SWR BARROSELAS METALFEST 2018.
Barroselas, Portugal. 27, 28 y 29 de abril de 2018.
Fotos: Helena Granjo.
Foto cabecera: André Henriques.

Crónica de Carlos Salcedo Odklas.


Vivimos una burbuja festivalera como hacía años que no se veía. Y no seremos nosotros quienes se quejen por ello. Siempre es una gozada poder disfrutar de carteles relevantes y la actuación de grandes leyendas lo más cerca posible de nuestras ciudades de residencia. Pero esta alocada carrera en pos del «más y mejor» está revirtiendo en muchos casos en problemas de cara al asistente a los eventos, con molestos fallos de organización, emplazamientos mejorables y las temidas e incómodas masificaciones.

Ajeno a todo esto, el festival de música extrema de Barroselas continúa siendo un oasis aparte en esta su ya 21ª edición. Sus señas son las de siempre: una selección musical escogida con gusto y que nunca decepciona, un ambiente inmejorable, y la cantidad de público justa para garantizar tanto comodidad como diversión. Todo ello hacen de Barroselas un lugar de peregrinación obligada dentro de la escena underground extrema de la península. Y una cita recomendable para aquellos que busquen una experiencia festivalera distinta, más familiar y exclusiva. 

Su emplazamiento habitual, el complejo deportivo de Barroselas, al norte de Portugal, es una delicia de comodidad y cercanía. Ahí se montan los tres escenarios, uno de acceso totalmente gratuito y dos de acceso con la pulsera del festival. El bar 24 horas, donde se realizan proyecciones, meets & greets y demás actividades, y los distintos puntos de merchandising y comida. Todo ello está totalmente cubierto, creando el ambiente necesario para este tipo de actuaciones y, lo que es más importante, haciendo que la lluvia, que siempre se hace presente en algún momento del festival, sea una molestia menor.

La zona de acampada se sitúa en una zona boscosa cercana, con sito de sobra para lo que es la afluencia habitual del festival. La palabra es: cercanía. Resulta una gozada estar en mitad de un concierto en el escenario principal y retirarte a beber algo o a coger ropa a la tienda de campaña y poder volver a estar en primera fila habiéndote perdido solo unos pocos minutos de actuación por el camino. Todos los accesos son fáciles y rápidos, en las antípodas de algunos macro festivales.

Entre los aspectos más destacables encontramos el impresionante sonido de los tres escenarios. Todas las bandas sonaron enormes y altamente definidas. Y teniendo en cuenta que nos movemos en territorios de sonoridades muy extremas, no podemos evitar pensar cómo en otros festivales con muchos más medios puede haber tantos altibajos en la calidad sonora de las bandas. Aquí no. En Barroselas todos los grupos sin excepción, más allá de los gustos personales o la entrega de cada banda en particular, gozaron de un sonido entre el notable y el sobresaliente. Algo muy comentado y aplaudido por los asistentes.

También destaca la gran escrupulosidad a la hora de seguir los horarios marcados de las actuaciones. Hubo un par de inevitables caídas y sustituciones de última hora, pero incluso así el programa de horarios se respetó a la perfección, lo que hizo muy sencillo planificar la ruta a seguir durante los tres días y evitó el malestar de tener que perderte el inició de alguna banda por el retraso o exceso de actuación de otra. Al termino de una actuación en un escenario, y con un margen de tan solo unos pocos minutos, daba comienzo la siguiente actuación en otro escenario. Así desde las cinco de la tarde hasta bien pasadas las cuatro de la mañana, con absolutamente ningún tiempo muerto sin actuaciones y con tan solo un solape por día, dando un total de 15 actuaciones por jornada.

