Especial 30 aniversario: Danzig – Danzig I (1988).
Por Jaime Taboada.
Hablar de Glenn Danzig en 2018 es algo un tanto complejo y complicado. Para muchos es un personaje bufonesco que ha caído en la autoparodia. Para otros es un tipo que por el contrario se toma demasiado en serio a sí mismo. Y mucha gente (y hablo de fans y detractores) opina que desde hace ya tiempo, el Danzig personaje ha devorado a su creador, el artista, cantante y compositor. Hay opiniones para todos los gustos. Mucha disparidad y poco consenso. Aunque sí que hay un factor en el que prácticamente todos sus seguidores coinciden. Y es que aun gustando lo que Glenn haya hecho, tanto en disco como en directo en los últimos años, la opinión casi unánime de la mayoría de sus fans es que su mejor etapa la vivió décadas atrás, concretamente en el periodo 1987-1995 que abarca sus cuatro primeros LP´s y un EP. Y en ese periodo nos situaremos hoy ya que hablaremos del disco de debut de Danzig, publicado hace nada menos que 30 años.
Para meternos en materia hay que aclarar un par de cosas. La primera es que pese a llevar el nombre su lider y vocalista, Danzig era una banda, no un mero proyecto en soliario. Es evidente que desde siempre Glenn fue el vocalista el compositor y cabeza visible indiscutible, pero a la vez sus acompañantes no eran unos meros asalariados. De hecho se mantuvieron como cuarteto estable durante unos cuantos años. Y la segunda es que Danzig nació casi como una prolongación de Samhain y realmente no es fácil saber en que determinado momento se le da carpetazo a una banda y cuando se produce el comienzo de la trayectoria de la otra.
A final de 1986 entraba en escena un personaje que en la actualidad es uno de los pesos pesados de la industria musical pero que en aquel momento era una especie de outsider al frente del sello Def Jam, que al poco rebautizaría como Def American. Rick Rubin, conocedor del mundo del hip hop y del heavy metal buscaba algo que fuera más allá de poses, cuero, vaqueros ajustados y solos espectaculares. Quería una banda de heavy metal tradicional, sin modernidades pero que a la vez rompiera moldes. Y cuando vio en directo a Glenn Danzig al frente de Sahmain supo que había dado con lo que estaba buscando. Inicialmente, el barbudo productor solo deseaba fichar al vocalista para su sello pero éste en principio fue reticente y no aceptó entrar en nómina de Def American sino era acompañado de su compañero y bajista Eerie Von. Finalmente hubo acuerdo y Rubin aceptó que Glenn eligiera a los músicos que lo acompañarían en la nueva etapa de su carrera.
En 1987 Samhain grabarían una serie de canciones que teoricamente se incluirían en un nuevo disco. Y en dichas grabaciones, además de su lugarteniente y amigo Eerie Von, hacía acto de presencia un músico que posteriormente resultaría muy importante en el seno de Danzig. Hablo de John Christ, el guitarrista cuyo estilo sería decisivo a la hora de conseguir que el grupo consiguiera un sonido propio e intransferible. Esas canciones finalmente permanecerían en un cajón hasta que en 1990 se publicarían en el disco The Final Descent bajo del nombre de Sahmain. Pero la semilla de la nueva formación ya estaba ahí.
Sin embargo fue en ese mismo año en el que se decidió cambiar del nombre del grupo. Tanto Rubin como Glenn querían de algún modo comenzar una nueva etapa. Y sin romper de todo con el pasado, deseaban de algún modo empezar de cero. Así comenzaba, tras Misfits y Samhain, la nueva aventura del cantante de New Jersey. Había nacido Danzig, la banda, e iban a dar mucho de que hablar.
Pero no adelantemos acontecimientos. En 1987 el ex Misfits pretendía finalizar el viraje hacia el heavy metal que había comenzado con Samhain cuatro años atrás y sentía que en ese momento era posible gracias a la banda que había formado y a la confianza que Rick Rubin había depositado en él. Para tal menester, reclutaron al batería Chuck Biscuits (ex Black Flag) y entraron en el estudio para dar forma a lo que sería su disco de debut. Las sesiones de grabación se desarrollarían en varios tramos entre los meses de septiembre de 1987 y abril de 1988 en los estudios de Atlantic y Chung King Metal en New York . En los intervalos entre ellas la banda comenzaba a rodarse en directo para ir compenetrándose de cara a futuras giras.
Las labores de productor recayeron en Rick Rubin y cuando finalmente el disco vio la luz, los fans pudieron comprobar que el cantante había dado un puñetazo en la mesa y había publicado una obra que actualizaba y llevaba un paso más allá los postulados de Black Sabbath. Metal poderoso, machacón, oscuro y lleno de riffs que harían las delicias de todo buen aficionado. Y por encima de todo ello, la voz de un Glenn cantando mejor que nunca, con un tono grave que le hizo acreedor al apodo (un tanto ridículo, todo hay que decirlo) de Evil Elvis.
El LP fue publicado inicialmene sin título aunque posteriormente se le conocería por Danzig I, debido al hábito del melencarado vocalita a numerar sus trabajos. Se componía de 10 canciones y se haría un tanto difícil destacar alguna por encima del resto. Mother es quizás la más conocida, pero no lo sería realmente hasta 1993 en que la versión en directo sonaría bastante en las emisoras estadounidenses. En realidad es difícil encontrar algo parecido a estribillos o melodías tarareables. Es una de esas obras que se recuerdan más por el impacto global que se produce que por algunas de las canciones en concreto.
