Soulfly – Ritual (2018).
Sello: Nuclear Blast.
Producción: Josh Wilbur.

Texto por Rafa DiabloRock.


Enfrentarse a un nuevo disco de Max Cavalera cada año se está convirtiendo en un «ritual», sea cual sea el proyecto desde el que lo firme. Max viene mostrando últimamente un dudoso estado de forma sobre los escenarios, especialmente si atendemos a su voz, pero discográficamente goza de una notable fortaleza creativa, en especial si tenemos en cuenta el último trabajo de Cavalera Conspiracy (Psychosis, 2017) y el presente Ritual, de Soulfly.

Undécimo trabajo de una banda que nació hace 20 años, y que no necesita vivir de viejas glorias. La tónica general cuando se trata de valorar un disco de Soulfly es que mostrará los suficientes atributos como para impedir el suspenso, pero también parece imposible encontrar motivos para alabarlo de manera especial… algo que sin embargo con Ritual sí que podemos hacer. Una formidable portada de Eliran Kantor ilustra una excelente colección de temas de la mejor amalgama metalera salida del tarro del mayor de los hermanos Cavalera. Con una excelente producción de Josh Wilbur (esta vez sí), nos encontramos con unos sólidos y pesados Soulfly a los que se les caen los riffs en 45 minutos. Estaremos todos de acuerdo en que Zyon está más inspirado que nunca a la batería, y que el resaltado bajo de Mike Leon es otro punto a favor, pero lo que hace especial a Ritual es cómo te gana a base de riffazos. Guitarrazos con el contundente sello de Max, acompañado de un Marc Rizzo que esta vez además de dejarse la suela en el pedal wah acierta con varios solos.

El disco comienza previsible… pero qué narices, todo el álbum está dentro de la zona de confort de Max, aunque acertando en todo el centro de la diana. Temas excelentes como The Summoning, con un final electrónico que mataría por escuchar prolongado, o Blood On The Streets, con final tribal bien traído. Tienes thrash y velocidad en la rápida Evil Empowered, evidenciando cierta fragilidad vocal de Max, y encontrarás mucho groove (hasta decir basta) en la rítmica Bite the Bullet, o también en ciertas partes de la cambiante Demonized, que a veces recuerda a Chimaira y otras a Deicide.

Las dos invitaciones vocales significan posiblemente los dos mejores cortes del disco; tenemos a Randy Blythe de Lamb of God en la punzante Dead Behind the Eyes, y a Ross Dolan de Immolation en la apabullante Under Rapture, con algunos guitarrones propios del death metal más bruto. Dos temas de más de cinco minutos que se contraponen con otra gran joya, Feedback, una locura que bien podría haber empezado con Max diciendo «Hola somos Soulfly, y hacemos rock and roll«, ya que ese inicio sucio y punkarra parece propio de unos Motorhead metalizados, salvo que el tema evoluciona impregnandose de lodo hasta terminar a lo bestia con el regalo inesperado de su brutal riff final. Todo en tres minutos, solo queda decir que menudo puto temazo.

Soulfly consiguen que sea inevitable subir y subir, y subir y subir de volumen hasta hacer vibrar los adornos de la vitrina del vecino. Una acertada amalgama de todas las movidas molonas que rebotan dentro de la quijotera de Max Cavalera, un creador que picotea del estilo que le da la gana con la libertad del que sabe muy bien lo que está haciendo… porque sabe lo que le gusta. Y es que no olvides, Max es tan melómano y metalero como tú.

¡Riffs!



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