Sello: Columbia Records
Producción: Tom Allom, Andy Sneap
No es tarea fácil juzgar el disco de una banda como la que hoy nos ocupa. Debido a su condición de iconos del heavy metal, es muy difícil escuchar un nuevo disco de Judas Priest con un mínimo de frialdad y sin caer en la tentación de comparar el nuevo material con los clásicos del pasado. Pero durante unos minutos trataremos de dejar de un lado prejuicios y esquemas preestablecidos para centrarnos en Firepower. Los últimos años del grupo, desde el retorno de Halford a la formación, han estado marcados por una trayectoria irregular. Y en mi humilde opinión sus más recientes trabajos discográficos (Angel of Retribution, Nostradamus, Redeemer of Souls, etc.) ni siquiera se aproximaban al nivel de los Judas clásicos. No fueron vergonzosos pero en ningún caso dejaron poso alguno. Además de todo esto el goteo de bajas en la formación también ha sido constante. En 2011 saltaba la noticia del abandono de KK Downing, sustituído por Richie Faulkner. Y recientemente hemos conocido la noticia del abandono, al menos de las giras, de Glenn Tipton. En este caso, ha sido un golpe bastante duro ya que la causa de su retirada de los escenarios es padecer Parkinson.
Pero pese a todo, en 2018, la publicación de un disco de Judas Priest, sigue siendo un acontecimiento que provoca expectación, interés y curiosidad a partes iguales. Al fin y al cabo hablamos de los únicos y legítimos Metal Gods. El grupo ya había ido dejando ciertas pistas en forma de adelantos de canciones. Y la verdad es que las primeras impresiones fueron muy positivas. Lightning Strike, elegida como primer single, me pareció una más que correcta carta de presentación. Poco después pudimos disfrutar de Firepower y Never The Heroes que nos pusieron los dientes muy largos. El tema que da título al álbum parece sacado de las sesiones de Painkiller. Puro metal 100% Judas con un Halford pletórico y la banda sonando como una apisonadora. Mientras que Never The Heroes es una canción con partes más melódicas pero que conserva la esencia del sonido Priest. Y una vez escuchado el disco al completo, las buenas sensaciones que antes sólo se intuían ahora se confirman. La producción corre a cargo de Andy Sneap y Tom Allon, con quien trabajaron en los míticos discos de los 80. Se revela una combinación adecuada porque el álbum suena actual pero a la vez nos remite a la edad de oro del grupo. Asimismo, Tipton, pese a sus problemas, deja su impronta y ya totalmente compenetrado con Faulkner forman un potente equipo a las guitarras. Pero lo mejor es la sensación de puñetazo en la mesa por parte de Glenn y Rob. Parece que, por el motivo que sea, han querido dejar de lado experimentos y se han dedicado a lo que mejor saben hacer, puro metal. No sé si es debido a la incorporación de Allon como productor, a la total integración de Faulkner, o a que simplemente tenían ganas de volver a un sonido más visceral, pero lo cierto es que este Firepower parece por momentos la continuación del enorme Painkiller. El diablorockero compañero Beto Lagarda me comentaba que parecía que la banda había viajado 25 años atrás en el tiempo. Y en muchos momentos del disco, eso parece.
Canciones como la mencionada Firepower, Evil Never Dies , Necromancer o Flame Trower son puro heavy metal sin contemplaciones y podrían haber figurado en Painkiller o Defenders Of The Faith. Porque poseen la mágica combinación de batería aplastante (magnífico Scott Travis), pareja de guitarras demoledoras y estribillos memorables. En definitiva, la receta Priest que siempre ha funcionado. Lone Wolf sigue por similares derroteros pero cambiando la velocidad por un ritmo más machacón y sabbathico. Pero no solo de guitarrazos vive el hombre. También encontramos épica y complejidad en algunos de esos medios tiempos que tan bien se le dan a Halford y los suyos. Además de Never de Heroes, un himno como el excelso Children of The Sun, nos hace retroceder mentalmente hasta el glorioso Out In The Cold de Turbo, mientras que en Rising From Ruins Rob canta como nunca, al igual que lo hace en la final Sea Of Red. Podría nombrar todos los temas uno a uno y hacer un análisis pormenorizado pero creo que ahora es momento de plasmar simplemente las vibraciones que nos transmite el disco en las primeras escuchas. Y puedo decir que dichas vibraciones son muy buenas.
El tiempo, como siempre, será juez inflexible. Posiblemente matice mi opinión tras más escuchas, unas canciones me gustarán más que otras y quizás le vea ciertos defectos que ahora la emoción me impide reconocer. Pero ahora mismo afirmo con rotundidad que ha vuelto la mejor versión de Judas Priest tras unos años de travesía en el desierto. No pondría a este Firepower al nivel de Screaming For Vengeance o British Steel, pero supera con claridad todo lo que han publicado desde 1991 en adelante… Además de encontrar, por primera vez en mucho tiempo, no solo buenas canciones sino también temas con vocación de clásicos como el que da título al disco o ese soberbio Children Of The Sun. No sé qué sucederá en el futuro con el grupo. Pero si el legendario Glenn Tipton tuviese que abandonar definitivamente, puede estar seguro de que Firepower es una despedida con honores. Damas y caballeros…….The Priest is back.