Sello: Nuclear Blast.
Crítica por Txiki Kilmister.
Han pasado 8 años desde que Immortal publicase su último trabajo, All Shall Fall, y los últimos tiempos han sido realmente convulsos en el seno de la banda; salida del mítico Abbath, demandas judiciales de por medio, acusaciones de robo de canciones, etc. pero podemos decir (por fin) que Immortal está de vuelta; y de qué manera.
Estamos sin duda alguna ante el disco de reivindicación de Demonaz, que tras acusar a Abbath de haberle mangado el material que tenía escrito para Immortal para usarlo en su disco debut, tuvo que componer un nuevo disco entero. Esa rabia se nota en el contenido de esta placa, donde vuelven los Immortal más rabiosos de sus primeros tiempos, pero sin olvidarse de esas canciones épicas que tanta gloria dieron a la banda. Puede que suene raro, incluso blasfemo, pero a tenor de lo visto en este trabajo parece que la salida de Abbath le ha vuelto a dar a Immortal un soplo de aire fresco, de aire glacial, que vuelve a auparles al trono más visible del black metal.
Northern Chaos Gods tiene ferocidad desbocada, como en las dos piezas que abren el disco, la inicial Northern Chaos Gods un tema que recuerda a Battles in The North por su desbocada velocidad, tema que sirvió para ponernos los dientes largos como adelanto al álbum. Into Battle Ride es una canción con ese aura Son Of Northern Darkness, o Blacker of Worlds un tema brutal de puro black metal noruego. Pero no sólo hay furia y frialdad en este trabajo, también tenemos esos temas de largas cabalgadas épicas como son Gates to Blashyrkh, o la espectacular Where Mountains Rise, un tema que pone simplemente la carne de gallina y que para este humilde redactor es lo mejor del álbum. Mighty Ravendark destaca por sus más de 9 minutos de duración de claro estilo Bathory, que sirve como colofón perfecto para cerrar este trabajo que apenas supera los 40 minutos de duración. Una vez más la producción ha corrido a cargo de Peter Tägtgren (Hypocrisy, Pain, Lindemann….), quién también se ha hecho cargo del bajo en esta grabación, consiguiendo un sonido cristalino y poderoso pero conservando ese halo de frialdad que es tan necesario para Immortal. Mención aparte merece el apartado vocal, donde Demonaz se revela como un excelente vocalista, con un registro bastante similar al de Abbath dando por momentos la sensación de que es este el quien realmente canta en el disco y, como no podía ser de otra manera, el trabajo de Horgh a los tambores es realmente descomunal, dotando al disco de una contundencia propia de un martillo pilón.
En resumen, podemos decir que Immortal han vuelto más vivos que nunca, que Demonaz, quien siempre fue la mente maestra de Immortal en la sombra (aunque dejase de hacer actuaciones en vivo allá por 1997 debido a una tendinitis crónica que le impedía tocar la guitarra) ha sabido canalizar toda la rabia y frustración vivida en torno a la banda en los últimos tiempos con un disco propio de los mejores Immortal. Ahora la pelota está en el tejado de Abbath y veremos si aparte de hacer el “gracioso” en la mayoría de festivales del mundo es también capaz de componer buen material en solitario, o simplemente siempre estuvo bajo el manto de Demonaz, pronto lo sabremos.