Slayer.
Final World Tour.
The SSE Arena, Wembley, Londres, Inglaterra.
Bandas invitadas: Lamb of God, Anthrax y Obituary.

Texto por Héctor Urdin.


Slayer anunciaban en enero de este año que su retirada estaba próxima después de estar juntos más de 35 años. Una gira de despedida por todo lo alto se planificaba para 2018 y 2019, conmocionando la comunidad metalera de todo el mundo. El Final Word Tour pasará muy pronto por Madrid y Barcelona, pero antes pudimos acercarnos el pasado fin de semana al SSE Arena de Wembley de Londres para traeros un informe bélico en avanzadilla de lo que nos espera.

Mientras que en tramos previos de esta gira Slayer se han acompañado de Napalm Death, Testament o Behemoth, en esta etapa disfrutaremos de la True American Travel Band con Obituary, Anthrax y Lamb of god. Estas tres bandas acompañaron a Slayer en Londres y serán las mismas que veremos en España. Pudimos confirmar que algunos integrantes que estaban ausentes en fechas previas ya están recuperados y con ganas de bombardearnos a todos.

Wembley arena tienen más puertas que un campo de fútbol y solamente para encontrar tu lugar de acceso necesitas la ayuda del Dr. Watson. Un exhaustivo control de seguridad (llegando hasta lo rídiculo y exasperante) nos hizo disfrutar de “Redneck Stomp” en el detector de metales. Seguramente las tachuelas, cinturones de bala, piercings y demás complementos hicieron que la entrada se retrasara tanto. Obituary contó con apenas 30 minutos, una breve actuación que volvió a mostrar a la banda de Florida en esa especie de tercera o cuarta juventud desde su “Inked in Blood “de 2014. Por suerte tuvimos a Donald Tardy sentado al set de batería, tras haberse perdido la mitad de los conciertos de la banda por asuntos familiares. Sonaron sus clásicos junto a piezas ya básicas de sus repertorios salidas de sus dos últimos y formidables trabajos. “Dont care” sonó espectacular y “Im in pain” pesada de cojones, acabando con la pútrida “Slowly we rot”, como no podía ser de otra manera. Death metal sin paliativos despertando olor a muerte como aperitivo del festín que estaba por venir.

De Florida nos fuimos a Nueva York, con unos Anthrax que salieron con la intro de «Cowboys from Hell» de Pantera. Anthrax son energía, ya sea con el torbellino Belladonna, el saltamontes Ian o “1000 caras” Frank Bello. El montaje digno de cabeza de cartel muestra la entidad de cada una de las bandas; cualquiera de estas podría ser principal en cualquier gira. El setlist fue bueno, pero podía haber sido mejor. Caught in a Mosh” puso la centrifugadora a funcionar, “Got the time” le dio más vueltas a la peonza y  «Madhouse» repartió caramelos a los asistentes. ¿Has visto recientemente a Anthrax? Pues justo eso. “Antisocial” ya no me dice nada e “Evil twin” está bien y conjuga perfectamente con sus clásicos, pero con escasos 40 minutos y siendo telonero no valen las medias tintas. La anécdota de la jornada la protagonizó el señor Charlie Benante con su escudero Scott parando la reivindicativa “Indians” para levantar a las marmotas que se encontraban sentados en las gradas. “Get the fuck up. You are embarrassing yourself, this is a metal show! At least bang your fucking head”. Dicho y hecho, todos para arriba y a gozar el resto de jornada. ¡GRACIAS SCOTT! Estos ingleses si no están en un balcón no se lanzan.

20 minutos para conquistar el Merchan/Baño/Barra y 12.500 orcos. Sí, he dicho orcos, y se llama el efecto “ESLEYAAAAAAAAAAAAAAAAAA”. La transformación de los asistentes ya era patente y los alaridos se sucedían en pasillos, baños y escaleras; pero todavía era el momento de los de Richmond. La multitud estaba lista para que Lamb of God les pasaran por encima, pero quizá no se esperaba semejante estampida. LOG hicieron temblar literalmente un ataviadísimo escenario con una fuerza que todavía resienten nuestros tímpanos. «Quienquiera que apele a La ley contra su prójimo es tonto o cobarde…» La narración de “Omerta” por parte de Randy Blythe abriría el set. Gran canción pero quizás no la mejor para despertar el apetito. “Ruin” lo cambió todo y “Walk with me in hell” hizo que el lado salvaje de los miles de asistentes tomaran las riendas, sálvese quien pueda.

La gente se volvió literalmente loca, los mosh comenzaron a girar con toda su fuerza y solo disminuyeron de velocidad en las pausas entre cada canción. Blythe y los suyos dejaron poco descanso, dejando caer bombas como «Now You Got Something To Die For» o «Blacken The Cursed Sun». 50 minutos de mamporros arriba y abajo del escenario con momentos álgidos en “Laid to Rest”: nunca antes la palabra FUCK se había rugido con esa intensidad por parte de los orcos allí presentes. «Redneck» puso punto y final, vaya destrozo de cervicales. ¿Lamb of God pudo haber sido el protagonista de la noche para la mayor parte de la multitud?… quizá simplemente vaciaron las reservas energéticas del público.

Se levantó una cortina que cubría todo el frente del imponente escenario, todo estaba listo para ver el reinado de Slayer por última vez. Las luces de la casa se apagaron y tras la intro «Delusions Of Savior» comenzó a sonar la maquinaria de guerra con “Repentless”. A medida que la canción continuaba varias cruces aparecían entre la oscuridad para lentamente comenzar a voltearse, todo perfectamente sincronizado con pentagramas, explosiones, luces brillantes y fuego, muchísimo fuego. “Disciple” arrancó unos gigantes coros herejes y con  Mandatory suicide” disfrutamos del sempiterno clásico. Slayer intercaló una gran variedad de telones (Iron Maiden mostró el camino) con canciones de sus 37 años de historia. Clásicos como «Black Magic«, “Hell Awaits” (quizá echamos en falta más material inicial),“Season in the abyss” o “Dead Skin Mask”. Tom Araya (sin barba de papá noel) interactuó bastante con el público, al contrario que en otras ocasiones que se dedicaba a mirar las locuras de la antiparroquia. Es el responsable del final de la banda, y quizá siente la responsabilidad de abandonar las tablas en lo más alto. “War ensemble” fue una hostia a mano abierta en la cepa de la oreja y ”When The Stillness Comes» frenó un poco la maquinaria para tomar aire. “Payback  y “Dittohead” nos recordó otra época de los thrashers californianos.

Los bises comenzaron con “South of Heaven”, empalmando con “Raining Blood”. El manicomio estaba servido y los circle-pits se reproducían como amebas. Bostaph volvió a demostrar que es una bestia con “Chemical Warfare”, y con escenografía homenaje al imprescindible e inolvidable Jeff Hanneman, «Angel Of Death» daba por finalizado el show cuando pasaban los 90 minutos. La última embestida a la máxima intensidad, el recinto pareció contraerse hasta caber en los miles de puños que se alzaban en el aire. Slayer sabían que tenían que darnos más que nunca. La ebullición delirante de llamas y pirotecnia cesó para que Paul, Gary, Kerry y Tom dieran un cercano adiós de un lado a otro del escenario a una multitud extasiada.

Así que ya sabéis… Si queréis encontrar un concierto de poder puro en las próximas paradas de la gira en Madrid y Barcelona… preparaos para la abrasión. Hablamos de la gran celebración del reinado de Slayer. Un reinado eternamente sangriento.

DiabloRock


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