Crítica: Mizmor: Cairn (2019).
Sello: Gilead Media.
Producido por: A.L.N (Mizmor).
Por: Álvaro Antípodas
De todos los proyectos de los denominados One Man Metal Band -ya saben aquellos en los que un Juan Palomo todo se lo guisa y se lo come él solo- no es el de A.L.N aka Mizmor el que más prolífico haya sido de una última generación que incluye a colosos como Panopticon o Leviathan. Sin embargo, el artista de Oregon dejando de lado a splits, compilaciones y directos publicados nos ha ganado para su causa no con cantidad sino con calidad. Su anterior Yodh de 2016 con su fusión entre black-doom y atmósferas asfixiantes nos enseñaba todo el poderío en cinco piezas singulares de un artista cuyo sentimiento de angustia sabía volcarse en su música como pocos están dotados para hacerlo.
Con Cairn regresa Mizmor, tercer disco de larga duración, en una faceta conocida, pero con un trasfondo de dudas existenciales que marcan a la obra con matices más melancólicos- hay pasajes en los que sobrevuela la sombra del funeral doom– y como narrador de un viaje fascinante inmersivo de reflexiones tan crueles como lo absurdo de la realidad de la vida que planea sobre la maravillosa apertura de Desert of Absurdity. Acerca de la propia temática e idea de los caminos vitales, mojones (Cairn en inglés) y la pérdida de la fe que constituyen el eje central lírico de la obra ha hablado largo y tendido Liam Neighbors (A.L.N) con la gran Emma Ruth Rundle en una entrevista totalmente recomendable para quien quiera ahondar sobre el proceso de creación y contexto del artista.
En lo estrictamente musical, habrá a quien chirríe la inclusión de ciertos pasajes menos hirientes y más transparentes como son la introducción de la citada Desert of Absurdity con esa guitarra desenchufada tan bella o el son final de Cairn to God que podría colar por ser firmado por YOB o Pallbearer. No es mi caso, ya que de hecho la introducción en la misma línea de A Semblance Waning del anterior disco la disfruté muchísimo. Asombrado me quedo tanto con la pulcritud de detalles con la que es capaz de elevar Cairn to God con momentos que me hacen pensar en cómo me maravillaban muchos tramos de Mirror Reaper de Bell Witch – nexo común por cierto en la firma de la portada de ambos discos por el cotizado pincel de Mariusz Lewandowski– como con la crudeza con la que es capaz de golpear de inicio en la tensa Cairn to Suicide. Un tema que literalmente acongoja cuando frena y vuelve a aparecer esa guitarra acústica que parece querer anunciar un réquiem ante un acto fatídico como el suicidio. Y pese a la oscuridad angustiosa que se cierne sobre el marco contextual, existen momentos como el final de la propia Cairn to Suicide de aparente épica melodía victoriosa más luminosa que de costumbre. El más de cuarto de hora final con The Narrowing Way me lleva al convencimiento absoluto de estar frente a uno de los mejores discos no solo de metal del año sino en general de este 2019. Magistral doom y unos riffs y growls capaces de abrir el cielo en dos.
A estas alturas no hay que estar al juego de comparar Cairn con Yodh sino de adentrarse en una obra tan superlativa que con las escuchas aún sigues encontrando detalles desapercibidos en anteriores visitas. Música para los sentidos. De esa única, cautivante y que te zarandea el alma y la psique y para la que 579 palabras no hacen justicia.