Seguimos tratando de retratar lo que fue asistir, otro año más, a uno de los mejores festivales del mundo, Roadburn. No es fácil explicarlo, hay que vivirlo, por eso desde DiabloRock animamos a todos nuestros lectores a que no dejen de asistir, aunque sea una vez en la vida, ya que allí, te guste el rock, el black metal, la psicodelia, el doom o la electrónica, hay sitio para todos y más. Después de la primera parte de esta crónica, llega el turno de las dos últimas jornadas, sábado y domingo.
Por Gonzalo Rodríguez.
Fotos Teddie Taylor / Roadburn Festival.
Sábado 13
La tercera jornada de festival la empezábamos adentrándonos en el místico y oscuro mundo de Wolvennest. Los belgas desplegaron toda la magia de su disco “Void”, en un ritual sonoro que fundió sonidos psicodélicos, repeticiones kraut y black metal, contando con los penetrantes cánticos de Alexander Von Meilenwald de The Ruins of Beverast en las espectaculares “L´Heure Noire” y “La Mort”. Más de una hora de viaje en el que los visuales ayudaron a crear un ambiente misterioso e inquietante. El sábado la sala Het Patronaat estaba dedicada exclusivamente a las bandas holandesas que formaban parte del colectivo creado para la ocasión, llamado Maalstroom. Turia fue la segunda banda del colectivo que tomó la iglesia para demostrar que la escena black metalera holandesa está en su mejor momento. Con una crudeza que sobrecogía, el trío, en apenas 40 minutos hizo una auténtica demostración de black metal puro, gélido y cortante.
De vuelta a la sala principal, Sumac se subía al escenario para llevar al límite su sonido ultra pesado. Después de la aplastante actuación en la iglesia hacía un par de años, Aaron Turner (Isis, Old Man Gloom), Brian Cook (Russian Circles) y Nick Yacyshyn (Baptists) presentaron su apabullante “Love In Shadow”, llevando al límite su experimental sonido con la incorporación del bajista Caspar Brötzmann en la última parte del concierto. Después de semejante descarga, la cabeza nos pedía sonidos más amables, por lo que nos dirigimos a la Green Room para ver a The Exorcits GBG. Los suecos nos pusieron a bailar a todos con las composiciones de su último disco “II”. Su mezcla de sintes, psicodelia y reminiscencias funk nos alegró una tarde que hasta el momento venía cargada de oscuridad sonora.
Las 20.50 era la hora marcada para los indiscutibles cabezas cartel de esta edición del Roadburn. Los legendarios Sleep llegaban a Tilburg para conmemorar sus 27 años de carrera musical con dos conciertos que pasaran a la historia del festival, sobre todo el primero de ellos. Con una sala principal en la que obviamente no cabía ni un alma más y rodeada de dos enormes murallas de amplis, el riff de “Dragonaut” puso el grito en el cielo de todos los emocionados fans que rinden pleitesía al doom, al stoner, y por supuesto al padre de todo esto, Tommy Iommi. Y es que la ocasión era especial, poder disfrutar de una obra de culto como el “Holy Mountain”, en una sala tan perfecta como la 013 y en un ambiente tan mágico, es algo que posiblemente solo se viva una vez. Todo hasta aquí ya es prácticamente inmejorable, pero ¿que puede haber mejor que Sleep tocándose el Holy Mountain entero? Pues Sleep tocando casi íntegro el Dopesmoker justo después de tocar el Holy Mountain. Un sueño hecho realidad y un viaje sin retorno al mundo de los riffs interminables, los bongs humeantes y los bajos serpenteantes. Dos horas hipnotizados por los titanes sónicos. Larga vida a Matt, Al y Jason.
Tan pronto volvimos a la realidad de nuestro viaje sensorial gracias a Sleep, nos enteramos que Thou daría un concierto especial de versiones de los Misfits en el skatepark que está al lado de la sala Kopelhal, y obviamente no dudamos ni por un segundo en ir de cabeza. Es difícil describir lo que allí se vivió, pero si mezclas a unos punkis sureños como lo son Thou, en un skatepark y rodeados de fanáticos locos de los Misfits, el resultado es un cocktail jodidamente explosivo.
Bryan Funck lo dejó claro desde el principio, era un concierto para disfrutar y pasárselo bien, y los primeros acordes de Where Eagles Dare desataron la mayor fiesta de todo el Roadburn. Gente volando, Nate Newton de Converge saliendo a cantar Die Die My Darling, pogos salvajes, mucho calor, Emma Ruth Rundle saliendo a cantar Last Caress, el bajista de Thou tocando literalmente encima de la gente y fiesta, mucha fiesta. Este concierto fue la pura esencia del Roadburn, algo único e irrepetible.
