A este paso creo que Thin Lizzy van camino de convertirse en una de las bandas estrella de Diablorock. En lo que llevamos de andadura ya hemos hablado de ellos y de algunos de sus discos como Jailbreak (click aquí) o Bad Reputation (click aquí) en varias ocasiones, algo que con toda seguridad continuaremos haciéndo. Porque hay artistas que, mas allá de gustos, son especiales por tener un sonido, una imagen o algún rasgo distintivo que los hace únicos. Los irlandeses, desde luego, encajan como un guante en esa categoría. Su amalgama de influencias que iban desde el folk al hard rock, sumado al don de Phil Lynott para componer esas pequeñas historias en formato canción y el inequívoco sonido de sus “twin guitars”, hicieron de ellos un grupo que no podía ser comparado con ningún otro y que siempre trascendió a estilos y etiquetas. Si una banda derribó muros y prejuicios, esa fue Thin Lizzy, tanto a nivel musical como social.
En la década de los 70 habían logrado llegar muy lejos a nivel artístico y comercial, sobre todo en Europa. Su directo Live & Dangerous de 1978 y el disco Black Rose, publicado el siguiente año, significaron dos exitazos (sobre todo el primero de ellos) que presagiaban que reinarían también en la siguiente década. Pero sin embargo los primeros años de la década de los 80 no fueron tiempos felices para la banda. Miembros a la fuga, inestabilidad, incorporación de músicos que quizás no fueran los más adecuados, junto a obras que, independientemente de la recepción crítica, no obtuvieron la repercusión y el éxito esperados. Hollywood y Renegade no fueron precisamente los discos mejor recibidos de su carrera. Más bien todo lo contrario. Aunque personalmente pienso que Hollywood es un gran LP, lo cierto es que el grupo no atravesaba en aquella época su mejor momento ni el plano artístico ni el personal. Además, la decisión de fichar a gregarios como Midge Ure o Snowy White no fue la más adecuada ya que de ninguna manera se aproximaban siquiera al nivel de Gary Moore o Brian Robertson. Tan solo Darren ´Dare´ Wharton se consolidó como teclista y llegó a encajar como músico y compositor.
A todo esto hubo que sumarle el inicio de una carrera en solitario de Lynott así como la formación del grupo The Greedy Bastards que él mismo lideraba junto a gente como Paul Cook o Chris Speeding. En definitiva, una etapa de hiperactividad con Phil y compañía inmersos en una vorágine de drogas y excesos que minaban la (hasta hacía poco) inquebrantable unidad del trío Lynott/Gorham/Downey. Se les notaba prolíficos pero dispersos, y parte del material que vio la luz en aquellos años no alcanzaba los mínimos a los que tenían acostumbrados a su público, hasta el punto de que Renegade semejaba ser un disco grabado con el piloto automático puesto.
Exhaustos tras años viviendo en un auténtico carrusel de grabaciones y giras que no parecía tener fin, Gorham y Downey decidieron tomarse un descanso. El guitarrista reconocía haber tocado fondo y deseaba recuperarse de sus adicciones a las drogas para poder recuperar el control de su vida. Se podría decir que en 1982 Thin Lizzy vivían el peor momento de su carrera y estaban al borde de la desaparición. Sin embargo se negaron a tirar la toalla y si desaparecían como banda un disco como Renegade no sería el que pondría punto y final a su carrera. Llegado el caso, tendrían que hacerlo con una obra de enjundia y que perdurase en el tiempo. Así que una vez más se pusieron manos a la obra dispuestos a reverdecer viejos laureles y demostrar que aún tenían mucho que decir.
Tras el paréntesis temporal, Gorham y Downey volvieron al seno del grupo, que continuó contando con Wharton como teclista. Para al puesto de segundo guitarrista fue reclutado John Sykes, en aquel momento un músico muy prometedor que militaba en los emergentes Tygers Of Pan Tang. Con esa formación Lizzy entraron en el estudio de grabación a final de 1982 con renovadas energías e ilusiones. El resultado, publicado en marzo de 1983, fue Thunder And Lightning, que aún a día de hoy sigue provocando controversia. Hay quien considera que es el disco “heavy” (en tono un tanto peyorativo además) de Thin Lizzy y lo detesta por ello. Por el contrario, otros muchos fans opinan que está a la altura de sus mejores trabajos. Uno de esos títulos que dividen a los seguidores y sobre el que no hay término medio. O se ama o de odia. Puedo anticipar que servidor ADORA Thunder And Lightning.