Pero por encima de todo destaca el gran ambiente entre la gente. No hubo ningún tipo de incidencia en los tres días más allá de las que conciernen al propio caos del ser humano, como pueden ser contusiones por caídas o intoxicaciones etílicas. La gente acudió a pasárselo bien, disfrutando durante un largo fin de semana de la música y tratando de no molestar a los demás. Esto demuestra, una vez más, que la violencia y apatía dentro del metal extremo es algo que se circunscribe únicamente a su aspecto musical y artístico. Ni que decir tiene que me fue totalmente imposible verlo todo, ya que como ser humano medio en determinados momentos necesité alimentarme, evacuar, o simplemente desconectar un rato de tanta violencia sonora. Espero por tanto podáis perdonarme algunas ausencias. Y sin más dilación vayamos ya hasta el campo de batalla.


Primera Jornada: Viernes 27.

Aunque lo gordo comenzaba el viernes, hubo una jornada de calentamiento el jueves para aquellos más impacientes por comenzar el ritual. Dicha jornada contó con cinco actuaciones totalmente gratuitas. Al no haber asistido no puedo hablar de ellas, pero decir que me dolió especialmente perderme al DJ y músico norteamericano GosT. Sus sesiones están cosechando grandes comentarios y su último trabajo, Possessor, ha sido uno de los descubrimientos recientes más gratificantes, por lo que habría sido un estupendo cierre para alguna de las jornadas principales en vez de situarlo en la jornada de calentamiento. Una auténtica lástima, pero bueno, quizás en otra ocasión. Y tras este pequeño apunte metámonos en harina y pasemos a las actuaciones del viernes.

El escenario principal se inauguraba con la actuación de Vulvodynia. Y vaya manera de empezar… La banda sudafricana con nombre de enfermedad vaginal salieron a por todas con su brutal death atronador y depravado, dejando bien claro desde el principio de qué va esto de Barroselas, por si aún había algún despistado entre los asistentes. Con una entrega y ejecución impecables rompieron cuellos ya desde primera hora de festival. Una auténtica apisonadora.

Y el listón no bajó en absoluto con los siguientes en subirse al escenario grande. Tras una siniestra intro y con indumentaria monacal salían a escena los Italianos Mortuary Drape. La legendaria y veterana banda se presentaba por primera vez en Portugal, y se metió al hambriento público en el bolsillo desde el principio gracias a su black metal con toques thrash. Su intimidatorio frontman, Wildness Perversion, subido a una especie de púlpito, arrojó sus textos ocultistas arropado por una banda de enorme nivel, con una sección rítmica precisa como un reloj y unas guitarras plagadas de solos virtuosos e intrincados arreglos. Una puesta en escena solemne y un sonido impecable junto a temas míticos como All the Witches Dance o Pentagram los convirtieron en uno de los indiscutibles triunfadores de esta primera jornada.

Iba dispuesto e ilusionado para disfrutar del directo de Hexis, al igual que disfruto de sus discos. Presentándose casi en la oscuridad, supongo que para crear una sensación fantasmagórica, la banda danesa fue soltando sus temas, oscuros y densos. Pero la cosa no resultó del todo bien por culpa de un sonido que no me convenció: confuso, distorsionado y pasado de agudos, lo que hacía que fuese demasiado pastoso y algo caótico. La banda pareció ponerle ganas, pero esa iluminación excesivamente minimalista y el mejorable sonido hicieron que se me atragantase su actuación. Me marché de allí sin siquiera terminar de verlos.

El escenario grande mostraba buena entrada para ver a Master’s Hammer. Se percibían las ganas antes del show ante la que era la primera visita de la banda a Portugal. Por desgracia, una vez metidos en faena, eso no se tradujo en conexión entre la banda y el público. Tampoco ayudó la ecualización ya que las guitarras, demasiado bajas, eran totalmente comidas por la percusión. El show, correcto pero frío, no terminó de despegar del todo y se hizo algo plano y monótono, a pesar de la innegable presencia y tablas de la banda.

No ocurrió así con Teethgrinder que dieron una auténtica lección de brutalidad en el escenario Dungeon, consiguiendo que la gente se volviese totalmente loca y desfasara como merecía su furiosa propuesta grindcore. La entrega de la banda fue absoluta, dejándose la piel en un show impecable y ultra violento.

