Por Álvaro Antípodas


Desafortunadamente Agalloch en 2016 decidieron dar por cerrada su carrera. Una banda, la originaria de Portland, que en los albores del nuevo milenio supo dar esa vuelta de tuerca a los sonidos black-metal provenientes de Europa y dotarlo de una nueva dimensión a base de engarzarlos con elementos más melódicos y ambientales propios del folk y otras corrientes menos hirientes. Una fusión musical que ha servido de fuente de la que han bebido bandas del ambient black-metal posterior como Wolves In The Throne Room o Panopticon e innegablemente la explosión de la última década del blackgaze. Un legado que repasamos hoy con una selección de cinco temas, uno por cada uno de sus discos de estudio editados, con los que deleitarnos de su delicada a la par que punzante música.

  1. As Embers Dress The Sky (Pale Folklore, 1999)

Su primer trabajo y único editado antes de cambiar de siglo mostraba a una banda aún en busca de su sonido. Una amalgama variopinta en la que se colaban elementos más puristas black en voces o blast beats junto con tramos en los que sorprendían con coros clásicos operísticos, líneas a ratos más power y su inconfundible sello personal: esas acústicas que acabarían por definirlos. Todo eso sin cortar y con todavía un sonido por pulir que está presente en el penúltimo corte del tracklist de su ópera prima.


2. The Hawthorne Passage (The Mantle, 2002)

Para muchos su mejor obra, entre los que me incluyo, The Mantle elevó exponencialmente la presencia como protagonista en muchos tramos de las guitarras desenchufadas y a su vez comenzó a restarle protagonismo a las voces trve de John Haughm. Difícil quedarse con un tema de entre tanto temazo (In The Shadow Of Our Pale Companion, The Lodge, You Were But A Ghost In My Arms, etc…). Igualmente complicado de entender los primeros discos de Alcest sin esta raíz o los ambientales Sólstafir a este lado del charco. Los once minutos de The Hawthorne Passage son un hito en la carrera de los de Portland y supone su cota de acercamiento máximo a un género como el post-rock/metal siempre paralelo a su propuesta. Uno de sus más bellos dibujos evocando lo inmenso, gélido y magnético de los fríos bosques de donde proceden.


3. Falling Snow (Ashes Against The Grain, 2006)

Con Ashes Against The Grain vuelven a entregar otro trabajo desbordante en intensidad, si bien optan por algunos aderezos más metálicos que en The Mantle. En el apartado vocal regresa con más significación las voces prototípicas del género que les vio nacer. Vuelven a colar canciones arrebatadoras melódicamente como Limbs y otras que son puro vigor por momentos como es  Not Unlike The Waves. Dicho esto, más representativa del sonido global de esta referencia es Falling Snow. Otra muestra de poesía pura de Agalloch.


4. Into The Painted Grey (Marrow Of The Spirit, 2010)

En el cuarto trabajo los norteamericanos intentaron dejar por propia voluntad las producciones más pulidas de sus dos trabajos anteriores con un resultado que por momentos no alcanza los niveles de inspiración pasados. Mucho más asfixiantes en términos de crudeza sonora, sobre todo aportados por la recuperación de blast beats. También contiene momentos singulares de su obra como To Drown y esos vientos finales o la interpretación vocal de la experimental Black Lake Nidstang.


5. Celestial Effigy (The Serpent & The Sphere, 2016)

El que a la postre ha significado su último disco, si es que John Haughm no decide desenterrarlos, definitivamente no fue la guinda en el pastel. Menos estimulante y con algunos signos de estancamiento y agotamiento por primera vez en su discografía. En algunos temas la sensación de déjà vu es sintomática. Reseñable y prueba de que no estaban aquí bendecidos es la inclusión de hasta tres piezas a modo de interludio que no sobrepasan la categoría de anécdota y relleno. Una pena acabar de esta manera tan brillante trayectoria.