Productor: Noah Landis / Bob Weston.
Sello: Third Man Records.
Por: Álvaro Antípodas.
Bendito colocón de riffs.
Los comebacks. ¡Ay, los malditos regresos! Cuántas veces nos hemos encontrado jurando en arameo porque la vuelta de alguna insigne banda tras años, cuando no décadas después, tiene poco de justificación artística y por contra mucho de razones pura y duramente monetarias. Y es que contados son los casos de artistas que tras años de inactividad discográfica regresan con material notable/excelente como hacían antaño. Por cada caso positivo, como los recientes de Slowdive o The Dream Syndicate, tenemos una buena cantidad de batacazos, por citar véase el regreso de los Pixies o el ínclito caso del Chinese Democracy. Es por ello, que la alegría es doble cuando te encuentras sorpresivamente con el nuevo álbum de todo unos pesos pesados del Stoner como son Sleep, que casi 20 años más tarde vuelven a escribir otra línea dorada dentro de tan distorsionado y árido género musical.
El trío californiano comandado por Matt Pike y Al Cisneros, acompañados desde su regreso a la actividad musical por el batería de Neurosis Jason Roeder, vuelven a dar una lección magistral de pétrea distorsión y baterías doom. Durante 53 minutos Pike saca todo el potencial y jugo sónico de su Gibson Les Paul y su habitual muralla de amplis Orange. Una confirmación de que el rodaje en directo que ha tenido desde su vuelta a la acción le ha valido volver a encontrar la forma -obviamente no nos referimos a la forma física ni a una salud demasiada mermada por el verde y los abusos del alcohol- y así ofrecer una nueva exhibición a las seis cuerdas. Quien quiera riffs pesados tendrá un buen tropel en el excelso tramo central que inaugura Marijuanaut´s Theme – nueva referencia a la hierba- y que concluye con Giza Butler, de comienzo mucho más experimental y expansivo.
Con Sleep no hay sorpresas, largos pasajes instrumentales, temas que sobrepasan fácilmente los 10 minutos –aquí la mitad de los 6 totales lo hacen- y una batería que marca un paso lento, pero firme como si de un golem gigantesco se tratase. A los neófitos en el sonido de la banda de la Costa Oeste norteamericana puede que les asfixie un disco con riffs infinitos y en el que hay poco momento para respirar. No obstante, un buen tramo del cierre en The Botanist deja entrever un sonido más cristalino en las guitarras con un solo espacial absolutamente delicioso, que no veo por qué no habría de gustar a quien disfrute de la psicodelia guitarrera revival. En resumidas cuentas, hablar de Sleep y de distorsión es redundante, y es que al final su música es droga dura que cautiva a los amantes de los sonidos pesados. Con The Sciences regresan con el mojo intacto y con su sonido levemente aderezado por una producción más acorde a los tiempos que corren, aunque sin restar un ápice de contundencia al resultado. Uno de los discos y noticias del año. Un uppercut al mentón de todo un peso pesado. A la lona noqueado.