Y llegaba uno de los momentos más esperados de la noche. Exhorder saltaban a escena cargados con su armamento de thrash groove furioso y veloz. La remodelada banda regresaba a la actividad tras un parón de siete años para realizar una serie de actuaciones que los traía hasta el escenario grande de Barroselas. Vimos entrega, tablas y profesionalidad en un show que puso a la gente patas arriba, metafórica y literalmente. Pogos por doquier y desparrame absoluto mientras iban cayendo temas de los míticos discos Slaughter in the Vatican y The Law, obras capitales para entender el thrash y el groove metal de los 90 en adelante. Tuvieron un pequeño problema técnico al comienzo de la actuación que los obligó a parar unos minutos, excepto por ese detalle la poco más de una hora de descarga transcurrió sin incidentes y dejó ganas de mucho más entre un público sudoroso. Con toda la banda motivada y un Kyle Thomas en estado de gracia fueron sin duda uno de los triunfadores de la jornada.

Una de cal y otra de arena. Ya que la siguiente actuación en el escenario principal puede calificarse como una de las grandes decepciones del cartel. La elección de Mortiis de revisionar íntegro su disco de la primera era Anden Som Gjorde Oppror era, cuanto menos, arriesgada. Aquellos que sabían a lo que iban y consiguieron meterse en la burbuja de Mortiis es posible que disfrutaran de la actuación, pero el grueso del público, que sin duda esperaba otra cosa del goblin ex Emperor, tenían la sensación de estar asistiendo a una soporífera intro que parecía no acabar nunca. Viendo que la cosa no terminaba de despegar la mayoría de la gente acabó huyendo de allí en busca de algo con más movimiento.

Y esa coyuntura la supieron aprovechar Pestifer en el escenario gratuito, entregando una descarga de thrash veloz que supo a gloria tras el tostón que había supuesto Mortiis. Ellos y, posteriormente, la banda grindcore local Axia, maltrataron debidamente la cabeza de aquellos que aún seguían en pie para dar por finalizada una jornada de grandes actuaciones.


Segunda Jornada: Sábado 28.

Como para acompañar al concepto del festival el día comenzó con unos cielos oscuros e inhóspitos y una lluvia intermitente que no pararía durante toda la segunda jornada, algo que hizo que la gente abandonase en mayor número la zona de acampada para refugiarse en los escenarios cubiertos, lo que provocó que las actuaciones registrasen buena entrada ya desde primera hora.

Tras un par de descargas en los escenarios pequeños el grande lo inauguraban los Madrileños Looking for an Answer. Ante un público expectante y descansado realizaron un show explosivo y enérgico. La banda, totalmente entregada a la causa, consiguió crear mosh y circle pits por doquier y, a pesar de su propuesta death un poco repetitiva, cumplieron de sobra el objetivo de mover y desperezar a la gente, que lo agradeció con una buena ovación.

Flagelador por contra no estuvieron tan acertados. Su propuesta, de corte más clásico, basada en el heavy con toques thrash y black fue bien recibida, pero el sonido fue mejorable y el cantante no tuvo su mejor noche. En cambio los siguientes en subirse al escenario grande, los suecos Interment, gozaron de un auténtico sonidazo, uno de los mejores que se recuerda en el festival. Una distorsión pesadísima y un batería pasado de revoluciones dieron como resultado una de las sorpresas del festival. Su death metal de la vieja escuela entró como un cuchillo afilado en el cerebro. Portentoso lo de este cuarteto.

Tras ellos los Portugueses Process of Guilt dieron un show totalmente hipnótico en el escenario Dungeon, consiguiendo que retumbase el escenario con su Doom oscuro y denso. Una banda para descubrir. Y llegábamos a uno de los momentos cumbre del día. Nifelheim. La banda, comandada por los carismáticos hermanos gemelos Tyrant y Hellbutcher, derrocharon energía y carisma a raudales. Desde los primeros acordes de Black Evil hasta el final, con The Bestial Avenger, los suecos ofrecieron un set de auténtico black de la vieja escuela, veloz e infernal, de temas cortos e hiper violentos sin ningún espacio para bromas. La banda estaba totalmente engrasada, con un batería que era un brutal metrónomo y los guitarras lanzando solos y riffs sin compasión. Arrancaron algunas de las más grandes ovaciones mientras caían temas míticos como Sodomizer o Satanic Sacrifice. A pesar de su aspecto intimidatorio a su frontman, Hellbutcher, se le veía disfrutando de lo lindo con la respuesta de la gente, arengando al público y acercándose cada poco a dar la mano a los fans de las primeras filas con su cara de loco, que resultaba a la vez maligna y entrañable. Tras una hora de tralla sin piedad quedó fuera de toda duda el buen hacer de estos veteranos del black más puro. Sin duda entre lo mejor del día y de todo el festival.

