Crónica Roadburn Festival 2018.
19, 20 21 y 22 de abril.
Tilburg – Holanda
Fotos por Niels Vinck y Paul Verhagen.
Crónica por Manuel J. González.
Tercera de cuatro entregas de nuestra crónica del recientemente concluido Roadburn Festival 2018.
Amanece un cálido sábado en Tilburg y el cuerpo ansía más música, más cerveza, más evasión; esa que andábamos esperando desde hacía meses. Roadburn es felicidad, y no me cansaré de repetirlo. Incluso las colas en los baños públicos y duchas se tornan divertida anécdota. Comentar además que esté año se ofrecía un servicio de transfer entre el camping y las salas de conciertos. Aunque nosotros optáramos por regresar caminando ipa en mano.
La jornada del sábado comienza con una sorpresa. La repentina muerte de Caleb Scofield – Cave In, Old Man Gloom – hace unas semanas pilló a todo el mundo por sorpresa, por lo que Roadburn quiso rendirle un pequeño y bonito homenaje aprovechando que tanto Stephen Brodsky como Adam McGrath estarían en Tilburg para tocar con Mutoid Man y Wear Your Wounds, respectivamente. Cuarenta y cinco minutos en acústico de pura emoción repasando temas de Cave In y una bonita versión de Townes Van Zandt pusieron a la gente al borde de la lágrima y sirvieron para honrar la memoria del gran músico que fue Scofield.
Arriba uno de los momentos más esperados del fin de semana: escuchar íntegro – el disco está compuesto de una sola pieza – “Mirror Reaper” de los norteamericanos Bell Witch en directo. Pelos como escarpias. Cierta incredulidad. No podemos olvidar que esta pieza de 83 minutos es una de las obras más excitantes de los últimos años. Funeral doom al servicio de aquellos que ansiamos soñar. Ni que decir tiene que Dylan Desmond y Jesse Shreibman convierten la sala Koepelhal en un altar de oscura y sublime ceremonia. Uno de los detalles que más me sorprenden de su actuación es la técnica de bajo de Desmond, una de las más curiosas y efectivas que recuerdo sobre un escenario. La labor de Erik Moggridge en las partes vocales melódicas de la segunda parte de la pieza es bastante aceptable, aunque sinceramente el tipo – líder de Aerial Ruin – me pone ciertamente nervioso con su actitud escénica.
Mientras tanto en el Main Stage el proyecto liderado por el guitarra Ivar Bjørnson – Enslaved – y Einar Selvik – Wardruna – nos ofrecen una fórmula de folk electrificado bastante interesante. Hugsja presentan su homónimo disco, mediante el cual pretenden transmitir parte de la cultura tradicional noruega. La muerte y los ritos relacionados con el más allá son algunas de sus temáticas. La utilización de instrumentos atípicos como la caracola o el arpa pequeña se agradece como contrapunto a lo que viene siendo habitual.
De nuevo en la sala Koepelhal comprobamos la inocua propuesta – sobre todo en lo creativo – que suponen los Wear Your Wounds de Jacob Bannon. Da gusto observar al líder de Converge jugando con otro tipo de registros menos agresivos, pero la suerte de post metal alternativo que ejecutan sobre las tablas se antoja excesivamente comercial, teniendo en cuenta el vanguardismo underground que suele destilar Roadburn. Interpretan temas de los dos trabajos que editaron el pasado año: el doble “WYW” y el ecléctico “Dunedevil”. Curiosos sin más.
Regresamos al delicioso Het Patronat para comprobar como los italianos Forgotten Tomb defienden más que correctamente el enérgico “We Owe You Nothing” [Agonia Records, 2017], un compendio de sludge doom la mar de efectivo. No arriesgan compositivamente; pero no hay duda de que han trabajado duro para llegar a tocar en dicho escenario.
De vuelta a la sala Koepelhal volvemos a caer rendidos ante al arte más extremo. Sabíamos que Mizmor se coronarían como uno de los combos más excitantes de la presente edición de Roadburn, y no nos equivocábamos. Desde que cayera en nuestras manos el inconmensurable “Yodh” [autoeditado, 2016], los satánicos salmos que suponen – al menos en lo sonoro – esta colección de canciones no pueden dejar a nadie indiferente. A.L.N se hace acompañar de músicos que cumplen con creces el cometido de ascender el infierno a la tierra durante la hora que dura su increíble actuación. A veces, las palabras no hacen justicia a los actos. Este es uno de esos casos.
