Alice in Chains – Jar of Flies (1994).
Columbia Records.

Por Antonio Aparicio.


En el 25 aniversario de su lanzamiento, toca recordar uno de los discos más sensacionales y alucinantes que han pasado por mis manos: Jar of Flies de Alice in Chains. Os podéis imaginar que con este con este comienzo no voy a ser neutral ni objetivo, pero es que estamos hablando de palabras mayores. Uno de los grandes hitos del movimiento grunge y una muestra más de la complejidad y diversidad que encarnaban los grupos que lo representaron. Particularmente y con respecto a la propia banda, supuso un cambio, un punto de inflexión y un reciclaje hacia la expresión de sus infortunios mediante el lirismo conviviendo y sometiéndose a sus demonios internos. Jar of Flies es sosiego, es la paz que se debe experimentar cuando uno ha aceptado su trágico destino y es consciente de que nada puede hacer por remediarlo. Es saber que has caído en el pozo de la adicción a la heroína y jamás podrás salir de él.

Después del fastuoso y decadente “Dirt”(1992), considerado para muchos el mejor álbum de su carrera, Alice in Chains se embarcan en un sinfín de festivales y conciertos que los llevan a tocar con grupos de la talla de Anthrax, Slayer, Megadeth, Metallica o Suicidal Tendencies, saliendo así de la escena Seattle y mezclándose con otros estilos que, si bien eran similares, no terminaban de encajar. Así como las ventas de este disco fueron espectaculares, la acogida en los directos no lo fue tanto, recibiendo muchos palos, tanto por parte del público, que no se esperaba un sonido tan lento y depresivo a pesar de la descomunal potencia que desarrollaban, como de las críticas musicales. Todavía recuerdo leer las reseñas que los ponían a caldo en directo porque Layne “no se movía en el escenario”, “cantaba sentado o en cuclillas”, “le fallaba constantemente la voz” o “ bajo un calor sofocante iba cubierto con una gruesa chaqueta de cuero cerrada hasta el cuello”. Cosas de las adicciones.

Además, y para complicar el asunto, el bajista Mike Starr deja la banda después de la actuación en el Hollywood Rock de Río de Janeiro. Como siempre, aquí entra la nebulosa de las especulaciones; unos dirían que fue por “diferencias irreconciliables entre los miembros”, otros porque no era capaz de aguantar el ritmo de las constantes giras y tours que tenía el grupo en aquella época, y otros por su gusto por la heroína. Recordemos el fiestón que se pegó en ese festival con Layne y Kurt Cobain, en el que el bueno de Mike casi la palma de una sobredosis. La gira “Tour Lollapalooza”, mantiene ocupados a Alice in Chains entre junio y agosto del 93, en la que ya han contratado a Mike Inez como bajista, proviniente de la banda de Ozzy Osbourne. En este festival alternativo donde actúan como cabezas de cartel, tocan con Primus, Tool, Rage Against the Machine y Dinosaur Jr. entre otros.

Una vez acabado este extenuante periplo de conciertos y festivales, siempre regado todo con mucha droga, retornan a su lugar de origen, Seattle. Lo que se encuentran cuando llegan es que el casero les ha desahuciado del piso donde vivían todos juntos por impago. Tan atareados y enfrascados en las giras habían estado que se habían olvidado de pagar los alquileres de su casa. Suena raro, sobre todo viniendo de un grupo que ya por aquél entonces llenaba en todos los festivales a los que acudía, pero pasar, pasó. Y sí, vivían juntos todos. Aburridos, cansados y asqueados, deciden alquilar un local de grabaciones, matando así dos pájaros de un tiro. Les serviría para trabajar y allí podrían (sobre)vivir.