El listón estaba alto, pero no hay problema, porque los siguientes eran Suffocation. La banda era uno de los grandes reclamos del festival y, como era de esperar, la veterana formación estadounidense de death metal cumplió con creces, dando otra lección de autoridad en el escenario. Ricky Myers a la voz cumplió, aunque era imposible no pensar en el querido Frank Mullen, que por desgracia ya ha anunciado que solo planea hacer un puñado más de actuaciones con la banda antes de retirarse definitivamente. Los nuevos fichajes cumplieron su cometido, especialmente Eric Morotti a la batería, que estuvo espectacular. Por su parte el bueno de Terrance Hobbs comandó desde un lateral, con toda su técnica y carisma intacto, escudado por Derek Boyer con su peculiar pose al aporrear el bajo. Dieron lo que se esperaba, un descarga brutal, profesional, demoledora, dinámica y con técnica a raudales. A pesar de los bailes en la formación Suffocation siguen siendo una apuesta segura si quieres dejarte las vertebras esparcidas por la arena y sin duda nadie salió decepcionado de allí. Enormes.

Ya bien entrada la madrugada era el turno para disfrutar de Evil Invaders. Los belgas venían presentando su nuevo disco, Feed Me Violence, y su propuesta, mezcla de thrash y speed con puro heavy metal, entró de lo lindo a esas horas de la noche. Los que aún teníamos algo de fuerza disfrutamos de alocados mosh, arropados por voces agudas y solos de guitarra hiper veloces, como si hubiésemos sido transportados al mejor antro de la Bay Area en los 80. Una auténtica delicia.

Las actuaciones terminaban en el escenario gratuito con los black gallegos Lóstregos y los asturianos Totengott. Estos últimos terminaron de exprimir a la gente con un doom de alta calidad, oscuro y pesado hasta decir basta. Mosh lento del de golpear con la frente en el suelo, y temas de media hora de duración, hicieron de su descarga un final totalmente perfecto para un día plagado de excesos.


Tercera Jornada: Domingo 29.

Tercer día de matanza, con las reservas bajo mínimos y la sensación de estar atrapado en un manicomio de pesadilla. El cielo negro como pelo de macho cabrío y la noche de Walpurgis por celebrar. Ante tal perspectiva solo quedaba servirse una copa de ron y arrastrarse hacia la zona de conciertos.

¿Y qué te recibía allí? El thrash enérgico y perfectamente ejecutado del veterano trío brasileño Andralls. Sus temas rápidos, con toques hardcore y punk dejaron buen sabor de boca entre un público cansado que se iba desperezando poco a poco.

Abriendo el escenario grande teníamos el death atormentado, depresivo y ultra maligno de Altarage. Al rato de estar ante su hipnótica presencia ya no quedaban dudas de estar atrapado en una pesadilla, o directamente en el mismo infierno. La música del grupo bilbaíno solo puede calificarse de monstruosidad sonora, un ser amorfo y tentacular que te va deglutiendo sin piedad, lentamente. Tras su concierto solo podías estar de acuerdo con la frase que el bajista lucía en la parte posterior de su instrumento, y que rezaba: «No Hope».

En el escenario Dungeon los gallegos Black Panda intentaban quitarle solemnidad al ambiente con un hardcore punk más desenfadado y festivo. No gozaron de un buen sonido, pero lo compensaron con actitud y ganas de hacer pasar un buen rato al público. Uno de los asistentes en las primeras filas incluso se abrió la cabeza así que: misión cumplida.

