El mundo del rock es muy competitivo. Y si llegar a la cima es muy duro, tal como afirmaban AC/DC en su mítico himno It’s A Long Way To The Top (If You Wanna Rock´N´Roll), mantenerse en la cresta de la ola lo es más todavía. El paso del tiempo, ese aliado fiel de algunos pero enemigo acérrimo de otros, ha hecho que muchos artistas que parecían sagrados cayeran en desgracia. Nombres que gozaban del favor del público en un momento determinado parecían ser unos apestados años después mientras que otros, tras años de desprecios e indiferencia eran posteriormente objeto de reivindicaciones adquiriendo una inesperada respetabilidad. Nuestro protagonista de hoy forma parte del grupo de artistas que trabajó duro para alcanzar fama y respetabilidad, logrando lo primero a base de perder lo segundo. Y desde aquel momento, en un ya muy lejano 1987, su carrera ha ido dando tumbos y su trayectoria ha sido más bien errática. Por si queda alguna duda, estoy refiriéndome a David Coverdale.

Coverdale no ha envejecido bien y creo que es algo en lo que la mayoría de sus fans están de acuerdo. En directo va justo de voz y a nivel compositivo hace ya mucho tiempo que no aporta nada especialmente destacable. Los últimos años de su trayectoria han estado marcados por la publicación de una serie de trabajos más o menos correctos, pero que en ningún caso dejan poso. Todo esto ha hecho que una banda como Whitesnake, que lo tuvo todo, hoy no sea tomada demasiado en serio. Pero décadas atrás fueron uno de los más poderosos grupos de blues rock, siendo su líder uno de los Rock God por excelencia. Y de esos Whitesnake vamos a hablar hoy. Para ello atrasaremos algo los relojes, digamos unos 40 años. ¿Por qué? Muy sencillo, nos situaremos en el momento de la publicación del morrocotudo Lovehunter.

Desde la disolución de Deep Purple, David Coverdale no había parado. Lejos de venirse abajo o desanimarse había firmado ya dos discos bajo su propio nombre, así como un EP y un LP ya al frente de Whitesnake, Trouble, publicado en 1978, que había puesto definitivamente el nombre de la Serpiente en el mapa. Fue éste último el que devolvía al cantante a primera línea, facilitando además su reencuentro con el gran Jon Lord. Trouble no alcanzó un éxito desmesurado ni vendió millones de copias. Tampoco aupó al grupo a los puestos altos de las típicas listas, pero sí dio mucho de qué hablar en los círculos rockeros en los cuales la mezcla de blues y hard rock caló hondo. Lleno de grandes canciones y con una formación de las que quitaban el hipo, su disco hacía presagiar un futuro muy prometedor. Si 1978 había sido el año de su despegue como banda, su frontman estaba decidido a que 1979 fuese el momento del definitivo asentamiento y el inicio de su ascenso. Claro que del dicho al hecho hay un buen trecho y las buenas intenciones no garantizan buenos resultados. Si Whitesnake iban a estar a la altura que se esperaba de ellos o no, era algo que se iba a poder comprobar pronto.

En mayo de 1979 la banda entraba en los estudios Clearwell Castle en Escocia, acompañados del productor Martin Birch, quien ya había ejercido de productor en el anterior trabajo del grupo. Coverdale se había sentido a gusto y quería repetir la fórmula que tan buenos resultado artísticos le había dado. Hay que entender que estamos hablando de una persona muy diferente de la que años después llegaría a ser portada de todas las revistas y a contar sus ventas por millones de discos. A finales de los 70, Coverdale estaba decidido a triunfar y ser una rock star, pero siempre bajo sus reglas y sin tratar de modificar la esencia de su sonido ni de dulcificar su imagen. No eran una hair band ni aspiraban a serlo. Bajo esas premisas, con una formación de lujo, unas cuantas canciones bajo el brazo, y una seguridad en sí mismos envidiable, Whitesnake completaron la grabación del que iba a ser su siguiente álbum en más o menos un mes.

Tras pasar el verano dedicándose a tocar y a hacerse un nombre en festivales, en octubre se ponía a la venta el disco con el título de Lovehunter. Lo primero que llamó la atención de los fans fue su llamativa portada con claras connotaciones sexuales, la cual mostraba a una mujer desnuda encaramada a una serpiente. De de haberse publicado en la actualidad posiblemente la polémica hubiera sido más intensa. En 1979, sin embargo, este tipo de cosas no levantaban tanta polvareda. De hecho, quizás generó más suspicacias la acusación que recayó sobre el ilustrador Chris Achilleos de haberse aprovechado de una idea anterior de otro dibujante. ¿El motivo de la acusación? La portada de un disco de Jon Lord de 1976 titulado Sarabande constaba de una ilustración de tres mujeres desnudas sobre una serpiente. Y claro, Lord era también miembro de Whitesnake. ¿Parecido casual entre ambas portadas? Que cada cual saque sus conclusiones. Achilleos no debió de quedar demasiado satisfecho con la experiencia y tras Lovehunter tardó décadas en volver a trabajar para la industria discográfica.

Puede que la parte visual y el envoltorio artístico del LP fuese susceptible de debate. No así la parte musical, puesto que la calidad del disco no daba lugar a discusión alguna. El grupo atravesaba un gran momento a nivel compositivo a la par que atesoraban un talento como músicos sencillamente indudable. En esta ocasión la banda dejó un tanto de lado su faceta más guitarrera y rockera, decantándose por un sonido más blues rockero. Esto motivó que Lovehunter sonase quizás con algo menos de dureza que Trouble, pero en ningún caso flojo o falto de fuerza. Temazos había para dar y tomar. Robusto hard rock en Medicine Man o Mean Business, boogie con la slide de Mickey Moody a tope en You´N´Me, Outlaw, cantada por Bernie Marsden, el formidable temazo que da título al disco o ese adictivo himno de purito Classic Rock qué es Rock´N´Roll Women.

