Thrice: Palms (2018).
Sello: Epitaph.
Producción: Eric Palmquist/Thrice.

Por: Álvaro Antípodas.


Que una banda de este siglo llegue a publicar diez discos en su carrera discográfica es ya casi toda una proeza dado los exiguos réditos que aportan los lanzamientos discográficos en el nuevo modelo de consumo musical que vivimos. Es por tanto siempre motivo de felicidad comprobar que a algunas grupos la longevidad no sólo no les pesa sino que les sienta más que bien. Los norteamericanos Thrice aun contando en su haber con joyas como Vheissu o The Alchemy Index – publicadas ambas hacen más de una década- siguen siendo una banda que vuela bajo el radar en nuestro país. Eso sí, sus seguidores – entre los que me incluyo- somos fieles a una banda casi catalogable como de culto y cuyo sonido ha evolucionado con los años de un primigenio post-hardcore melódico casi emo a un rock alternativo más crudo pasando por la creatividad sin fronteras de los discos citados anteriormente.

Palms es un disco más aperturista a la par que dinámico que el anterior y más directo To Be Everywhere is To Be Nowhere y buena muestra de ello son los teclados sci-fi ya de inicio en Only Us. Sin embargo, en cortes como en The Grey optan por ir más al grano y mostrar a los Thrice más vigorosos en los que la sección rítmica está ultrapresente, con una entrada en el tema que en mi mente se emparenta con aquella Yellow Belly y con un estribillo y giro posterior que acaba por elevar el tema lo suficiente como para que sea un must en sus próximos setlists. Adicionalmente, y tal como comentábamos anteriormente, en cuanto a la mayor paleta cromática aquí mostrada con respecto a su disco del 2016 podríamos citar el intento de dejar reposar más las canciones en el peso vocal de Dustin Kensrue, una sensación palpable en My Soul y también en el ejercicio de desdoble vocal que muestran en la colaboración con Emma Ruth Rundle– cuyo recién publicado disco On Dark Horses es más que recomendable dicho de paso-  en la disfrutable Just Breathe.

El tramo central conformado por Just Breathe, Everything Belongs y My Soul enfría quizás demasiado la experiencia y conforman el punto más negativo de toda una obra que por suerte remonta en su parte final. En la parte final del tracklist cabe un poco de todas las virtudes de los californianos. A Branch In The River recupera el sentido de urgencia de aquellos Thrice previos a Vheissu. Más destacable son las poliédricas líneas de guitarras del gran Teppei Teranishi que sobresalen en todo momento. Hold Up A Light con un groove conferido por la línea de bajo de Eddie Breckenridge y un estribillo que seguro que debe ser otra parada obligatoria en los directos futuro. Tras un gran artefacto sónico de potencia y vigor Thrice vuelven a enamorar con un cambio de registro fascinante en Blood On Blood, tema excelso en el que tocan la fibra con un crescendo progresivo instrumental en el que la línea de guitarra de Teppei es absolutamente deliciosa. El cierre con Beyond The Pines marca el momento más emotivo del disco con una composición en la que superlativamente sobresale la carga emotiva de la interpretación de un Dustin Kensrue  a la altura del trasfondo lírico. Preciosismo y épica pura para bajar el telón.