Una de las sorpresas de la jornada llegó con Dyscarnate. Banda a la que no conocía de nada y que me enamoró al momento con su death metal técnico con una pizca de djent. Riffs de guitarra oscuros, pesadísimos y técnicos, junto a voces infernales en temas con interesantes cambios de ritmo. En el escenario se vieron imponentes y sonaron brutales. Como digo toda una sorpresa, y a la postre uno de los mejores conciertos del día. Para seguirles la pista a partir de ahora.

Tras ellos, en el escenario Dungeon, Irae dieron un concierto de black metal clásico que no pasó de correcto. No ocurrió lo mismo con los siguientes en descargar en ese mismo escenario, los suecos Suma, que dieron un concierto sobresaliente. Su música, algo densa al principio, te iba introduciendo poco a poco en su burbuja de sludge y post-doom, atrapándote cada vez más fuerte para no dejarte ir ya. Temas como Let the Churches Burn sonaron pesados y asfixiantes, haciendo que retumbara el escenario y el público congregado. La banda se entregó totalmente, dando la impresión de estar en estado de trance. Con una formación que incluía guitarra/voz, bajo, batería y dj, fueron soltando sus cambios de ritmo y atmósferas narcotizantes que se expandían por el escenario elevándote hasta su terreno psicodélico. A destacar la vistosidad de su batería, todo energía tocando a ras de escenario, prescindiendo de la tarima. Agradaron tanto a fans como a curiosos y se coronaron como uno de los triunfadores del último día.

Llegaba otro de los momentos más esperados. Con la banda sonora de Nekromantik, película de culto sobre necrofilia, sonando por los altavoces, era el momento de que saliesen al escenario los integrantes de la mítica banda noruega Carpathian Forest. Su black metal accesible, con toques punk y rock, gustó a algunos pero también decepcionó ligeramente a otros. La peculiar voz de su frontman, el legendario Nattefrost, enamoraba y espantaba por igual a los presentes. Dieron un repaso a toda su discografía, con clásicos como When Thousand Moon Have Circled o Blood Cleansing, incluyendo por supuesto A Forest, la mítica cover de The Cure. Con una puesta en escena más sobria que en otras ocasiones (echamos de menos a las mórbidas bailarinas), dejaron satisfechos a sus fans, pero dudo que reclutaran muchos nuevos adeptos.

Esto se iba acabando, y los noruegos Nekromantheon fueron los encargados de cerrar el escenario Dungeon. Consiguieron exprimir las muy mermadas energías de los asistentes con un show de thrash sin concesiones. El público se subió al carro y se entregó totalmente, con unas primeras filas que eran un caos de mosh, circle y crowd surfing.

A los japoneses Church of Misery les tocó la papeleta de cerrar el escenario grande. Y aunque se marcaron un show correcto de Doom y Stoner, con enormes influencias de  Black Sabbath y Pentagram, era inevitable tener la sensación de que era una propuesta algo descafeinada como fin de fiesta. La actitud de la banda tampoco pasó de ser meramente correcta, y entre unas cosas y otras el show se acabó quedando a medio gas.

Para los suicidas aún quedaban un par de actuaciones en el escenario gratuito. Los encargados de cerrar definitivamente las actuaciones fueron los locales Rbd que, practicando un grindcore exageradísimo y con un monolito casero que el público se encargó de destrozar al final del show, dieron el golpe de gracia para transformar aquello en un auténtico manicomio.

Y así llegaba el final de esta XXI edición del festival de Barroselas. Otra edición rodeados de buena gente y grandes conciertos. Parece muy poco probable que alguna de las bandas que desfiló por los escenarios durante los tres días vaya a ser el tan ansiado próximo revienta estadios, y ni falta que hace, porque seguramente ni las bandas ni el público asistente a Barroselas buscaban algo así. En cambio todas ellas sirvieron para constatar algo que para muchos de nosotros es más importante: que el underground extremo está vivo, y que su podrido corazón late con mucha fuerza.

Nos vemos el año que viene, vaya que sí.