Alrededor de todo este clima nace el álbum que hoy nos ocupa, el luminoso y oscuro a la vez “Jar Of Flies”, siete deliciosas canciones grabadas en una sola semana de septiembre de 1993. Un Ep creado en el momento más creativo de la banda y cuando se encuentra en el apogeo de su carrera. De hecho, fue el primer Ep en llegar al nº 1 en las listas de éxitos en USA. Producido por ellos mismos, el título proviene de un experimento que había hecho Jerry Cantrell cuando estaba en el instituto. El profesor les mostraba dos tarros cerrados con moscas dentro; en uno las moscas estaban bien alimentadas y en el otro no disponían prácticamente de comida. Los resultados dejaron noqueado a Jerry, observando que después de un tiempo los bichos bien alimentados morían apelotonados dentro del tarro y que las otras sobrevivían durante mucho más tiempo. Por cierto, que tanto la carátula como la contraportada son realmente soberbias, al nivel de todo el álbum.

Si el álbum “Dirt” simbolizaba la rabia, la ira y la frustración de alguien que sabe que está tomando un camino autodestructivo y aún tiene energía para luchar o, por lo menos, para lanzar un grito de ayuda, “Jar Of Flies” representa la aceptación, la sumisión y la resignación a un terrible destino que espera al final del trayecto y la falta de fuerza de voluntad para enderezarlo. El anterior sonido denso, poderoso y uniforme es sustituido ahora por uno más reposado, lánguido y acústico. Unas alucinantes atmósferas llenas de texturas suaves que muestran a unos músicos vulnerables y melancólicos contándonos aspectos de su vida interior que de otra forma sería imposible transmitir. Queda claro en todo momento que el tema fundamental en gran parte de la obra de AIC, y sobre todo en esta época, es la predisposición de todos sus componentes -y en concreto de Layne- a sufrir más de lo necesario y a escapar de ese dolor mediante las drogas, lo que les lleva a caer en una espiral autodestructiva. De hecho, puede que llegados a este punto ya fuesen conscientes todos de lo poco que iba a durar el cantante…

Además de la base instrumental, los cambios a nivel vocal son evidentes. Mientras que en el anterior trabajo ya estaban usando el canto a dos voces –la de Layne y la de Jerry- pero con la predominancia de Layne, ahora se reparten esta función entre los dos, sonando mucho más sincronizados y más claros, con los vaivenes y las ondulaciones vocales tan características del grupo. Cantan con el mismo tono, pero el timbre nasal y cristalino de Layne hace que sobresalga en la composición.

Todo en este disco es de un nivel excepcional. Desde la música, en apariencia simple, pero que requiere una gran elaboración técnica por parte de los integrantes, hasta las letras que muestran una enorme capacidad de introspección y honestidad. Recordemos que nos hablan de tú a tú, de sus estados de ánimo desesperados, de la sordidez de su vida y de la vulnerabilidad e incapacidad para solucionar sus problemas. El álbum nos ofrece unos indescriptibles y maravillosos paisajes depresivos que suben y bajan, pero que jamás consiguen levantar el vuelo.

Un largo solo de bajo de Inez abre la primera canción, “Rotten Apple”, como invitándonos a sentarnos, a ponernos cómodos y a escuchar todo lo que nos tiene que contar una mente atormentada y deteriorada por la adicción a la heroína. Después de esta introducción se añade una guitarra que recuerda mucho a las clásicas distorsiones de Hendrix (recordemos que también nació en Seattle!!) y enseguida las voces a dúo de Layne y Jerry perfectamente sincronizadas. Ya nos imaginamos de qué va esto. Es delicadeza, es calma, es apatía, es tristeza. Una letra que habla de la decepción, de un tiempo pasado que no se puede revivir y de una huída hacia adelante que conlleva consecuencias trágicas.

En el segundo corte, “Nutshell”, muy similar al anterior, pero cantado a solas por Layne, la letra se vuelve poéticamente explícita. Corta, pero impactante. Pelea sólo, suponemos que contra su adicción, sabiendo que va a perder. “if I can´n be my own/ I´d feel better dead” ( si no puedo ser yo mismo, me sentiría mejor muerto). Cautivadora, delicada y depresiva.