Las cartas se ponían boca arriba desde el inicio con el espectacular Twist Of Cain. La canción había sido escrita pensando en ser incluída en un hipotético disco de Samhain y finalmente fue utilizada como carta de presentación de la nueva formación. Y refleja a la perfección el sonido del grupo. Batería y bajo sobrios, sin florituras pero contundentes y en primer plano, John Christ brillante ejecutando riffs 100% metálicos pero sin recurrir a la distorsión por la distorsión y el vocalista en plena forma imponiéndose con un carisma y un poderío espectaculares. Además, a modo de anécdota, apuntar que James Hetfield, gran fan de The Misifts hacía coros en esta canción (también en Possesion)
En la misma línea que Twist Of Cain podemos encontrar otras canciones contundentes como un directo al mentón. Sería el caso de Not Of This World, Am I Demon, Mother o The Hunter. Ésta última, acreditada a Glenn como compositor es en realidad una versión del tema compuesto por Booker T & The MG´s y Carl Wells. El vocalista modificó parte de la letra y tuvo el morro infinito de firmarlo como compositor en un alarde de chulería y egocentrismo tan característico de alguien como él, que tenía el firme convencimiento de que el mundo giraba en torno a su persona.
Lo mejor del disco para mi gusto reside, sin embargo, en las canciones no tan rápidas y sí más sabbathicas. Soul On Fire, End Of Time, con esa exquisita intro, Possesion que perfectamente podría haber encajado en alguno de los trabajos de Samhain, o la fantástica She Rides en donde Glenn muestra su lado más Jim Morrison son actualizaciones de la tradición heavy blues de Iommi y los suyos. Sin florituras, machaconas y con un John Christ que demostraba que su fichaje no podía haber sido más acertado. Todo ello, además, aliñado con ese aura de oscuridad, terror y serie B tan propio del ex Misfits, que envolvía la letra de la mayoría de canciones, encajando a la perfección con el sonido pesado y monolítico del LP.
El álbum fue puesto a la venta el 30 de agosto de 1988 y la recepción crítica y de fans fue bastante entusiasta. No se convirtió, por supuesto, un superventas. Tampoco llegó alto a las listas de éxito ni nada por el estilo. No era una obra que reuniese las características necesarias para ello. Pero con el tiempo se convirtió en un disco de culto y nunca dejó de venderse. De hecho, en su momento recibió el certificado de disco de oro, alcanzando el de platino a mediados de la década de los 90.
Tras la edición de Danzig I, el grupo se lanzó a presentarlo en directo. Debido a los contactos de Rick Rubin telonearon durante varias fechas a Slayer y a Metallica, gracias a lo cual su música llegó a numeroso público que quizás de otro modo no se hubieran acercado al grupo. Y si en disco las críticas habían sido buenas, fue sobre el escenario donde consiguieron la aclamación casi unánime de la parroquia metalera. Cada noche el grupo salía a matar y el número de fans iba en aumento.
Posteriormente, la formación se consolidaría y llegarían más discos magistrales y giras triunfales ya como cabeza de cartel hasta que en 1995 todo se vino abajo. Fue en ese momento cuando surgió una polémica que posiblemente nunca llegará a aclararse del todo y que versa sobre el verdadero papel de Rick Rubin en los discos de Danzig. Desde su debut, el sonido del grupo fue muy personal y siempre se pensó que Rubin, acreditado como productor (en solitario o junto a Glenn) hasta Danzig IV era, al menos en parte, responsable de ello. Sin embargo, en varias entrevistas posteriores el arisco cantante declaró que Rick tan solo constaba en los créditos por dinero y autopromoción sin haber trabajado nunca de manera real en los discos. Una queja parecida acerca de él tenían también los hermanos Robinson de Black Crowes omás tarde igualmente Slipknot. Servidor no se decanta por ninguna de las partes. Danzig es un cantante y compositor de gran talento con una carrera que ya había conocido muy brillantes momentos antes de cruzarse con Rubin. Y Rick, a lo largo de su dilatada trayectoria, ha demostrado ser alguien con un gran olfato y bajo cuya tutela muchas bandas y artistas han logrado dar lo mejor de sí mismos. Imagino que la abrupta ruptura entre ambos, debida en gran parte a motivos económicos, tendrá mucho que ver en la amargura que se refleja en Glenn cada vez que se toca el tema en alguna entrevista. Aunque, bajo mi punto de vista, cuando se separaron sus caminos el cantante salió perdiendo; una vez prescindió de su banda y del productor y en mi opinión su carrera se resintió muchísimo.
Pero del posterior declive de Evil Elvis no toca hablar ahora. Hoy atrasamos el reloj tres décadas y nos dedicamos a disfrutar del halo de oscuridad de uno de esos discos que, como un veneno de acción lenta, nos ha ido atrapando poco a poco a lo largo de los años. De esas obras que va a más y que no solo no envejece mal, sino que gana conforme pasan los años. Puede que Danzig se haya convertido en una parodia de sí mismo, pero en 1988 lograba sorprender a propios y extraños con un debut que daría inicio a un repoker de títulos que son ya parte fundamental de la historia del metal. Apaguemos las luces, subamos el volumen, comencemos el ritual de audición dejándonos llevar una vez más por el riff de Twist Of Cain y demos una vuelta por el lado oscuro del rock… Let´s go!