Antes de que el Diablomovil partiese rumbo a Madrid para ver la primera parada de Metallica en España en 2018 quisimos ver en Sevilla a sus flamantes teloneros, los noruegos Kvelertak, en una de las tres citas que anunciaron en nuestro país aprovechando sus fechas de descanso del Worldwired Tour.

Sevilla, 2 de febrero de 2018.
Sala Custom.
Promotora: Noise On Tour.

Texto y fotos: Rafa Diablorock.


Los teloneros de los teloneros… así podríamos denominar a NAG, la banda amiga de Kvelertak invitada para esta gira. El trío noruego viene a realizar una mezcolanza de estilos muy similar a la de sus compatriotas, pero con un resultado muy diferente. Su sencilla aunque contundente apuesta encajaba en la cita, y pese a que agradaron, el público no llegó a entrar en calor con ellos del todo. Una vez nos acomodamos a su desconocido sonido quizá echamos en falta algo más de dinamismo… los temas de su actuación se hacían más y más monótonos. Un tímido bajista, un bruto batería que ayuda en el apartado vocal junto a un frontman que berrea estático a un lado del escenario es el formato con el que Nag pretenden hacerse paso en la escena, a berridos y sin medias tintas. Apuntados.


Después de un breve intermedio en el que terminó sonando K.i.n.g. de Satyricon, la hermandad del rapaz nocturno hizo aparición de manera escalonada con el riff creciente de «Åpenbaring», que trajo consigo la locura de un público que desde que Erlend Hjelvik apareció con su icónica máscara-búho no borró la sonrisa de su cara. Las garras de Kvelertak se hundieron en el escenario sevillano, y con un sonido excepcional, a volumen 11 y nitidez excepcional, comenzó el recital de temazos. Los tres explosivos guitarristas sudaron la gota gorda, presentando emocionados cada uno de sus fraseos, solos y riffs, elevando sus mástiles y pidiendo a gritos más a un público más loco por momentos.

Tenía mis dudas de la entrega de una banda que haría siete conciertos en los siete días que estaría en la península, una formación que ya ve normal tocar delante de miles de personas y sin embargo bajaba al sur de España para presentar su música ante varios centenares de personas… y la sorpresa que me llevé fue mayúscula. Presencié la mejor de las actuaciones que he podido ver de la banda, en una comunión perfecta con un público que celebraba por igual tanto los temas más duros de la banda como sus más sofisticados nuevos cortes (a los que el veredicto final del directo ha sentenciado como enormes). Erlend marcaba con sus puños el movimiento al unísono de un público sediento de más y más, tanto que Kvelertak tocaron lo que tenían planteado en el setlist… y hasta dos temas más; practicamente todo lo que tenían ensayado, contando con una final «Utrydd Dei Svake» que apenas suelen tocar en los últimos tiempos de la banda.

El cierre se alargó en una loca jam en la que el guitarrista Bjarte Lund Rolland se sentó a la batería, el resto de la banda se lanzó a hacer surf entre público, y Vidar Landa se acercó a la barra a por una cerveza. Un conciertazo brutal que nos rompió las cervicales tanto a los viejos fans como a los que descubrían a la banda esa noche. Empujones, riffs, costaladas en el suelo, más riffs, sonrisas, sudor, más riffs, puños en alto… Kvelertak posiblemente en su mejor versión, un concierto irrepetible. Esta gente se nos terminará de escapar de las manos, así que mientras tanto seguiremos atentos a sus visitas, de esas que siempre nos hacen levantar el puño y sacar el óxido de nuestras cervicales.


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