Hay nombres que definen un determinado estilo musical. Cuando hablamos de blues a muchos nos vienen a la cabeza los de John Lee Hooker o Muddy Waters. Si nos referimos al soul, artistas como Aretha Franklin u Otis Redding suelen ser las referencias más asentadas en el imaginario colectivo. Lo mismo sucede con Hank Williams o Johnny Cash con respecto al country. Y por supuesto el heavy metal también cuenta con sus abanderados. Muchos pensaríamos en Black Sabbath o en Iron Maiden como iconos del género, y desde luego una referencia ineludible es la banda protagonista de hoy. No nos referimos simplemente a un grupo de heavy metal, sino que hablamos de LA BANDA de metal por excelencia. Turno para el cuero negro, las guitarras afiladas, el doble bombo y LA VOZ. Hoy celebramos que cumple 40 años el magistral Stained Class. Señoras y señores, rindámonos ante el poderío de Judas Priest!!!

Un texto de Jaime Taboada.


En 1978 Rob Halford y los suyos ya eran una banda consagrada, aunque no ostentaban todavía la categoría de leyendas vivientes que alcanzarían en la siguiente década. Poco a poco el grupo había ido haciéndose cada vez más popular y su sonido evolucionaba disco tras disco, desde un rock muy setentero con trazas progresivas en sus comienzos hasta el sonido hard de Sin After Sin, su tercer disco. En este trabajo aún se apreciaban reminiscencias blues rock e incluso de la psicodelia. Pero en 1978 el grupo parecía dispuesto a dar un puñetazo en la mesa. Hay quien considera que con Stained Class Judas Priest pusieron la primera piedra de su categoría de leyendas del metal. Y yo desde luego, estoy de acuerdo. No es que los anteriores discos estén mal. De hecho considero Sad Wings Of Destiny un disco notable. Pero es a partir de 1978 cuando se sientan las bases del sonido que les haría famosos y acreedores de la adoración de multitud de fans. Además de ser momento en el que el grupo estrena su mítico logo en diagonal que sigue identificando a la banda en la actualidad.

La formación había sufrido un cambio en sus filas debido al abandono del batería Simon Philips, sustituido por Les Binks que ya tocaría con el grupo en la gira de presentación del álbum. De ese modo, cuando entraban en el estudio en octubre de 1977 para grabar lo que iba a ser su cuarto disco, eran una banda totalmente compenetrada y deseosa de alcanzar de una vez por todas estrellato. Si bien en su anterior disco habían contado con Roger Glover como productor, en Stained Class fue Dennis MacKay quien se ocupó de dicha tarea. Fue contratado por el sello CBS y provenía de mundos musicales muy alejados de Judas Priest, pero su trabajo fue impecable y desde luego ayudó al grupo a dar un salto cualitativo importante.

El disco se grabó entre octubre y noviembre de 1977 en plena explosión punk, algo que no se notó en absoluto ya que cuando vió la luz en febrero de 1978 se convirtió en un título abanderado del heavy metal. Y no podía ser de otra manera con el brutal y contundente comienzo con Exciter, uno de esos himnos de referencia del repertorio del grupo. El inicio con el doble bombo a toda velocidad, la incorporación de Ian Hill, KK Downing y Glenn Tipton a los pocos segundos seguida de la irrupción de un Halford pletórico es de los que hacen época. Una de esas canciones que son concebidas con vocación de clásicos y que definiría el sonido de la banda desde ese momento en adelante. Un patrón parecido se repetía en el tema que da título al disco y en White Heat, Red Hot. Poderosas guitarras entrelazadas arropadas con contundencia por le bajo de Ian Hill y la batería de Binks y un Halford sobresaliente poniendo su garganta al límite. Además de ser canciones de probada contundencia, a diferencia de canciones de anteriores discos, en este Stained Class la producción y los estribillos estaban más pulidos y el gancho comercial era mayor. Por parecidos derroteros discurrían canciones como Savage o Heroes End, quizás más cercanas al hard rock que al metal, eso sí. Judas Priest se revelaban en 1978 como un grupo maduro y más centrado aunque sin haber perdido por ello fuerza o agresividad.

