Estás en la cima de la montaña, pero allí no hay rastro del tesoro que esperabas encontrar. Ahora te das cuenta de todo. Paralizado, te ves en un punto equidistante a cualquier lugar al que quisieras llegar. Muchas son las opciones de huida, las hay fáciles y difíciles, pero no puedes decidirte. ¿Es el momento de hacerte invisible? No respondas, ya lo has hecho. Enterraste la cabeza en el suelo, y parece que es un lugar seguro. Piensas si con algunos de tus enemigos debiste usar su misma medicina, pero sabes que nunca fuiste un especialista en el combate. Eres todo lo contrario.
Querías llegar a la cima de la montaña, allí debía estar el premio. Sabías que era difícil, pero tenías todo lo necesario. Lo conseguiste. En dos empujones, con la mitad de tu arsenal. Para nada, es terreno baldío. ¿Para nada? ¿Seguro que estás en un punto equidistante a cualquier lugar al que quisieras llegar? Todo lo contrario. Espabila. Levanta la cabeza del hoyo, sacúdete la arena de los oídos y dibuja tu sonrisa más peligrosa.
Marca los puntos, construye la pira. Enciende el fuego.
Las almas se reciclan en el show de la muerte y resurrección.
Oh amada madre de la libertad, ven a mí.