Casi sin tiempo a recuperarnos, regresamos al Main Stage para comprobar como el ruido se convierte en arte eterno. Los japoneses Boris acompañados de Stephen O’ Malley – Sun O)))) – interpretan el imposible “Absolutego” [Fangs Anal Satan, 1996], devastando literalmente a los presentes con una mezcla de fuego escénico y dolor sonoro, que acaba por embaucar incluso a los más incrédulos. Ciertamente, una propuesta no apta para todos los públicos. La unión de ambos entes se anuncia como Boris & SOMA.
A continuación, la sala Het Patronat acoge el ritual que supone la unión de dos fuerzas islandesas: NYIÞ & Wormlust. Su proyecto conjunto se llama Hieros Gamos: dark ambient mezclado con drones de guitarra, campanas y violines para acompañar una ceremonia en la que NYIÞ se sumió en un trance con incienso, extrañas bebidas y ramas de árboles; sí, ramas de árboles. Extraño.
Cada año Roadburn mantiene la línea de abrirse más y más a estilos musicales gracias a un público con escasas barreras mentales en lo que a arte sonoro se refiere; mientras el artista o banda posea un mínimo de calidad. Gracias a ello podemos ver a artistas como Zola Jesus. Su pop electrónico de tintes oscuros hizo las delicias de un público muy numeroso en la amplia sala Koepelhal. La propia Zola, al ver la calidez con que su propuesta fue recibida, agradeció el gesto y se emocionó al ver tanta gente allí congregada.
Con la mano en el corazón nos adentramos en un mundo que llevábamos años aguardando: el mundo de GY! BE. Los canadienses Godspeed You! Black Emperor son hacedores de eternidad sonora, de ecléctica y soberbia poesía. Su música te embauca y te recuerda lo pequeño que eres frente al vasto Universo. Presentan el bellísimo “Luciferian Towers” [Constellation Records, 2017] – para mí gusto, superior a su predecesor, “Asunder, Sweet and Other Distress” [Constellation Records, 2015] –, y nos sacuden intensamente con piezas como “Bosses Hang”, redefiniendo sensaciones, temblequeos emocionales y espasmos cerebrales. Recuperan además su viejo EP “Slow Riot for New Zerø Kanada” [Constellation Records, 1999], convirtiendo su actuación en una experiencia retrospectivamente futurista. Ni que decir tiene que la colección de músicos que componen el combo canadiense son más propios de orquestas clásicas que de una banda de rock; intercambiando instrumentos, posiciones, etc. Mención especial al mágico David Byrant.
Mientras todo ello acontecía las bestias pardas de All Pigs Must Die destrozaban el escenario de la sala Koepelhal. Su último trabajo, “Hostage Animal” [Southern Lord, 2017], es un compendio de brutalidad, caos y distorsión, a partes iguales. Mención especial al animal Ben Koller, en la que sería su cuarta actuación durante el fin de semana – contando las dos junto a Converge. Gente volando por los aires y mosh pits infinitos constataron que su actuación fue de las más intensas del fin de semana.
Como colofón de jornada la actuación conjunta de dos mastodontes sonoros como Thou & The Body. Describir el terror escénico que transmiten estas dos desgarradoras formaciones es como intentar proyectar lo que debía sentir H.P. Lovecraft cuando inventaba historias de horror y oscuridad. Cierto es que regodearse en el dolor no es algo que convenga a ningún ser humano, pero también hay que decir que hacerlo reconduce el alma a ese equilibrio necesario entre el bien y el mal. No podemos olvidar que de alguna manera la muerte y la destrucción forman parte de todo. Roadburn se encarga de recordarnos lo insignificantes que somos frente a la vasta extensión del compendio humano.
Hubiera sido genial que el combo híbrido rescatara su versión del “Terrible Lie” de NIN, aunque sí rindieron – sorpresivamente – tributo a los grandes Shellac, constatando que su fórmula deriva de mundos ciertamente vanguardistas. Abandonaron el escenario antes de tiempo, para después regresar por aclamación popular. Su actuación finalizó con Bryan Funck arrodillado frente al público durante más de cinco minutos, con drone de fondo, e incomodando al personal hasta límites insospechables. Toda una declaración de principios.
God bless Roadburn!
Por Manuel J. González.
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