Venom – Storm the Gates (2018)
Spinefarm Records.

Texto por Rafa Diablo.


¡Paren las rotativas! 2018 no ha terminado y la última palabra la tienen Venom. Hablamos de los Venom de Cronos. Demonios… ¿Acaso hay otros? El trío viene sacando un discazo tras otro desde ya ni me acuerdo cuándo, y parece que nadie les hace caso. Sabía que lo iban a volver a conseguir, pero este Storm the Gates sonaba a trabajo mediocre que el sello se quiere quitar de encima a final de año, una fecha malísima. Sin embargo me ha resultado una genial y macarra manera de mearse en los villancicos navideños… a la vez que consigue trastocar algunas listas que ya van emergiendo con lo mejor del año; al menos en la mía ya le han dado un manotazo a unos cuantos discos pillando sitio entre los mejores. Un nuevo disco de los Venom contemporáneos se debe analizar atendiendo al sonido que traigan y la puntería que hayan tenido con los temas escogidos, porque el estilo y la actitud (en general) ya se sabe. Esta última encarnación del grupo, que se acerca al 40 aniversario, tiene una clara visión de lo que son y donde quieren ir.

Decía Gregor Mackintosh de Paradise Lost que la crítica abusa repitiendo aquello de «guitarras que crujen». Pues estas guitarras crujen… y te fastidias amigo Gregor, que en este caso es literal. Una producción tosca en la que las guitarras arañan, el bajo empuja y la batería… ¡suena a batería! y no a teclas de máquina de escribir. Eso que tantas veces se habla de «sonido orgánico», que no es otra cosa que banda sonando de verdad. ¿Sonido pobre? Muchos así lo verán (y realmente no creo que les haya salido muy caro, lo ha producido el propio Cronos), pero yo subo el volumen y me encanta lo que escucho. A toda velocidad a veces todo es un poco caótico y enmarañado, pero… ¿quién quiere otra cosa distinta al caos en Venom? Nada de crema suavizante, aquí tiene que haber maraña. ¿Sabéis eso de escuchar un tema en versión demo y que luego no os guste en su versión repeinada en estudio caro? Pues justo eso, me quedo con esta demo maravillosa de 13 sucias puñaladas.

Otra portada horrible que provoca una nueva sonrisa mientras escuchas viciosos riffs con los que añorar tu espesa melena de juventud. Esa tupida cabellera que toda una legión de niñatos quinquis apestosos sacudimos hace décadas, y que podrás imaginar volver a sacar a pasear con temas como 100 Miles To Hell, agresivo y glorioso corte cuatro con el que parece terminar un tibio arranque en el que la banda decidió meter los tres temas más facilones del disco, que también molan, ojo. Oscuridad, velocidad y empuje infinito de unas leyendas a las que tampoco podrás volver a acercarte si tienes demasiada nostalgia de su pasado. El groove y ciertas sutilezas también son recursos a los que la banda recurren en sus últimos tiempos, y bienvenidos sean.

Celebremos la pegada de Beaten To A Pulp, la pesadez y suciedad de Destroyer (enorme), la contagiosa velocidad de The Mighty Have Fallen, el macarrismo extremo de Over My Dead Body (como me pone ese riff final)… Y así podría citar cada uno de los golpetazos de un disco que va de menos a más, en 50 gloriosos minutos de metal vigoroso y energizante. Eso sí, necesito destacar de manera especial Dark Night (Of The Soul), tema que con lengua bífida me lame ahí donde más me gusta, un vicioso rítmico y garrulo nuevo clásico personal, de explícita letra oportunamente engastada, y con el que castigaré a mis tímpanos, cervicales, vecinos, familia y amigos durante mucho tiempo. Declaración de principios lo llaman.