Sello: Metal Blade.
Producción: Dario Mollo/Dave Curle.

Por Rafa Diablorock.

Colega, ¡devuélveme lo que te he prestado!


Una de las mejores noticias para el heavy metal, en su definición más exacta, fue el renacimiento de Satan en 2011. Si los de Newcastle sacan un nuevo trabajo, ese año el trono al mejor disco de old school heavy metal está complicado. La vuelta no pudo empezar mejor, después de años en barbecho, estos creadores del New Wave Of British Heavy Metal (NWOBHM) formados a finales de los 70 firmaron en su regreso, Life Sentence (2013), una implacable colección de himnos que sin embargo no cosechó el reconocimiento merecido. Y aunque Atom By Atom (2015) volvió a ser una lección magistral de heavy metal con recepción entusiasta por gran parte de la prensa apenas obtuvo relevancia en términos de impacto en el público.

El quinteto vuelve con la misma formación pero bajo un sello más grande, Metal Blade, desde el cual deberían conseguir una mayor atención hacia este Cruel Magic, brillante nuevo capítulo de su infalible propuesta de metal artesanal. De nuevo gozan de una enorme inspiración pese a no salirse de la línea marcada en sus inicios; armonías vocales, guitarras dobladas, tiempos cambiantes y epicidad. Este trabajo vuelve a mostrarnos la añeja frescura de sus guitarristas Steve Ramsey y Russ Tippin, aunque en esta ocasión Brian Ross es quien se erige como gran protagonista con su clase y dejes característicos, dejando su vicioso toque en cada rincón del álbum.

Una verdadera delicia el que una banda de una época tan lejana e histórica sea capaz de congelarse en el tiempo y enfocar un nuevo disco como lo hacen Satan, y es que parece que no han oído nada mas allá de 1984. Y no sólo eso, pese a que el sonido es notablemente actual la banda no esconde ciertas limitaciones, quizá autoimpuestas (entrañable ese punteo fallón en The Doomsday Clock), de manera que están obligados a sacar petróleo de cada idea, algo que consiguen sin artificio alguno (chúpate esa Tobias)

El disco no puede empezar mejor, Into the mouth of Eternity nos tira en la cara varios riffs formidables y melodías vocales genialmente acompañadas por coros sobre un ritmo acertadamente tosco, ideal para mostrar sus señas de identidad a algún despistado que nunca los haya escuchado. Más ideas e ideas seguirán cayendo sin cesar, una especie de proto-Thrash rezuma en numerosas ocasiones, como si Satan dijeran a Hetfield, Mustaine o Hannemann algo así como: «Colegas, ¡devolvednos lo que os hemos prestado!». En las geniales Cruel Magic, Ophidan o Death Knell for a King no es difícil encontrar paralelismos con los Slayer o Megadeth más primigenios. Satan no dejan de sonar a ellos mismos, pero con poca atención que le prestes a Ghost of Monogah por momentos creerás estar escuchando una revisión del Holy Wars de Mustaine y compañía. No me puedo dejar atrás Legions Hellbound, para servidor tema estrella del disco, con melodías de guitarra y voz tan oscuras como pegadizas.

El mayor mérito de este Cruel Magic es que, tema tras tema, lo normal es que se perdiese el interés entre tanto sonido manido que ya has escuchado antes miles de veces; sin embargo, Satan vuelven a traer una colección de inspiradas composiciones que consiguen atraer toda la atención de cualquier amante del heavy metal más genuino. Un disco que es pura diversión, y para mucho tiempo.

Larga vida a la OWOBHM (Old Wave of British Heavy Metal).