Tormenta de riffs en Sevilla. Cuando se cumple un año de la publicación de “Atonement”, Immolation volvía a España para presentar uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. En esta gira estarían acompañados por Omophagia, Monument of Misanthropy y Full of Hell, en un agresivo cartel que explotaría en Sevilla en pleno domingo de Ramos.
Promotora: Madness Live
Sevilla, Sala Custom.
Domingo 25 de marzo de 2018
Texto y fotos: Rafa Diablorock.
Repletos de osadía y mala baba, Full of Hell son considerados por medio circuito underground como una de las promesas más convulsas de la actualidad. Pese a su juventud, llevan años en boca de músicos ilustres y medios especializados, por lo que estábamos ante una genial oportunidad de ver cómo se las arreglan en vivo. Su grindcore/noise no estaba en demasiada sintonía con la banda protagonista del día, pero su apuesta daba (por contraste) una riqueza formidable al cartel; sin embargo, no pareció convencer finalmente a la mayoría del público, que quizá tenía una idea más tradicional de los sonidos extremos. Pese a ello, la banda de Ocean City ofreció un concierto más que correcto, su líder Dylan Walker mostró una actitud tremendamente agresiva, y estuvo todo lo comunicativo que pudo… lástima que globalmente la banda deslució algo en su puesta en escena, principalmente debido a que se percibía algo de apatía/incomodidad en el resto de los integrantes. Salvaron los muebles mostrándose instrumentalmente solventes (solo de batería incluido), pero la banda no parecían estar disfrutando de la actuación (y eso se contagió), posiblemente debido a algún problema técnico que impidió que la banda se mostrase más relajada… aunque el sonido nos llegaba perfecto y nítido. Pese a los inconvenientes, Full of Hell tuvieron varios momentos fantásticos en una actuación que cundió de sobra a sus seguidores.
Diez minutos antes de la hora prevista, Immolation al completo ocupaban el escenario de la formidable Sala Custom sevillana. Vestidos de estricto color negro, el cuarteto neoyorquino gozó de un sonido perfecto desde la primera nota, que unido a un volumen extremo atropelló a un público que, con la boca abierta, empezaba a encajar los golpes con gusto. Una auténtica losa de death metal oscuro y brutal, que contrastaba con una inhabitual iluminación en un escenario mucho más luminoso de lo que se espera en una banda así. Immolation pueden presumir de varios discos fundamentales del género, manteniéndose siempre fieles a una producción y estilo, el cual no sólo son capaces de trasladar en directo, sino que resulta aún más brutal e impactante en su versión en vivo.
Ross Dolan es un frontman magnífico, a su presencia y característicos guturales suma un tremendo oficio al bajo, al que saca mucho más partido del que esperaba… teniendo en cuenta que asistimos a un concierto eminentemente guitarrero. Vigna y Alex Bouks se complementan a la perfección, aprovechando las dos guitarras al máximo, de tal modo que resulta increíble la precisión que emplean en cada uno de los armónicos y la tormenta de riffs con los que nos deleitaron. Mientras Bouks parecía algo más concentrado en su instrumento, es siempre sorprendente la puesta en escena de Robert Vigna, que sin parar de sudar sacude mecánicamente su mástil a una velocidad sorprendente. A mí Vigna me recuerda a un brazo mecánico, como los de las cadenas de montaje industrial… todo sin comprometer su precisión milimétrica.
Immolation tienen repertorio de sobra y suelen modificarlo frecuentemente, eligiendo para la ocasión media docena de temas de su apabullante último disco, que se sumaron a otros tantos trallazos del resto de su discografía. Después de una final «Immolation» la banda bajó al foso para despedirse, estrechando la mano a un agradecido público que, después de 60 minutos, se marchó tras haber visto a una de las mejores bandas de death metal del planeta.