Little Steven & The Disciples of Soul.
Parque de Castrelos (Vigo).
12 de julio dee 2018.
Foto: Per Hagens.
Por Jaime Taboada.
Algo curioso sucede todos los años en multitud de ciudades españolas con la llegada del verano. Además de la aparición del calor, las terrazas, los llenazos en las playas y los anocheceres tardíos, como por arte de magia y bajo la consabida excusa de “las fiestas” suelen tener lugar variopintos conciertos y festivales de todo pelaje que, tanto por lo negativo como por lo positivo, pueden albergar grandes sorpresas.
Como suele ser habitual en estos eventos, en muchos casos a cargo de los ayuntamientos, la programación suele componerse de un batiburrillo de nombres en donde cualquier clase de criterio brilla por su ausencia y se pueden dar casos como el de este año en la ciudad de Vigo en cuya programación conviven nombres como el de Raphael con OT o el que hoy nos ocupa, Little Steven. Semejante combinación parece sacada de un delirio dadaísta, pero tampoco nos vamos a quejar demasiado. Al fin y al cabo, la posibilidad de poder ver al de New Jersey compensa el desatino del resto de la programación.
Little Steven está en un momento dulce de su carrera. Solo hay que escuchar esa maravilla titulada Soulfire, de 2017, para darse cuenta de ello. En pleno 2018 gira por todo el mundo haciéndose acompañar de una banda con coristas, vientos, teclistas, etc. al más puro estilo de las soul revues de antaño y se podría decir que en los tiempos que corren es alguien que nada contracorriente. Pero eso no es novedad alguna en este caso, pues lleva décadas marcando su propio rumbo, huyendo de lo obvio y haciendo lo que le apetece, sin importar las tendencias de cada momento.
Activista social, mecenas discográfico con su sello Wicked Cool, DJ radiofónico con su programa The Underground Garage, productor e impulsor de Demolition 23 junto a Michael Monroe, mano derecha de Tony Soprano y hombre de confianza y lugarteniente de Bruce Springsteen durante muchos años. Esta última faceta es posiblemente la más conocida por el público. Y paradojicamente, quizás la menos representativa. Poseedor de una semidesconocida pero muy apreciable discografía en solitario, en la que tiene cabida desde el soul y el doo woop al hard rock, en la actualidad sus conciertos son toda una celebración de la historia del rock americano. La experiencia es cercana a asistir a una especie de clase magistral de historia del rock impartida con brillantez por Van Zandt. De hecho, él mismo lidera el proyecto Teachrock, que pretende introducir el rock dentro de los métodos de enseñanza. Y antes de sus conciertos imparte una especie de clase a los profesores que previamente se inscriban.
Y tras eso, la lección de rock se desarrolla en el escenario y todos nos sentimos como alumnos privilegiados. A lo largo de dos horas y media, el guitarrista da un repaso exhaustivo a sus influencias musicales y se rodea de una súper banda, The Disciples Of Soul, compuesta por bajista, batería, percusionista, guitarrista, dos teclistas, sección de vientos de cinco miembros y tres coristas. Todo ello coordinado, liderado y conducido por un Little Steven que ejerce de cantante, guitarrista, director de orquesta, animador, maestro de ceremonias y profesor, armado de pasión, talento y honestidad. Disfruta con lo que hace, se entrega al 100% e interactua con sus músicos, situándose siempre en primer plano pero sin eclipsar a sus compañeros a los que cede protagonismo en bastantes ocasiones.
Su concierto, generoso en duración, fue un muestrario de la mejor música norteamericana de los últimos 60 años y tras el vibrante inicio con el matador Sweet Soul Music de Arthur Conley, hubo desde doo woop (mágica y fabulosa The City Weeps Tonight) hasta hard rock (acertadísima repesca de Salvation). Con Love On The Wrong Side Of Town, revisitamos el sonido Spector y de las girl grups de los 60. Standing In The Line Of Fire constituyó todo un tributo al spaghetti western, Sergio Leone y Ennio Morricone. Hubo sonido latino en Bitter Fruit, además de blues y funk en los homenajes a Etta James y James Brown con las fenomenales versiones de Blues Is My Bussiness de la diva de Chess Records y del Down And Out In New York City, de la banda sonora de la película Black Caesar que El Padrino del Soul compuso y grabó en 1973.
Pero eso no fue todo. Nos emocionamos con St.Valentine´s Day y I Don´t Want To Go Home que personalmente me tocaron la fibra, y por supuesto disfrutamos de las historias con las que Steven contextualizó alguna de las canciones. El repertorio incluyó temas de todas las etapas de su carrera, pero se apoyó fundamentalmente en Soulfire que no deja de ser una especie de autobiografía musical y compendio de influencias del de New Jersey. Y se explayó con comentarios acerca del origen y la razón de muchas de sus canciones. Rindió un sentido tributo a Detroit, las grabaciones de Motown y declaró su pasión por The Temptations, se emocionó recordando el doo woop y como sirvió para empezar a derribar prejuicios raciales. Nos habló de su pasión por los spaghetti western y de cómo vibró en los 70 con el cine blaxploitation y muchas de las bandas sonoras de títulos míticos como Black Caesar o Superfly. Siempre con la mano en el corazón y con la convicción de quien cree firmemente en lo que dice. Hubo quien se quejó de que la duración de algunos de su monólogos rompía el ritmo, pero no puedo estar más en desacuerdo. Quizás el problema fuera para algunos asistentes la barrera idiomática, pero para mi fueron un complemento perfecto, la sabrosa guinda de un suculento pastel.
Tras dos horas y media de música y buenas vibraciones la banda se despidió ante un público que si bien no fue especialmente numeroso, si fue agradecido y entusiasta. Cada cual tendrá su opinión al respecto, pero este humilde servidor lo tiene claro. Ayer fuimos muy afortunados y tuvimos el privilegio de haber podido vivir una de esas noches mágicas cuyo recuerdo no se borrara nunca de mi memoria. Ahora nos queda aferrarnos a ese extraordinario disco que es Soulfire y confiar en que en el futuro tengamos la oportunidad de disfrutar de otra memorable velada en compañía de Little Steven And The Disciples Of Soul. Mas que un concierto, una experiencia.