Judas Priest siempre fueron un grupo sin prejuicios y buena muestra de ello fue la introducción de sintetizadores en muchos de sus futuros clásicos en la época en la que eso era anatema en la comunidad metálica. Los ejemplos sobran. Love Bites o Turbo Lover serían dos buenas muestras de ello. En Stained Class ya se intuía esa tendencia en Invader, una canción que podría haber encajado en Turbo perfectamente. Por el contrario, en Saints In Hell, compuesta a medias por Halford, Tipton y KK Downing, el grupo nos sorprendía con un tema de ritmo más pausado, rudo y machacón, anticipándose nuevamente a un sonido que estaría muy en boga poco después en la década de los 80. Sin embargo, por encima de todas, mi canción favorita de las nueve finalmente publicadas es Beyond The Realms Of Death. Casi siete minutos que alternan partes más acústicas y atmosféricas con otras en donde las guitarras rugían con furor. Una composición de compleja estructura, muy Sabbath, y que es todavía una de las favoritas tanto de los miembros de la banda como de los fans en la actualidad. Para mí, desde luego, representa el punto álgido de Stained Class y uno de los mejores momentos de la carrera del grupo. Como curiosidad, hemos de apuntar que es la única en la que figura Les Binks como co-autor ya que según parece fue quien compuso la intro acústica.

El álbum poseía fuerza, energía y muy buenas canciones, pero CBS no acaba de ver ningún single claro y a última hora forzó al grupo a incluir una última canción. Se trataba de una versión de Spooky Tooth titulada Better By You, Better Than Me. El tema se grabó en el último momento, tiempo después de haber grabado el resto del álbum, por lo que no pudieron contar con los servicios de Dennis McKay como productor al estar ocupado en otros proyectos. Finalmente para esa sesión, se harían con los servicios de James Guthrie que repetiría posteriormente en Killing MachineBetter By You, Better Than Me no hubiera sobrepasado la categoría de anécdota, eso sí, si no fuese porque años después, en 1990, siendo Judas Priest estrellas consagradas, sería la causante de una polémica que llegó a los tribunales de justicia de Estados Unidos. En 1985 dos adolescentes norteamericanos realizaron un pacto de suicidio. Uno de ellos se mató. El otro, quedó gravemente herido tras dispararse a sí mismo. Sobrevivió pero falleció tres años más tarde. La familia de uno de ellos, acusó al grupo de haber grabado mensajes subliminales dentro de la canción, diciendo “do it” y demandaron a la banda ante los tribunales ya que entendían que habían incitado al suicidio a su hijo, alegando que se pasaba el día escuchando la canción una y otra vez. Al final, Judas Priest fueron absueltos pero aún se recuerdan las imágenes de un Rob Halford trajeado declarando ante el juez. Eran los tiempos en que se acusaba (de modo absurdo y sin fundamento alguno) a bandas como Led Zeppelin o los Eagles de haber grabado mensajes “satánicos” que se escucharían haciendo girar los discos al revés. Lo único que algunos lograron fue joder algún tocadiscos tratando de escucharlos.

Pero más allá de la desagradable experiencia (recordemos, 12 años después de la publicación del LP) Stained Class no es la clase de disco que necesitase de polémicas, escándalos o grandes campañas publicitarias. Buena prueba de ello es que, transcurridos cuarenta años ya desde le fecha de su publicación, sigue siendo reivindicado por fans del grupo en particular y del rock en general como un notable título que no solo no ha envejecido mal, sino que suena actual, rompedor y totalmente vigente en 2018. En 2001 fue objeto de una reedición que incluía dos temas extras, Fire Burns Below, grabado en las sesiones de Ram It Down y una versión en directo de 1990 de Better By You, Better Than Me. A los pocos meses de la edición del LP el grupo, en racha creativamente, publicaba otro disco al cual seguiría el directo Unleashed In The East, grabado en Japón, el cual sería la definitiva confirmación de que Judas Priest habían llegado muy alto… y más que lo harían en la siguiente década.

Pero hoy no toca rememorar títulos tan imprescindibles como Screaming For Vengeance, British Steel o Defenders Of The Faith sino dejarnos llevar por la magia del disco que hizo posible que esas obras vieran más tarde la luz. Regresamos al momento en que la leyenda comenzó. En año en el que la banda dio el gran salto y encaró el futuro con decisión, firmeza y contundencia. El momento en que Judas Priest dejaron de ser una simple banda de rock duro para convertirse en iconos del metal. Y cuarenta años después, con el puño en alto coreamos de nuevo con toda la energía que nuestra garganta nos permita, el estribillo de Exciter y nos sentimos liberados, imbatibles e indestructibles. METAL ON METAL!!!!