Jane’s Addiction – Nothing’s Shocking.

Por Jaime Taboada.


A lo largo de la historia siempre ha habido obras de extraordinaria calidad y artistas dotados de gran talento. Algunos lograron incluso iniciar nuevas corrientes o popularizar nuevos estilos instalando su legado en el imaginario colectivo, bien por la popularidad adquirida en un determinado momento o bien por el trato que la crítica les hubiera dispensado. Pero independientemente de los niveles de popularidad, ventas o respeto crítico nos tropezamos de vez en cuando con obras a las que el tiempo convierte en referentes por cualidades que en ocasiones van más allá de lo artístico. Me refiero a aquellas que destacan no sólo por lo que vemos, escuchamos o percibimos, sino que arrastran una especie de aureola de leyenda debido a las circunstancias que rodearon su creación, el atrevimiento de sus autores o un resultado que rompiera moldes en su momento. Son varios los ejemplos que se han dado a lo largo de los años, y si nos ceñimos al ámbito de la música pop y rock no se me ocurre mejor exponente que el Nothing’s Shocking de Jane’s Addiction. Publicado hace ahora 30 años fue, es y será algo más que música. Grabado por una banda que no encajaba en ningún sitio y con un sonido que a mucha gente le costó asimilar. En 2018 es un título de referencia acerca del cual casi nadie expresa dudas o reparos. Lo más curioso de todo es que no vio la luz en un pequeño y oscuro sello independiente, sino a través de la poderosa Warner. Y a pesar de no entrar dentro de los parámetros de lo que triunfaba en aquel momento, fue finalmente un trabajo con el que los californianos lograron a su manera y sin concesiones el éxito comercial.

En 1987 Jane’s Addiction eran una banda totalmente underground que vagabundeaba por Los Angeles y alrededores tratando de salir adelante y de desarrollar una carrera. Estamos hablando de la época del hard rock y el sleazy. Guns N’ Roses comenzaban a despuntar y formaciones como L.A.Guns o Faster Pussycat empezaban a dar que hablar también. Pero ese era un mundo totalmente opuesto al de Jane’s. La escena en la que se movían Perry Farrell y los suyos era la de Fishbone, Thelonious Monster o Red Hot Chilli Peppers, grupos que quizás no tuvieran muchos puntos en común en lo musical pero que compartían sobre todo la actitud de no ponerse límites, mezclar estilos y no someterse a los dictados de las modas o de la imagen. Sí, sé que cuesta creer esto acerca de Dave Navarro o de Red Hot Chilli Peppers en 2018, pero a mediados de la década de los 80 su mentalidad era muy muy diferente.

Jane´s Addiction habían debutado discográficamente ese año con un álbum titulado con el nombre de la banda que recogía una grabación en directo de un concierto en Los Angeles, a la que se añadiero n algunos retoques y overdubs en el estudio (ahhh… el mundo de los directos y sus pequeños o grandes trucajes). Publicado por el sello Triple XXX su difusión fue muy limitada y su repercusión más bien escasa a pesar de lo cual el grupo no tiró la toalla. Su perseverancia tuvo premio cuando alguien de la discográfica Warner pensó que con la promoción adecuada podían convertir al combo en una de las nuevas sensaciones del momento. De una discográfica minúscula, la banda pasaba a formar parte de una potente multinacional que podría catapultarlos a la fama y hacer que su música se difundiera por los cinco continentes. A su manera lo lograron aunque estuvo a punto de no ser así. Y es que en Warner no contaban con un inesperado enemigo. El propio grupo enfrascado en batallas internas que hacían que cada día pudiera ser el último de su existencia.

