Crítica: Slipknot – We Are Not Your Kind (2019).
Fecha de publicación: 9 de agosto de 2019.
Productor: Greg Fidelman.
Sello: Roadrunner/Warner.
Texto por Rafa Diablo.
La introducción de esta nueva etapa de Slipknot ha sido bastante extraña. Conocemos sus nuevas máscaras desde hace meses, han venido a tocar a nuestro país en dos festivales, y el primero de sus singles ya es un clásico entre sus fans. Sin embargo, hasta la semana que viene no saldrá a la venta el anunciado We Are Not Your Kind. Pero antes, por fin hemos podido ponerlo en la redacción a todo volumen, y sin necesidad de tener que meditar un precipitado veredicto definitivo creemos que lo más interesante que podemos ofrecer en este momento es un análisis tema a tema (track-by-track) de lo que dentro de una semanas os encontraréis. Insertamos moneda.
Insert Coin:
El disco arranca con una intro instrumental, un pasaje ochentero como de pantalla siniestra de videojuego de salon recreativo. Llevas mucho tiempo esperando, echaste la moneda y el juego está a punto de comenzar. Esa única frase que lanza Corey te suena de algo… se trata de una de las estrofas melódicas que escucharemos en la canción que cerrará el disco (Solway Firth) y que ya conoces de sobra.
Unsainted:
¿Hace falta retratar este tema? En este momento podría estar de más. Una pieza presentada hace meses, con su vídeoclip sobadísimo y ya fija en los repertorios de la banda. Pero este documento, además de visceral e inmediato, no puede dejar de reflejar que Unsainted, efectista y sin grandes virtudes, vino a quedarse como un nuevo himno de la banda. Con sus clichés y vicios incluidos.
Birth Of The Cruel:
Percusión, melodía de voz sugerente y falsa calma sirven de introducción en el arranque de uno de los cortes más singulares del disco. En Birth Of The Cruel brilla la producción sobremanera. El volumen de todos los instrumentos va creciendo incesantemente, y el relieve aportado por todos los miembros es formidable. Esperas a que el estribillo y el riff hagan por fín aparición, pero por contra encontrarás cuatro minutos de tensión a medio tiempo (y a medio gas), en los que Corey Taylor es el gran protagonista.
Death Because Of Death:
O lo que viene siendo un retorcido nuevo interludio en el que Corey recita el título como introducción a una de las piezas capitales del disco.
Nero Forte:
Directamente en la cara. Un riff entrecortado detrás de otro hasta que Corey empieza a escupir estrofas, a la vez que la percusión se muestra más arriba que nunca a palitrocazo limpio. Tiene una de las estrofas con más empuje del disco. Sabes que tiene que llegar el estribillo pegajoso, y ahí está, alternando agudas melodías con los gritos más salvajes de Corey. Te lo hueles.. llegan los tambores y las guitarras más rítmicas en la primera parte del puente, sucedidos por el final en tromba con toda la inercia de lo anteriormente presentado. En cierta manera muy similar a Duality, pero con una viscosidad muy atractiva. Muchos dirán que es su preferida.
Critical Darling:
Un inicial riff enfermo da paso a una nueva entrega de los Slipknot de siempre. Muralla de guitarras graves entrecortadas que dan paso a un luminoso estribillo, accesible hasta decir basta. Sin embargo pega un frenazo en una sugerente mitad en la que la calma tensa se va envenenando, sin que tampoco estalle la locura en ningún momento (y a estas alturas del disco esa rabia de antaño apenas ha aparecido). Por contra encontramos el corte metalero más radiable, con una descarada caída hacia el altrock más americano, aunque también se reserva un contundente final de guitarrazos a golpe de martillo pilón. Con sucesivas escuchas se va instalando en tu corazoncito, y se cuela entre las tres o cuatro mejores del disco. Definitivamente caerá en los futuros conciertos. La pieza reserva un momento pausado al final, un nuevo interludio colado en el último minuto para dar paso al cierre de la cara A del disco.
A Liar’s Funeral:
Hoy en día casi nadie escucha discos completos, la gente joven oye temas sueltos de esta u otra banda. Sin embargo, hay que agradecer que Slipknot sigan al pie de la letra el modo en que se estructura un disco de rock: al final de la cara A llegará una canción calmada y dramática. Justo la mejor manera en la que se me ocurre definir este A Liar’s Funeral, calmado y dramático. Una pieza que empieza como las «baladas» oscuras de Slipknot de marca registrada que todos conocemos. Sin embargo hay espacio para distorsión, solos, y libertad absoluta para que Corey se deje la garganta.
