Crítica: Leprous – Pitfalls (2019).
Sello: Inside Out Music.
Producción: David Castillo y Einar Solberg.

Texto por Rafa Diablo.


Riesgo:

1. m. Contingencia o proximidad de un daño. 

Loc. verb. Estar expuesto a perderse o a no verificarse.


Hay muchas maneras de entender el riesgo. En términos artísticos hay creadores que desarrollan sus obras dentro de un confortable y acotado territorio. En música podríamos encontrar muchos ejemplos de artistas que durante toda su carrera han sido aplaudidos sin necesidad de explorar fuera de su zona de confort. En el otro lado están aquellos que, con el estandarte de la evolución y la experimentación, podríamos llamar camaleónicos; Leprous están claramente en éste segundo grupo. Sin embargo, pese a que los noruegos viven en continua transformación, podemos decir que es en 2019 cuando toman un rumbo realmente arriesgado con la publicación de su sexto disco. Sin que para muchos dejen de ser los que siempre fueron.

Seis meses duró la grabación de este disco, con predominio compositivo casi absoluto del vocalista y teclista Einar Solberg, y los aderezos comunes en este tipo de locuras de estudio, se recluta a violonchelistas, violinistas y hasta a una orquesta con coro clásico para la producción. Below ya nos puso en precedentes, la magnificencia de la banda estaba ahí, pero con una acrecentada majestuosidad. I Lose Hope sin embargo nos cambia el paso totalmente (o Foreigner casi al final del disco), quizá Leprous siempre nos lo avisaron, pero las etiquetas atribuibles a este tema son quizá algo chirriantes para muchos que podrían temer que los de Notodden se convirtieran en Muse. En Observe the Train nos hacen viajar sobre raíles, entre las nubes, y Einar vuelve a pasárselo como un niño con su tren eléctrico aunque muchos desesperen por escuchar una guitarra distorsionada. Esa guitarra que sí luce brillante en la progresiva By My Throne, genial catalizador entre los Leprous que son los que siempre fueron. La directa y pegadiza Alleviate hace de bisagra hacia una segunda mitad del disco muy diferente, en la que los tiempos de cada pieza prácticamente se duplican. Las estructuras se estiran pero la atención no se disipa, At the Bottom podría haber sonado mucho más violenta en producciones previas de la banda, pero en Pitfalls suena electrónica y rítmica, con una voz de Einar sobresaliente, desatando en su final toda la fuerza sonora que tanto nos asombra en la versión en vivo de la banda. Distant Bell es oscura y embriagadora, un apabullante ejercicio de contención y tensión en sus seis primeros minutos, al servicio del explosivo y esplendoroso final, gran momento del disco. Parecido es el in crescendo del corte final, la igualmente extraordinaria The Sky is Red, que podríamos dividir en dos partes, con una sección instrumental para deleite de los headbangers que se hayan quedado hasta el final.

Una voz, batería y arreglos a elogiar, una producción magnífica que camufla los evidentes altibajos de un disco tan sincero y arriesgado. Pitfalls es un riesgo que con total seguridad les proporcionará críticas de todos los colores. Y no les importa. Como tampoco les importó que se marchasen seguidores que no volverán, o que más tarde llegasen curiosos que no duraron más de un disco en el barco, y que algunos siempre estuviésemos ahí. Está claro que a Solberg y los suyos lo único que les importa es decir lo que quieren decir, y del modo que lo quieren decir. Pitfalls es una trampa, para todos menos para Leprous. La clave está en si eres capaz de encontrar la manera de sortearla, porque en ello está la recompensa. Poder sonreir en la proximidad a un daño.