Crítica: KEN mode – Loved (2018)
Sello: Season of Mist.
Crítica por Manuel J. González.
Cierto es que cuando sobrepasas cierta edad – al menos en mi caso – tiendes a buscar introspección musical. Ya no se trata del single, sino del viaje; y aunque me repita en estas cuestiones, es bueno ser sincero con uno mismo, y también con el resto. Sin embargo, todos tenemos momentos; circunstancias en las que ansiamos el grito, el salvaje golpe en el estómago, el mordaz zarpazo de aquel que escupe rabia desde el segundo cero. Jamás fui devoto del mal llamado post hardcore; por aquellos entonces andaba perdido en el Caribe bailando bachata con las hijas del Diablo. Soy capaz de apreciar el inextinguible arte del alarido punk, ya que entiendo esa fogosa necesidad de reventar un escenario en pedazos. ¡Viva la música! ¡Y viva la actitud! Muy de vez en cuando necesito sentir esa embestida, de ahí que me animara a reseñar este magnífico trabajo de los de Manitoba.
Estos colosos del noise rock saben conjugar a la perfección la pleitesía al ruido con las más bellas formas hardcore; o llámenlo como quieran. Últimamente, los tags tienden a complicarnos la vida. Aunque en el fondo lo gozamos. Los hermanos Matthewson lo tienen clarísimo; e imagino que siempre lo tuvieron, observando la retahíla de músicos que han pasado por la formación estadounidense. Los hermanos mandan, y además son unos jefes. Tras una portada que podría pertenecer al catálogo de mi adorado King Dude, se esconde una colección de canciones en las que las guitarras – al más puro estilo Unsane – crujen hasta hacerte palidecer. Es como si por un momento la agresividad se tornara técnica, aunque sin abusar del recurso del efectismo compositivo. ¡Qué maravilla! Directos a la yugular – como sus compatriotas Whores –, sacuden tu maltrecho cuerpo, lo zarandean; vamos, hacen lo que quieren con él.
Imagino que sobre las tablas deben ser inmaculadamente infalibles. No varía la receta, aunque “Loved” se antoja algo más directo que su encantador predecesor. Deberíamos venerar las guitarras de Jesse: embaucadoras hasta límites insospechables. Acertadísimo también el sucinto saxo de Kathryn Kerr en piezas como “The Illusion of Dignity”, o en la seductora “This is a Love Test”. Garra rockera podría ser su eslogan, aunque KEN mode van más allá de buscar ser alguien. Se dedican a ser ellos mismos, supurando mala baba, escupiéndonos en la cara hasta hacernos gozar. No busquéis amistad sonora, esto es intensa brutalidad. Ya lo reza el trallazo de ocho minutos que cierra el disco: “No Gentle Art”.