, procurando inteligentemente no dejar mucho espacio entre canciones. Todos estos detalles cuidadosamente ejecutados, además de las consabidas orquestaciones, teclados y demás efectos disparados desde la mesa de mezclas, sin olvidar su ya típico mencionado vestuario, conformaron un show de altísima intensidad que convenció incluso a los no fanáticos. El público quedó con buen sabor de boca, y en el último acto de la noche casi podría decirse que se llenó la sala, pudiendo moverse con comodidad por ella; siendo un martes de plena cuesta de enero.