Muchas bandas en los primeros años de su andadura forman una piña, ya que esos momentos suelen ser duros, plagados de adversidades y en los que el salir adelante depende en gran medida de poner el compañerismo y el sacrificio por encima de todo. Puede que posteriormente lleguen la fama y el dinero y con ello los motivos de fricción pero no era el caso de Jane’s Addiction en 1987. Por aquel entonces no eran precisamente millonarios ni súper populares todavía. Todo lo contrario. Y lo que para otros sería una etapa de unión a prueba de bombas, para ellos era una época de constante tensión. No eran una banda al uso sino una agrupación totalmente disfuncional de cuatro personas que muchas veces ni se aguantaban. Choques de personalidades y discusiones de tipo económico hicieron que en plena grabación de Nothing’s Shocking, Jane’s Addiction se convirtieran en un caos en el que terminaron formándose dos bandos. Por un lado Perry Farrell y por otro Dave Navarro, Stephen Perkins y Eric Avery, guitarrista, batería y bajista respectivamente. La principal causa de agrias disputas era el reparto del dinero.

Cuando iban a comenzar la grabación del disco, Farrell decidió que él era más que los demás puesto que escribía las letras, exigió que el 50% de los royalties generados fueran suyos por ese concepto. Además, pretendía que la otra mitad se repartiese a partes iguales entre los cuatro miembros del grupo. Un concepto de equidad un tanto particular ya que su idea de reparto significaba que él obtendría el 62,5% de los ingresos por un raquítico 12,5 % del resto de miembros. No parece que la solidaridad y el compañerismo cotizaran muy al alza en la escala de valores del frontman.

Lógicamente, cuando el resto del grupo se enteró de las descabelladas exigencias del cantante no se quedaron resignados cruzados de brazos, sino que decidieron hacerle el vacío a su compañero. Algo que complicó extremadamente el proceso de grabación del álbum, involucrando a un alucinado Dave Jerden que no daba crédito a lo que sucedía. Jerden había sido elegido por la banda de entre una lista de productores que les había facilitado la compañía discográfica y había mostrado mucha ilusión por trabajar con el grupo, dado el inmenso potencial que veía en aquellos inadaptados. Pronto comprobaría que la genialidad artística no iba necesariamente acompañada de estabilidad. A veces llegaba al estudio y veía a Perry sólo, probando ideas con su máquina de efectos. En otras ocasiones era el cantante el que se ausentaba sin dar explicaciones o se daba el caso en que solo aparecían dos miembros. A los piques personales se sumaban el caótico estilo de vida de Navarro y compañía que incluía devaneos con drogas duras y ciertos encontronazos con la ley. Definitivamente, el entorno de Jane´s Addiction en aquel momento no ofrecía un futuro a corto o medio plazo muy prometedor. En el momento de entrar al estudio la banda tenía más posibilidades de romperse en pedazos que de completar la grabación. Pero los genios lo son por algo y no solamente por su talento artístico, sino por saber salir adelante incluso ante las circunstancias más adversas y las perspectivas más sombrías.

Por increíble que pudiera parecer, previa amenaza de disolución del grupo, la disputa acerca de los royalties se zanjó con Farrell logrando sus objetivos. Warner medió para mantener a la banda medianamente unida y finalmente, casi de milagro, la grabación del álbum llegó a buen término aunque en sesiones llenas de tensión, peleas y amagos constantes de ruptura. Pese a ello, la disputa dejó una dolorosa huella, sobre todo en Avery, que desde aquel momento se distanció muchísimo del resto de sus compañeros.

Las sesiones de grabación comenzaron en otoño de 1987. El productor Dave Jerden escuchó varias demos del grupo y de una lista de 18 canciones seleccionó nueve que fueron las que propuso que grabasen. Serían finalmente 10 tras la inclusión de Thank You Boys a modo de epílogo de 1 minuto. Y hay que reconocer que a pesar del mal ambiente en el seno de la banda, o quizás a causa de él, el resultado final es un trabajo soberbio que rompió esquemas, imposible de encuadrar o etiquetar en un género concreto y que 30 años después de su publicación sigue siendo un disco diferente a todo lo publicado antes por una banda de rock y a todo lo que vino después.