“I Stay away”, abre con una animada y luminosa guitarra que parece introducir una canción optimista y esperanzadora. Algo raro ocurre. Una canción… ¿alegre? ¿Alice in Chains? Hasta ahora no habían compuesto en este tipo de registros. Pero bueno, ellos mismos se encargan de que la euforia no se desborde creando un estribillo extraño, que consiguen reduciendo en post producción la velocidad de sus voces logrando un efecto ligeramente tétrico y siniestro, a la vez que incluyen violines. La letra puede hacernos pensar en la timidez de alguien que no es capaz de acercarse a una chica que le gusta o… visto el hilo conductor del Ep, quizá parecería más una metáfora de su relación con la heroína. “I stay away” (me mantengo alejado).

Cuarta canción. Llega el momento culminante. “No excuses”. Una puta maravilla. Dentro de toda la discografía de AIC, esta canción es como un pequeño rayo de luz, una gota de optimismo en un océano de amargura, una canción sin connotaciones depresivas que expresa que por encima cualquier otra cosa está la amistad y el cariño recíproco que se profesan. Ritmo de batería pegadizo pero reposado, guitarras acústicas con alguna pincelada eléctrica (Cantrell llega a hacer un sólo) y las voces a dúo, nítidas y ajustadas de los dos cantantes. Es alucinante oirlos cantar sincronizados sabiendo que están hablando de ellos mismos y de la admiración mutua que sienten.”you, my friend/I will defend”/and if we change/ well, I love you anyway”. Una canción que se puede escuchar todos los días sin que llegue nunca a cansar.

Después de esta defensa cerrada de la lealtad y el compañerismo, aparece ante nuestros oídos “Whale and Wasp”. Un título que parece sacado de un cuento para niños de una canción instrumental que bien podría aparecer como la música de fondo de una abuela contándole la historia de la ballena y la avispa a su nieto. Resulta curioso como Cantrell utiliza la guitarra imitando el sonido del canto de una ballena y un violoncello que aparece a mitad del tema simula el lento pero majestuoso movimiento del animal en el mar. El propio guitarrista comentó en una entrevista que compuso esta canción en su época adolescente y la rescató para hacer relleno. Pues relleno nada. No baja ni una pizca el nivel del EP.

“Don´t Follow”, otra preciosa melodía al estilo de una balada en la que vuelven a tocar la melancolía, la tristeza y la aflicción provocada la separación de tus seres queridos, el distanciamiento y el punto de no retorno. Introducen una armónica, lo que le da a la canción un cierto toque al “Harvest” de Neil Young.

La última, “Swing On This”, para muchos una canción algo desubicada y la más floja, tiene una enorme razón de ser. Simulando falso optimismo, AIC nos cuentan cómo tienen que engañar a sus más allegados diciéndoles que no se preocupen, que se encuentran bien y que no les den la turra. Con un estribillo cansino y plomizo que se repite hasta el aburrimiento y voces desganadas cantan “And I said/ Let me be/ I’m alright /Can’t you see/ I’m just fine /Little skinny/ but okay/ I’m asleep anyway» (“Y yo digo, déjame estar, estoy bien, No lo véis? estoy bien. Un poco flaco, vale. Estoy durmiendo, de todos modos”)

Sé que no he sido imparcial, tampoco pretendía serlo. Uno no puede permanecer indiferente ni mostrarse tibio cuando tiene que comentar uno de los discos más importantes y extraordinarios de la música de los 90, de uno de los grupos que más han marcado las tendencias musicales, tanto contemporáneas a ellos como posteriores. Y seguramente el artículo me ha quedado un poco serio, pero estamos hablando de Alice In Chains. Poca Broma.

Gracias por todo, Layne.



  1. Rotten Apple (Cantrell, Inez, Staley) 6:58
  2. Nutshell (Cantrell, Inez, Kinney, Staley) 4:19
  3. I Stay Away (Cantrell, Inez, Staley) 4:14
  4. No Excuses (Cantrell) 4:15
  5. Whale & Wasp (Cantrell) 2:37
  6. Don’t Follow (Cantrell) 4:22
  7. Swing on This (Cantrell, Inez, Kinney, Staley) 4:04