Revocation – The Outer Ones (2018).
Sello: Metal Blade.
Producción: Zeuss.

Crítica: Rafa Diablorock.


Con nueva portada a cargo de Tom Strom, tatuador de la banda, Revocation se plantan en 2018 con su segundo disco tras la salida de su batería original. ¿Y por qué me refiero al retirado Phil Dubois-Coyne? Pues porque aunque el trabajo de Ash Pearson desde 2015 está siendo acorde con las exigencias de la banda, no impide que se añore cierto grado de vértigo en los de Boston desde 2015. Revocation es un juguete a merced de su líder, David Davidson, quien prometía un revulsivo para este disco autocatalogándolo como el trabajo más death metal de su carrera. Sinceramente siempre vi que la impronta de Death, Morbid Angel, y sobre todo la de los canadienses Martyr alejaban a Revocation de una simple banda de thrash metal contemporánea, pero es cierto que el cuarteto reaparece con nueve piezas con aroma death metal.

El death metal más técnico, progresivo y alocado en las innumerables secciones cambiantes del recorrido del disco, y en el sentido más primitivo del término cuando sacan el martillo pilón y hacen vibrar el mástil de la guitarra de siete cuerdas con los acordes más graves. El paisaje sonoro que recrea la banda llega a teñirse de la oscuridad más pantanosa en varios momentos, como en la desbordante A Starless Darkness, con más de 7 minutos que transmiten pura esquizofrenia. Davidson también parece más recurrente en los growls más graves de su voz, enmudecida como siempre en los infinitos desarrollos técnicos de puro virtuosismo que siguen siendo tarjeta presentación de su música.

De manera personal, disfruto mucho más de los Revocation machacones, y en este disco vuelven a aparecer golpetazos de puro groove que me hacen recordar aquel lejano y excepcional EP que editaron en 2012, Theratogeneis, del cual podemos encontrar ecos en el soberbio tema que da título al disco. Finalmente, The Outer Ones es un disco notable, aunque de primera parece carecer de ese gancho asesino que les elevaba en el pasado. Es un trabajo lo suficientemente copioso en tantos aspectos que volverá a deleitar a sus seguidores, ya sean friquis de la locura jazzística y progresiva de Vektor o Voivod, o amantes de los sonidos más tochos y rítmicos de Meshuggah.