Por Jaime Taboada.
Rainbow, nombre que sugiere mitología rockera y multitud de leyendas más o menos ciertas. Y todo con un nexo común, un nombre cuya mención sigue levantando controversia y generando polémica. El irascible, genial y enigmático Ritchie Blackmore. En pleno 2018, el nombre de Blackmore ha vuelto a ponerse de actualidad debido a la enésima resurrección de Rainbow. Ahora mismo la banda no deja de ser una marca comercial en la que el guitarrista se rodea de unos asalariados sin brillo, clase ni carisma. Pero hubo un tiempo muy lejano en el que el avinagrado guitarrista se hacía acompañar de músicos del calibre de Ronnie James Dio o Cozy Powell, con personalidad propia y que podían mirar cara a cara al líder sin arrugarse. Y de esos tiempos vamos a hablar hoy.
Atrasemos un poco el reloj, pongamos que cuatro décadas. Nos trasladamos a 1978 y disfrutamos de Long Live Rock´N´Roll. La situación en el seno de Rainbow en 1978 era convulsa. Blackmore, como era habitual en él, tomaba decisiones extrañas que no se molestaba en explicar a nadie. Por lo general, los miembros del grupo veían al resto de músicos como compañeros. No así el líder, para quién eran considerados meros instrumentos para trasladar sus ideas al vinilo. La camaradería, el compañerismo, la amistad, etc. eran sentimientos que el hombre de negro no tenía en consideración. Él solo percibía piezas, recambios a los que dar entrada o salida en determinados momentos según lo que él estimara oportuno. Unos meros peones a su servicio, para entendernos. De ahí que era dificilísimo que en el grupo, la misma formación repitiese en dos discos seguidos.
La banda en sus primeros años de vida había grabado dos grandes discos en estudio, y el directo On Stage y su popularidad había ido creciendo hasta llegar a 1978 convertidos en un referente de la mano del ex Purple y de un Ronnie James Dio semi desconocido tres años atrás, convertido en ese momento en uno de los más alabados vocalistas del mundo del rock. Tras la gira de presentación del fabuloso Rising, el grupo publicó un disco en directo, titulado On Stage, tras el cual Blackmore decidió que era hora de dar un golpe de timón y cambiar el rumbo musical para lo cual decidió por su cuenta y riesgo despedir a Tony Carey y Jimmy Bain, teclista y bajista respectivamente. ¿La razón? Solo el excéntrico guitarrista la sabe. Carey y Bain tan solo recibieron la noticia del manager sin más explicaciones. O al menos, eso aseguran ellos. Sin embargo, esto causó fricciones con Dio que se sentía desplazado al no contar con él para tomar esas decisiones. Pero en aquel momento, poco podía hacer el cantante. No era su banda y era consciente de que en el seno de Rainbow conceptos como “equilibrio de poder” o “toma conjunta de decisiones” eran pura y dura fantasía.
A principios de 1977 Blackmore comenzó a buscar sustitutos que se adecuaran a su retorcida forma de trabajo y se barajaron en su momento varias opciones. En principio, el puesto de bajista fue cubierto por Mark Clarke, proveniente de las filas de Uriah Heep. Para ocupar la plaza de teclista hubo ensayos con varios músicos pero, por varias razones, ninguno llegó a cuajar. Llegaba el momento de entrar en el estudio para grabar un nuevo disco y el puesto estaba todavía vacante, por lo cual el guitarrista se tragó el orgullo y volvió a llamar a Tony Carey que aceptó volver a la banda. De ese modo, con Carey de nuevo a bordo y con Clarke a las cuatro cuerdas, el grupo iniciaba en el estudio de Château d´Hérouville en Francia en mayo de 1977.
En el día a día de Rainbow nada se podía dar por hecho y al poco tiempo de poner sus pies en el estudio Mark Clarke era expulsado por alguna misteriosa razón, quedando de nuevo el grupo en cuadro. Sin tiempo casi para reaccionar, se decidió comenzar las sesiones de grabación con Martin Birch ejerciendo de productor y con Ritchie haciéndose cargo de las partes de bajo en la grabación hasta encontrar un recambio definitivo. Esta solución provisional hizo sin embargo que todo se retrasara más de la cuenta. Y se llegó al mes de Agosto, en que la banda tenía una serie de conciertos comprometidos, y la grabación no había podido terminarse. Y además, el directo sí que requería de la presencia de un bajista. El elegido, tras un par de ensayos, fue Bob Daisley que aprovechó los conciertos otoñales para acoplarse .
Y por si no hubiera sido suficiente carrusel de cambios, Tony Carey había vuelto a abandonar la nave en plena grabación, en esta ocasión por decisión propia, siendo sustituido por David Stone. De esto modo, en medio de un ambiente caótico, el grupo había dejado grabados siete temas en forma de demo antes de suspender temporalmente las sesiones . En Diciembre volvieron a entrar en el estudio y completaron las canciones, añadiendo una más, Gates Of Babylon. Los únicos miembros que intervinieron en todos los temas fueron, además de Blackmore, Dio y Cozy Powell. Daisley grabó las líneas de bajo de Gates Of Babylon, Kill The King y Sensitive To Light, dejando el grupo las partes grabadas previamente por Blackmore en el resto de temas. En cuanto a la labor a los teclados la aportación de Carey se limitó al corte que da título al disco y a Lady Of The Lake, quedando en manos de Stone el trabajo de las restantes canciones.