Nothing’s Shocking no es solamente una obra musical, es un catálogo de las obsesiones de Farrell arropadas con una miscelánea musical fruto de la interacción de tres músicos tan dispares como Perkins, Avery y Navarro, que con un cocktail de hard rock, psicodelia, funk y folk rock hacen que el sonido de Jane’s beba de fuentes dispares como puedan ser la Velvet, Zeppelin o Sly & The Family Stone. Desde el absorbente instrumental inicial (Up The Beach) que nos traslada mentalmente a las playas californianas, el álbum nos hace entrar en una especie de dimensión paralela oscura y angustiosa que Farrell moldea desgañitándose en canciones como Ocean Size (brillante la parte en que canta «Some People Tell Me Home Is In The Sky / In The Sky Lives A Spy!!!!») , la retorcida Ted… Just Admit It, dedicada al asesino en serie Ted Bundy, en la cual aparece la frase de la que se extrae el título del disco y en donde se repite a voz en grito la proclama de “Sex Is Violent!!!”, o en la brillante Mountain Song. Canciones duras y rocosas. Casi una especie de reverso tenebroso del rock. Una evocación de la California más oscura. Canciones que no nos sugieren sol, surf y estribillos  de Beach Boys, sino masacres de Charles Manson o los ambientes propios de una novela de James Ellroy. La interacción entre el bajo de Avery y las guitarras de Navarro es fabulosa. Y el respaldo de Perkins, que tan pronto muestra la pegada de Bonham como la sutileza de Stewart Coppeland, convertían a Jane’s en una banda con un sonido único.

En la otra cara de la moneda, estarían canciones más rítmicas y más “amables”. Entrecomillo la palabra porque la amabilidad no era ni de lejos una de las características del sonido del grupo. Pero temas como Idiots Rule (con sección de vientos que incluye a Flea de Red Hot Chilli Peppers junto a Chris Dowd y Angelo Moore de Fishbone), Standing In The Shower…. Thinking o Had A Dad son, dentro de su complejidad, más accesibles. Pero la variedad estilística de Nothing´S Shocking no se reduce a dividir las canciones en ásperas o rítmicas. El grupo era capaz de trasladarnos a la California de 1967 con Summertime Rolls o de componer esa exquisitez acústica titulada Jane Says que sumada a los títulos mencionados conforman un disco que por momentos parece grabado por varias bandas diferentes pese a ser obra de los mismos cuatro genios.

El LP se puso a la venta en agosto de 1988 y desde el primer momento las polémicas hicieron acto de presencia. El antaño todopoderoso PMRC tachó el disco de obsceno por el contenido de sus letras y la portada, diseñada por Perry Farrell, que mostraba a dos mujeres siamesas unidas por la cintura desnudas y con llamaradas saliendo de sus cabezas, hizo que el álbum no se pudiera vender en algunas tiendas de las zonas más retrógradas y puritanas de EEUU. Para colmo de males, el coqueteo de algunos miembros del grupo con las drogas, los vídeos que por su contenido tenían problema para ser emitidos y las eternas crisis internas del grupo eran aparentemente obstáculos que habrían podido terminar con su carrera en tiempo record. Pero contra todo pronóstico no solo no se produjo tal hecho, sino que además Jane´s Addiction llegaron a obtener un elevado nivel de popularidad llegando a colocar la canción Jane Says en puestos altos de las listas de éxitos.

El álbum fue creciendo gracias al boca a boca y a los enloquecidos conciertos del grupo, además de venir avalado por su indudable calidad. Jane’s Addiction finalmente saltó por los aires poco después. Al final su peor enemigo fueron ellos mismos. Pero antes de decir adiós (posteriormente se demostró que sólo fue un hasta luego) aún pudieron publicar otro disco (el también excelente Ritual de Lo Habitual) y poner en marcha uno de los eventos que marcó el inicio de una nueva manera de vivir y organizar los festivales, el Lollapalloza. El disco fue reeditado en formato CD años después con la canción Pigs In Zen (incluida originalmente en su debut) a modo de bonus track.

De todo eso y más hablaremos en el futuro. Pero hoy nos detendremos en 1988. El vinilo comienza a girar sobre el plato y el bajo de Eric Avery marca el inicio de Up The Beach previo al estallido guitarrero de Navarro. Y servidor abandona el mundo real para adentrarse en al dimensión Jane´s durante los próximos 40 minutos. Si alguien no ha experimentado aún la sensación que proporciona la escucha de Nothing’s Shocking, que lo haga. Tras ello, nada volverá a ser igual.