El nombre de The Muggs es uno de esos que generan opiniones casi unánimes entre la afición. Su mención suele dar lugar a gestos y muecas de aprobación generalizadas. Y tras casi dos décadas de andadura, su base de fans ha ido creciendo poco a poco, yendo cada vez a más conforme se sucedían las giras así como la publicación de sus discos. En la actualidad son una de esas bandas queridas y respetadas que vencen y convencen en cada escenario que pisan. Hacía tiempo ya que no teníamos noticias de los de Detroit y por eso, el hecho de que hace unos meses se anunciara una nueva gira española fue motivo de alegría y expectación. Sobre todo cuando se conoció el itinerario. Nada menos que 16 fechas. Está claro que España quiere a The Muggs. Y a The Muggs le gusta España.

Reencontrarse con esta banda es como hacerlo con un viejo amigo de esos en los que confiamos ciegamente. No son los más espectaculares visualmente, su imagen es austera y sobria y no inventan nada ni lo pretenden. Pero a la vez son uno de los grupos más fiables de los últimos 20 años. Ahí están discos incontestables como The Muggs, On With The Show o Born Ugly para corroborarlo. Y quienes hemos tenido la oportunidad de verlos en varias ocasiones, sabemos que cada concierto acaba siendo especial. Por ello nos acercamos a La Fábrica de Chocolate dispuestos a disfrutar de una noche de heavy-blues-rock de esas que dejan huella. Y más con el precio de las entradas. 10 míseros euros!!!! Poder ver un grupazo de esta categoría al lado de casa por ese precio es para aplaudir hasta que duelan las manos. No sé si esto es debido al promotor, al grupo o a la sala, pero es justo felicitar y agradecer a quien corresponda el trabajar con estos precios sin sablear al fan. Ojalá cundiera el ejemplo.

Esta vez había novedades en el seno del grupo y a la batería se sentaba Zach Plisca, que cumplió su cometido a la perfección. Si alguna duda nos podía quedar acerca de cómo se podía acoplar, a los pocos minutos ya quedó totalmente disipada. En cuando a Danny Methric y Tony DeNardo poco podemos decir que no se haya dicho ya. El primero lleva el peso de concierto y hace que su guitarra ruja con furia a lo largo de toda la noche, cantando además con mucha garra y dando el 200% de si mismo. Mientras, el segundo, se compenetra a las mil maravillas con Plisca y se muestra solidísimo como apoyo desde su teclado. Una sección rítmica de formato atípico pero extraordinariamente efectiva.

La banda repasó temas de toda su discografía y dio toda una lección de poderío blues rockero de la manera en que solo ellos saben hacerlo. Además, aprovechando que de algún modo presentaban la reedición en vinilo de su disco de debut, cayeron varias canciones de aquel trabajo de 2005 que continúa siendo, 13 años después, mi favorito de su carrera. Siempre se menciona que son originarios de Detroit, pero están muy lejos de ser unos meros continuadores de la tradición soulera de la ciudad o del pandemonium sonoro de MC5 o The Stooges. La influencia está ahí, pero también la de Grand Funk o la de Black Sabbath. De ese modo, durante algo más de una hora y media, ayer vivimos una especie de viaje en el tiempo a la época en que los power tríos dominaban el mundo. Y tan pronto se arrancaban con un frenético rock´n´roll como White Boy Blues, como mostraban su lado más seco y rocoso con 6 To Midnite. O se escoraban hacia el blues rock británico versioneando con maestría a Rory Gallagher (impresionantes esos I Take What I Want y Mississippi Sheiks ) o a los Fleetwood Mac de Peter Green, de los que se marcaron un apabullante Rattlesnake Shake.

Fue uno de esos conciertos en los que la pasión estuvo por encima de la técnica. En un determinado momento, Danny Methric incluso rompió una cuerda de su guitarra tras el I Take What I Want (debido a la emoción de meterse en la piel del maestro Gallagher, me figuro), lo que ocasionó un inesperado parón mientras la cambiaba. Pero ni siquiera esa eventualidad logró enfriar los ánimos de un ambiente en el que se respiraba rock´n´roll. Nunca llegarán a encabezar carteles de grandes festivales ni a realizar giras por estadios, pero siempre que estén a tiro, nos acercaremos a disfrutar de su buen hacer y su fuerza en el escenario. Una banda infalible que además de con su talento, nos conquista con su humildad y cercanía. Aún no han abandonado el país y ya los estamos echando de menos.