Red Flag:
«Le damos la vuelta al disco» y encontramos el nuevo arranque que necesita. El típico sonido de Slipknot de toda la vida, de esos que sabes funcionarán a la perfección en directo y con el que la velocidad regresa. Una de esas canciones que de primeras parecen sosas pero que con el tiempo pueden acabar siendo imprescindibles en sus repertorios. Sin partes melódicas en la voz y con toda la fuerza percusiva, de nuevo brillantemente reflejada en la mezcla. Pogos asegurados sin que tampoco sea excesivamente extremo, con una controlada demencia en la traca final.
What’s Next:
No es más que una nueva intro enfermiza, apenas un minuto de interludio que separa las dos piezas más cortas del disco.
Spiders:
Tiene un inicio realmente llamativo. Una línea de teclado sirve de hilo conductor en el que la batería, las bases programadas y las guitarras van sumando y sumando mientras Corey vuelve con una de las melodías más pegadizas de este trabajo. Un in crescendo tan raro como necesario. Una pieza diferente que parece haber sido robada al Marilyn Manson más electrónico, sin dejar que el sello de la banda enmascarada se volatilice del todo. Si alguna vez la tocan en directo será una verdadera sorpresa.
Orphan:
Con intro incluida en su metraje de más de 6 minutos, aparece uno de los momentos más interesantes del disco. Riff entrecortado abriendo y cerrando el palm mute sobre una base rítmica a toda velocidad, sonido Slipknot sin reservas, sin complejos. Guitarras rápidas y Corey vociferando sin remilgos hasta un nuevo estribillo-himno, quizá no tan llamativo como para hacerse sitio entre los grandes clásicos. Sí, es lo que toca ahora, otro puente en el que la banda se va enfureciendo haciendo gala de su fuerza percusiva… ¿De qué nos sonará? Resulta cómico a la vez que reconfortante. ¿Estamos escuchando a Slipknot o a quién? Pues eso.
My Pain:
El papel de esta pieza es similar al de Spiders. De atmósfera cargada, densa y pausada. El aporte electrónico en este caso es todavía mayor, y la voz doblada de Taylor se enrarece en una de las piezas más ambientales y cinematográficas que la banda ha firmado hasta la fecha. Dramática, con una letra poderosa, pero quizá algo excesiva en sus casi 7 minutos de duración. Intrascendente si se analiza de manera independiente, pero de esos temas que dan personalidad al todo.
Not Long For This World:
Arranca donde lo dejaron en los últimos minutos del anterior corte, y cuando parece que la banda espabila y vuelve con todo… tampoco consiguen sacudirse la morriña, y temes que el disco se termine estancando del todo. En primeras escuchas sugiere bastante poco, pero… ¿no nos quejábamos de que Slipknot siempre usan el sota, caballo y rey? Prestemos atención. La fabulosa producción ayuda a encontrar esos guitarrazos agudos en el estribillo, esas guitarras de Mick Thompson, esos arreglos de Craig Jones a los sintetizadores y ese final poderoso en el que la banda, sin necesidad de velocidad, muestra su cara más salvaje. Desprende infección, y definitivamente es un corte que se agradece. Será de esas «joyas escondidas» que rara vez serán reivindicadas.
Solway Firth:
Siempre hay que poner especial atención en las piezas de cierre, y esta vez Slipknot han querido reservar para el colofón final una de las mejores canciones del disco. La mejor en mi modesta opinión. Aquí la estructura no es predecible, los tiempos zigzaguean, las guitarras son más llamativas que nunca y el estribillo es un acierto en mitad de la diana. Estamos ante la banda mainstream por excelencia y sin embargo escuchamos ricos elementos de metal extremo (me llamareis loco, pero las guitarras abiertas agudas del estribillo son clavadas a las de Bölzer). Termina de apuntillarse con el aguijón de un pesadísimo riff con el que destrozarse el cuello. Bien jugado.
Son una banda con un universo propio, a la vez que poseen un sonido con marca registrada. Es difícil equilibrar lo que la mayoría espera a la vez que das un paso adelante, y parece que es la intención principal de la banda con este disco, sea cual sea el resultado. La producción de Fidelman es absolutamente perfecta y como trabajo en bloque es un registro muy serio y coherente. Si tenemos en cuenta que desde hace años Slipknot nos han acostumbrado a que con cada nuevo disco no podamos pedir más de dos o tres canciones perdurables… el objetivo está cumplido. Holgadamente.
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