Acabamos extasiados y muy cansados, pensando que las sorpresas ya se habían acabado, pero el after party en el bar de la sala 013, nos trajo otro maravilloso momento inolvidable, y es que el dj consiguió ponernos a bailar como locos con una mezcla imposible del All That She Wants de Ace of Base con el Closer de NIN, y este con el Raining Blood de Slayer. Acabamos más cansados aún, pero también más felices.
Domingo 14
Después de un intenso sábado, llegábamos a la última jornada de festival con resaca física, mental y sonora, pero con las mismas ganas que el primer día. El domingo empezaba calmado pero emotivo con el concierto especial de Have A Nice Life tocando su disco “Deathconciousness”. Un disco muy especial que fundía estilos como el post-punk, el shoegaze o el noise, y en el que la producción lo-fi jugaba un papel muy importante. Esto se perdió en directo, ya que la ser una banda completa sonaba todo mucho más orgánico por así decirlo, aunque la profundidad y emotividad de todos sus temas permaneció intacta, con su cantante visiblemente emocionado por la calurosa respuesta del público.
Sin movernos del Main Stage, esperamos impaciente la llegada de Daugthers. La banda liderada por el impredecible Alexis Marshall llegaba alentada por su inmenso You Won’t Get What You Want de 2018, un disco donde su noise rock se veía elevado gracias a sonidos más industriales. Pero sin duda, lo mejor de ellos son sus directos. Por un lado tenemos a una banda que suena compacta y estridente, una banda que saca todo el jugo de temas como “Satan In The Wait”, “The Reason The Hate Me”, o la más experimental “Less Sex”. Y por otro lado, tenemos a su frontman, Alexis Marshall, un frontman con actitud amenazante, que incomoda con sus gestos y que transmite mucho mal rollo. Verlo subido a uno de los monitores con el escenario ya vacío, sin camiseta, mirando desafiante al público y dándose latigazos con su cinturón generó una de esas imágenes imborrables del Roadburn.
Después de vivir el concierto más loco del festival con los Thou más punkis, era el turno de entrar en su propio mundo, en el de los Thou más densos y pesados. Era el momento de entrar en su colosal obra Magus. Con tres enormes cruces y un paisaje cambiante en la pantalla, los de Baton Rouge empezaron su descarga con la imponente “The Changeling Prince”, haciendo un recorrido por las mejores composiciones de su último álbum. “Trascending Dualities”, “Sovereign Self” o “In The Kingdom of Meaning” cayeron como losas, gracias al sonido ultra pesado de sus tres guitarristas, creando opresivas atmósferas, mientras un desquiciado Bryan Funck escupía las enrevesadas letras que componen sus temas. La sorpresa llegaría gracias a una bonita “Immorality Dictates” con su eterna colaboradora Emily McWilliams al micro. “Into the Marshlands” de su aclamado Heathen, puso el final con una sonora ovación para uno de los claros vencederos de este año. Sin salirnos de la sala 013, Old Man Gloom se presentaban para rendir homenaje al que fuera su bajista, Caleb Scofield, muerto trágicamente en un accidente de tráfico en 2018. Con un sustituto de lujo como es Stephen Brodsky de Cave In, los americanos desplegaron su sonido rocoso y contundente haciendo un repaso sobre todo a The Ape of God, pero sin olvidarse de No y Christmas. Pero lo mejor llegaría al final, cuando salió Jacob Bannon micro en mano y Adam McGrath a la guitarra, y Old Man Gloom se convirtió en Zozobra, subiendo las revoluciones con temazos sludge como “Emanate” y así cerrando de la mejor manera posible el homenaje a su compañero Caleb Scofield.
La segunda noche de Sleep prometía otro viaje inolvidable, y así fue. Esta vez Al, Matt y Jason, nos llevaron de la mano por los verdes mundos que componen The Sciences. Los temas nuevos «Marijuanaut’s Theme», «Giza Butler» y «The Botanist» sonaron increíblemente bien, y aunque “Sonic Titan” y “Antarcticans Thawed” son viejas conocidas, en directo siempre nos hacen volar. Hubo tiempo para volver a rememorar los tiempos pasados, y volvieron a tocar Holy Mountain, Dragonaut y una parte del Dopesmoker, fundiéndonos el cerebro una vez más.
Otras dos horas de trance continúo en las que nos dejaron a la deriva espacial, como el astronauta de la portada de The Sciences. Otro viaje a la altura de su leyenda. Lo vuelvo a repetir, larga vida a Matt, Al y Jason. Con el cerebro fundido, solo nos quedaba disfrutar de un último concierto, el de los americanos Cave. Su maravillosa psicodelia nos hizo bailar una vez más, y al ritmo de las hipnóticas progresiones de Allways, volvimos a perder la noción del tiempo. Una auténtica delicia de concierto que nos dejó flotando. Y así acabamos una edición más del Roadburn, otra edición inolvidable, con felicidad extrema y ya pensando en volver el año que viene.