Productor: Peter Kember (Sonic Boom)

Sello: Sub Pop/Bella Union/Mistletstone.

Por: Álvaro Antípodas


En esa necesaria oxigenación de los sonidos más crudos que componen la base habitual de la dieta de DiabloRock, de tanto en tanto nos nutrimos de otros platos “más ligeros” pero igualmente apetitosos. En una primera mitad de año en que no han abundado los lanzamientos sublimes y reseñables dentro del mundo alternativo/indie, es todo un hito a comentar el nuevo disco del dúo Beach House. Y lo es, por ofrecer una experiencia hipnótica durante sus 47 minutos. Mantienen su evocador sonido, dream-pop como de costumbre, aunque con nuevos matices que incrementan la sensación onírica y de vuelo sensorial.

Llegaban Victoria Legrand y Alex Scally a su séptimo álbum de estudio con la necesidad de mejorar lo contenido en los anteriores trabajos publicados en 2015, Thank Your Lucky Stars y Depression Cherry, dado que a pesar de contener puntualmente buenos temas –Space Song, PPP, Common Girl o Rough Song– no eran tan redondos como una dupla como Teen Dream/Bloom que son ciertamente los responsables de su estatus actual. En todos los adelantos oídos previos al lanzamiento completo, fueron mostrando las magníficas bazas que aguardaban en 7.

Con Lemon Glow tenemos a unos Beach House asentados sobre un loop magnético más oscuro que en referencias pretéritas. Un tema que me hace pensar en los Tame Impala de Currents pero despojados del confeti de los australianos. En esa misma línea de tensión vía sintetizada calma discurre Drunk in L.A con un exquisito patrón y texturas de guitarra reverberizadas. En el clímax de Dive y, sobre todo, la inicial Dark Spring encuentro aires de los Arcade Fire pre-Reflektor, obteniendo un resultado sobresaliente. Especial mención habría que hacer de Black Car. Emparentada con Lemon Glow en cuanto al uso de un loop que vertebra todo el tema, los de Baltimore consiguen hilvanar uno de las mejores canciones de 2018. Sutil, sugerente y subversiva.

Con menor impronta, aunque notables también, Girl of the Year, Pay No Mind y la más shoegazer despedida con Last Ride. La redondez total quizás no acaba de conseguirse debido a que Woo y la a ratos cantada en francés L’Inconnue –no olvidemos el origen francés de Legrand– pecan un puntito de vaporosidad y de tirar de recursos muy conocidos en la banda y el género. En cualquier caso, y con una carrera con sietes discos en doce años,  7 consigue dar una vuelta de tuerca sin dramas a su sonido y añadir nuevos colores en su paleta sónica, elevando la belleza de sus composiciones.