La gran pregunta que se plantea acerca de este álbum es si suena a Lizzy o al metal de la época (hay que recordar que estamos hablando del apogeo de la NWOBHM). Definitivamente es un disco que suena más duro y metálico que todos sus predecesores pero conserva a la vez toda la esencia del sonido del grupo. La incorporación de Sykes y la labor de Chris Tsangarides en la producción tuvieron mucho que ver en ello. Y lejos de resultar algo negativo, la aportación de ambos constituyó un revulsivo que contribuyó decisivamente a que Thin Lizzy volvieran a ser en 1983 una banda imbatible.
Solo hay que dejar caer la aguja en el vinilo para comprobar que en aquel momento, y tras una temporada de confusión, la banda había remontado el vuelo. ¡Y de qué modo!
Casi siempre tenían la buena costumbre de comenzar sus discos con algún tema contundente y con gancho y Thunder And Lightning no iba a ser la excepción. Así, el comienzo con la canción que da título al disco es simple y llanamente demoledor. Un himno compuesto a medias por Phil y Brian Downey en el que deja su impronta un gran John Sykes que brillará a lo largo de las nueve canciones y que demostrará con creces haberse ganado el puesto. Como curiosidad, decir que 1998 Gluecifer grabaron una buenísima versión de la canción. Un comienzo así es de los que ponen el listón muy alto pero pese a ello el disco mantiene un nivel muy elevado de principio a fin. Tal era la confianza del grupo en sí mismo en 1983, que lograba encadenar temazo tras temazo.
A la canción que da título al LP le sigue un excelente This Is The One, escrito a medias por Lynott y Wharton tras el que la banda echa el freno y nos sorprende con una suave y melancólica The Sun Goes Down, en donde Phil nos emociona con su característica manera de cantar. A partir de ese momento volverá la contundencia que ya no nos abandonará hasta el final. Desde un potente The Holy War con un memorable estribillo hasta la acelerada Heart Attack que sirve como colofón. Entre medias una premonitoria Bad Habits, compuesta a medias por Phil y Scott Gorham o esa imbatible tripleta con Cold Sweat en donde la guitarra de Sykes ruge con fuerza, Someday She Is Going To Hit Back y Baby Please Don´t Go, siendo estas últimas las que quizás mejor conservan la esencia más clásica de su sonido. Sobre todo Baby Please Don’t Go, con autoría de Lynott que aún sonando cruda y ruda como el resto del disco, tiene esos coros y melodías tan característicos de los irlandeses.
El disco se convirtió al poco de publicarse en un gran éxito en Gran Bretaña apoyándose en Cold Sweat que fue el tema elegido como single. De ese modo, la banda se lanzó a la carretera para presentar del disco en olor de multitudes. Pese al buen recibimiento que tuvo el álbum, Phil sin embargo había decidido ya poner punto y final a Thin Lizzy por lo que la gira fue promocionada como la de despedida y cierre, contando en algunos de los conciertos con la participación de antiguos miembros como Gary Moore, Eric Bell o Brian Robertson. De ahí saldría el disco en directo Life. Pero de él y de los últimos años de Lynott no toca hoy hablar. Hoy es una gran ocasión para rememorar, reivindicar y, si cabe, redescubrir Thunder And Lightning.
Un título que no siempre ha sido, en mi opinión, valorado como se merece y que aún en la actualidad es ninguneado por un sector de fans del grupo. Más allá de etiquetas, géneros y estilos, fue, es y será un disco que a muchos nos emociona y nos hace vibrar a partes iguales. No es Jailbreak, Fighting o Bad Reputation. Es deudor de su tiempo, diferente, pero no por ello inferior o mediocre. Puede cambiar el sonido y la producción, pero el sello Lizzy está presente en cada riff, estribillo y melodía. En 2018 sigue sonando con la misma contundencia que treinta y cinco años atrás y cada vez que lo hagamos sonar viviremos, como reza su título, una auténtica tormenta eléctrica de crudo, puro y duro rock´n´roll mientras puño en alto cantamos a voz en grito aquello de:
“Like Thunder and Lightning / Goddamn It’s so exciting / It Hits You Like A Hammer / Goddamn!!!!”