Y si la banda da sobradamente la talla en las canciones más rockeras, ¿qué podemos decir de las más orientadas al blues? Lovehunter esconde unas cuantas maravillas en ese sentido que van desde ese magnífico Help Me Thro´ The Day (original de Leon Russell) hasta el fantástico Long Way From Home, con un sobresaliente trabajo de Jon Lord, pasando por ese inolvidable Walking In The Shadows Of The Blues. Todas ellas cuidadas hasta el más nimio detalle pero sin sonar sobreproducidas o pomposas. Especialmente sorprendente fue la elección de Long Way From Home como single promocional y su colocación como inicio del LP. Cuando los fans esperaban un tema rockero y rápido, se encontraron con una canción mucho más melódica en donde los teclados envolvían a un Coverdale que con su célebre tono grave enfatizaba el aspecto sexual de las canciones (por si no había suficiente por la portada).

Este tipo de detalles y canciones venían a demostrar que Whitesnake, una vez finalizado el periodo de rodaje, eran una banda en pleno crecimiento aunque sin renunciar a su esencia ni perder su base boogie-blues-rock. Estaban dispuestos a demostrar que una grandísima obra como Trouble no había sido fruto de la casualidad ni un golpe de suerte. Y lo lograron con Lovehunter, álbum que rezumaba clase, buen hacer y una compenetración forjada por muchas horas en la carretera, escenarios y hoteles, etc. Se repetía la alineación (productor incluído), lo que antes era una gran banda todavía en periodo de ensamblaje se convertía en una formación sólida y sin grietas. Todo esto se deja notar para bien desde la primera nota, siendo una sensación que no nos abandona hasta el cierre con We Wish You Well.

Viéndolo con perspectiva parece de lo más lógico que el grupo creara tantas maravillas en tan corto periodo de tiempo, debido fundamentalmente al inmenso talento que atesoraba la formación de la Serpiente en aquel lejano 1979. Una base rítmica de lujo, en la que destacaba Neil Murray, discreto a la vez que increíblemente efectivo. Una pareja de guitarristas MATADORA formada por Micky Moody y Bernie Marsden que se me antoja insuperable y un Jon Lord que con su maestría a las teclas pero sin pretender sobresalir aportaba ese inconfundible colchón a las canciones que motivaba que fueran un paso más allá de los clichés del blues rock.

La pareja Moody/Marsden sin exhibiciones ni pirotecnia guitarrista fue durante años el eje sobre el que pivotó la maquinaria Whitesnake a nivel musical. Su compenetración era asombrosa e incluso a veces costaba distinguir una guitarra de otra. Ya fuera hard rock, blues rock o baladas, le daban a cada canción lo necesario, ni más ni menos. Sin alargados solos ni trucos de estudio. De ahí que en sus directos conservaran ese sonido sencillo, directo y tan lleno de clase. Pocas veces en la historia un tándem musical como éste ha sido tan efectivo. Si le añadimos el apoyo de un músico como Lord con los teclados, casi obtenemos la cuadratura del círculo. La verdad es que, echando la vista atrás, cuesta encontrar una formación con más potencial que ésta, en donde las aportaciones de todos los miembros eran de un valor elevadísimo.

Con semejantes escuderos un Coverdale pletórico desplegaba a lo largo de Lovehunter toda su maestría vocal. Susurrante y sexy en ocasiones, agresivo en otras. Alternando sus característicos aullidos con sus ya legendarios tonos graves se mostraba en gran forma. A todo ello había que añadir un nivel de autoconfianza casi insultante y un carisma desbordante. Además de todo esto, los miembros de la banda atravesaban un momento muy dulce a nivel de composición. La del cantante y líder era la única firma que aparecía en todos los temas, salvo en el Help Me Thro The Day de Leon Russell, pero el resto se unen y Marsden, Moody o Lord figuran como co-escritores en títulos del calibre de Rock´N´Roll Women, Walking In The Shadows Of The Blues, Outlaw o Mean Business, notándose, para bien, la suma de talentos.

Lovehunter obtuvo una gran respuesta de los fans del grupo, sobre todo en Gran Bretaña, país en donde el LP y el single Long Way From Home obtuvieron bastante repercusión. No fue un bombazo ni se aupó a lo más alto de las listas de ventas pero el disco hizo crecer su base de fans y significó el asentamiento definitivo de Whitesnake como banda, convertidos definitivamente en un nombre a tener muy en cuenta. Tras la publicación del álbum y la correspondiente gira hubo cambios en la formación, incorporándose como miembro nada menos que Ian Paice. Tres quintas partes de los Purple del Mk.III y el Mk.IV reunidos de nuevo. Casi nada.

Pero de eso y de la idea de Coverdale de triunfar en el mercado americano hemos hablado ya (y lo seguiremos haciendo). Ya está bien de palabrería por del momento. Olvidemos por un rato que estamos en 2019, la existencia del trap, el reaggeton, internet o youtube y haciendo un paralelismo con el mundo del vino, dejémonos llevar por estos excelentes Whitesnake cosecha del 79 que nunca se añejan y siempre dejan un gran sabor de boca. Sabrosos tragos para saciar en nuestra sed de rock´n´roll y alegrar nuestra existencia. Puede que nadie tenga ya en cuenta maravillas como Lovehunter pero en mi cabeza sigue siendo TOP. ¿Y en la vuestra?