Con más sustos de lo esperado, y con algo menos de tiempo, Slayer se despidieron de sus seguidores españoles en la primera jornada de Resurrection Fest 2019.
Texto y fotos: Rafa Diablo.
Jueves 4 de julio de 2019, una de esas fechas imposibles de olvidar para los fans de Slayer en España. El mismo día y en el mismo escenario en el que Gojira horas antes daba su tercer concierto en el festival gallego. A medio gas estuvieron los franceses si recordamos sus anteriores visitas, o si comparamos la reacción de un público que quizá esperaba un arma más afilada.
El cielo empezaba a caer sobre nuestras cabezas y espesas nubes grises parecían querer convertirse en protagonistas de la noche. Lluvia y una sonora tormenta eléctrica que retrasaba el arranque de Slayer en su show final en España. El que más y el que menos se caló hasta los huesos, algunos de agua y otros de miedo, y es que la lluvia no es impedimento serio para el desarrollo de un festival, pero una tormenta eléctrica ponía en jaque la continuidad del festival. Finalmente la tormenta pasó, y llegó la otra que todos estábamos esperando. Slayer saltaron al escenario con algo de retraso, y después de que uno de los responsables del festival me confesara que el susto le había afectado al punto de llegar a ser el peor día de su vida.
Pero quedaba la tormenta perfecta, Slayer, como tantas veces los habíamos visto, pero con el formidable refuerzo épico de las fuerzas de la naturaleza. Un último empujón de la banda en España, que con el dramatismo de la lluvia será imposible que olvidemos. Su actuación fue otra lección, Slayer nunca entendieron de titubeos en directo, sus canciones así lo requieren y siempre fueron defendidas con esta vehemencia. Su escenografía de siempre, sus canciones de siempre, su actitud de siempre… pero con más lluvia y fuego que nunca.
Pudimos ver a Kerry King entregadísimo, clavando cada nota y disfrutando a su manera, a igual que un Gary Holt que volvió a demostrar que es uno de los mejores sustitutos de la historia del heavy metal… empatado con Paul Bostaph, tan soberbio y contundente como siempre.
Uno detrás de otro cayeron por última vez los mejores clásicos de Slayer; los que tantas veces disfrutamos en directo y que, con total seguridad, no volveremos a ver interpretados por esta banda en España. Si a alguien le quedaba alguna duda ésta fue disipada en la emocionante despedida de Tom Araya. Toda la banda se despidió de los miles de asistentes a la cita, pero Araya permaneció varios minutos más frente a su público.
Unos minutos en los que la tensión se cortaba con un cuchillo, el concierto había terminado y la lluvia no cesaba. Araya hizo un último recuento, con semblante serio y visiblemente emocionado lanzó una mirada a cada una de las caras felices que por última vez le acompañarían en nuestro país. Kerry King quizá nos decía ‘hasta luego’, de algún u otro modo volveremos a verlo, pero el adiós de Tom Araya fue definitivo.
La tormenta perfecta. El final perfecto. Gracias Slayer.