Sello: Mascot Records.

Crítica por Jaime Taboada.


Es muy de agradecer qué, de vez en cuando, surjan bandas para las cuales el calendario no signifique nada y las tendencias aún menos. Estamos en mayo de 2018, en la época de Spotify, redes sociales, influencers, youtubers y demás modernidades supuestamente vanguardistas. Y paradójicamente, es en estos días cuando aparece uno de esos discos que a la primera escuch, nos retrotrae a décadas atrás, cuando internet no era ni un proyecto y la palabra “ordenador” estaba circunscrita casi exclusivamente al género de la ciencia ficción. Estamos hablando de Thrust, la nueva y esperadísima entrega de los holandeses DeWolff que ya está en la calle para confirmar lo que ya sabíamos: que estamos ante uno de los grupos más brillantes de los últimos años.

Recuerdo que cuando años atrás conocí a este grupo lo primero que me llamó la atención fue que a pesar de su corta edad (eran unos adolescentes, como quién dice) sonaban con un poderío y una seguridad en sí mismos propia de bandas veteranas y rodadas. Además, era notorio el hecho de que no tuvieran bajista y, al igual que The Muggs, el teclista de la formación se encargara también de las líneas de bajo. Particularidad que les diferenciaba de casi la totalidad de grupos de su generación y que mostraba una clara determinación de labrarse una carrera al margen de corsés, clichés y restrictivas etiquetas.

En el 2016, pude verlos en directo presentando Roux-Ga-Roux y estuvieron imponentes. A partir de ahí investigué en su discografía y pude comprobar que eran una de esas bandas en constante progresión y crecimiento. Cada disco era un paso adelante y Roux-Ga-Roux iba a ser muy difícil de igualar, Y no digamos de superar. ¿Han logrado DeWolff superar su anterior trabajo? Es quizás demasiado pronto para responder a la pregunta. Pero lo que si puedo asegurar es que nos encontramos ante un gran disco.

Los holandeses son una banda totalmente desprejuiciada que ama la los 70´s y tienen una muy amplia visión del sonido de aquella década. Psicodelia, southern rock, blues y hard rock tienen cabida en sus canciones. Y tan pronto pueden sorprendernos con un tema propio de unos Allman Brothers como con un ramalazo a los Purple de Lord y Blackmore, pero siempre sonando a si mismos, sin fusilar melodías o estribillos. Nunca se habían puesto límites o barreras y estaba claro que no iban a empezar a hacerlo ahora.


Thrust es nuevamente una exhibición de finura, clase, fuerza y elegancia a partes iguales, en donde no se puede hablar de ningún estilo determinado ya que lo que predomina es el sonido DeWolff. El inicio con dos de sus temas más accesibles Big Talk y California Burning me hace pensar que si en lugar de vivir en 2018 estuviéramos en 1975, DeWolff estarían llenando grandes salas, estadios e incluso liderando festivales multitudinarios. Qué manera de componer temas con gancho pero a la vez sin realizar ningún tipo de concesiones. Pero no es este un disco con canciones fáciles de tres minutos. Ni por asomo. Y de hecho, según se suceden las canciones, éstas van creciendo en complejidad.

Deceit & Woo se mueve entre el hard rock y la psicodelia mientras que Freeway Flight, con sus seis minutos de duración, presenta ecos del prog incluso. Sometimes y la final Outta Step & Ill At Ease son, por su parte, dos canciones lentas de esas que van un paso más allá en cuanto a calidad de lo que los ex Crowes Rich y Chris Robinson llevan componiendo en los últimos años. Once In A Blue Moon destila aromas sureños y tiene un apreciable poso soul. Pero hay más, mucho más que medios tiempos y acolchados teclados. Por ejemplo, southern boogie del bueno en Double Crossing Man, elegancia para dar y regalar en el envolvente Tragedy? Not Today y rock´n´roll festivo en Swain. Pero es casi imposible llegar a describir solo con palabras lo que nos ofrecen DeWolff. Es uno de esos discos que hay que sentirlos y vibrar con ellos. Vivirlos, en definitiva.

Thrust ha sido grabado en el propio estudio del grupo (Electrosaurus Southern Sound Studio) con equipo analógico. Y se nota que han puesto mucho mimo en cada detalle ya que tanto los arreglos, como los coros o los estribillos encajan a la perfección en las canciones, no dando sensación de impostura en ningún momento. Su escucha nos evoca tiempos pretéritos en los que los artistas no tenían miedo a experimentar, dejarse llevar o sorprender adentrándose en multitud de estilos. Y es una gozada que en pleno 2018, en la época de la inmediatez, de los likes y de la sobreinformación, aparezca este Thrust qué, al igual que un vino, se disfruta con calma, poniendo en él los cinco sentidos y dejándose envolver y atrapar mientras suena.

Cuarenta y pico años atrás este disco, habría llevado probablemente a DeWolff al estrellato. Ahora no creo que pasen de girar sin descanso por salas pequeñas. De cualquier modo, lo importante es saber que están ahí, publicando periódicamente exquisiteces de este calibre y dejándose la piel en los escenarios de todo el mundo. Mañana pueden estar cerca de tu casa. Te los perderías? Yo no lo haría por nada del mundo. Ahora, dejad lo que tengáis entre manos, poneos cómodos y probad a zambulliros en esta maravilla. No os arrepentiréis.