Se podría pensar que en tan inestable ambiente bastante hizo el grupo con rematar la faena y poner un disco en la calle. Pues bien, no solo se limitaron a eso, sino que podemos decir que lo que salió de aquellas sesiones es un clásico de hard rock de esos por los cuales no parece pasar el tiempo. Puede que el mal ambiente reinara en la grabación y que Dio y Blackmore se fueran distanciando progresivamente. Pero la rivalidad personal no impidió que surgiera la inspiración, desde luego. Eso es algo que queda claro desde el primer momento.
Un disco que incluye en el listado de temas dos ultra clásicos como Kill The King y Long Live Rock´N´Roll tiene que ser magistral sí o sí. El primero de ellos puede ser facilmente considerado como una influencia capital para multitud de bandas de metal que poco tiempo después alcanzarían la fama con canciones muy influenciadas por ésta. Era una canción ya conocida por los fans puesto que había sido incluida previamente en el repertorio del directo e incluida en el disco On Stage previamente. Mientras que el tema título es uno de esos himnos destinado a ostentar el status de clásico desde el primer día con ese estribillo matador y la declaración de principios que suponía . Décadas después sigue siendo un himno que no puede faltar en ninguna fiesta que se precie. Además, podía ser una muestra de la dirección que pretendía tomar Blackmore, menos barroca y más ligera (que no ñoña). Buena muestra de ello también son Lady Of The Lake o L.A. Connection, dos temas de hard rock con mucho gancho y que la portentosa garganta del gran Dio lleva a otra dimensión. Y en la misma línea podríamos encuadrar The Shed y Sensitive To The Light. Y hablamos de un disco de Rainbow en el que Blackmore pretendía iniciar un cambio de rumbo, pero eso no significa que borrara de un plumazo cualquier vestigio del pasado, por lo que en este Long Live Rock´N´Roll encontramos canciones más complejas y recargadas, como la larga y bucólica Rainbow Eyes (con chelo, violín, viola y flauta) que cerraba el disco o esa excepcional Gates Of Babylon cargada de épica y que podría haber figurado sin problemas en Rising y en la cual Dio hace un impresionante trabajo.
Cuarenta minutos de música sin desperdicio en lo que representó un importante punto de inflexión dentro de la carrera de Rainbow. El equipo Blackmore/Dio se rompería tras la publicación del álbum pero no cabe duda de que profesionalmente funcionaron de maravilla hasta el último momento. Los ocho temas del disco son firmados por ellos dos y solo en Kill The King y The Shed, Cozy Powell figura como co escritor. Con un pie en el pasado que el huraño líder deseaba dejar atrás, y otro en el futuro hacia el que deseaba conducir a su grupo, el disco presentaba un balance muy equilibrado entre contundencia y comercialidad que nos mostraba como el antaño líder de Deep Purple podía combinar sus influencias de la música clásica con el hard rock más directo y sencillo sin dejar de seguir sonando de manera única. Cozy Powell dejaba constancia de porque era uno de los mejores baterías del mundo. Y Dio.. todo lo positivo que se pueda decir de él se quedaría corto. Su increíble talento vocal le permitía encarar cualquier canción con seguridad y confianza. A lo largo de los ocho cortes su labor es sobresaliente. Desde luego, no se me ocurre mejor manera de despedirse de la banda. Una salida por la puerta grande que transformaría al cantante en una leyenda viviente que posteriormente escribiría unas cuantas páginas gloriosas en la historia del rock y del heavy metal.
El disco se publicó en abril de 1978 y con el tema que daba título al álbum como single de apoyo, el grupo inició a una gira que se ciñó en exclusiva a Estados Unidos, rompiéndose posteriormente, con la expulsión de Daisley y Stone sumado al abandono de un Ronnie James Dio totalmente quemado. Posteriormente, el cantante sustituiría a Ozzy Osbourne como vocalista de los legendarios Black Sabbath y Blackmore reformaría su Arcoiris para publicar al año siguiente el magistral Down To Earth con Graham Bonnet. Pero de eso, y de mucho más, hablaremos en otro momento.
Mientras tanto, en estas cuatro décadas, Long Live Rock N´Roll se ha ido revalorizando, conociendo varias reediciones y siendo reivindicado cada vez con más fuerza por generaciones de fans que ven en esta obra una clase magistral de hard rock y un magnífico compendio de todas las influencias del enigmático y tocacojones Ritchie Blackmore. En cualquier caso, un título inscrito en letras de oro dentro de la carrera de Rainbow en particular y del rock en general que no dejará de hacernos vibrar por muchos años que pasen. Y para celebrarlo, nada mejor que hacerlo sonar con una pinta en la mano mientras gritamos aquello de…
“I Can Hear It Sreamin´In My Mind / Long Live Rock´N´Roll!!!”.